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La realidad… Y la realidad.

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Según el CENDAS, alimentos y artículos de higiene personal, elevaron la Canasta Básica a 832.253 bolívares. Esto representa un salto del 11,9% de diciembre a enero. La diferencia entre los precios controlados y los del mercado fue de 4.344%. El costo de un almuerzo para un trabajador promedio es de 3.650 bolívares. Mientras que el bono de alimentación fue de 2.124 bolívares diarios. Así, pues, difícilmente se puede vivir. Por ello se entiende la sensata frase de Monseñor Ubaldo Santana, Arzobispo de Maracaibo, quien, al comienzo de la Cuaresma, tiempo del ayuno cristiano, afirmó: “No se puede ayunar en un país donde se pasa hambre”. El obispo ve la realidad, la asume y enfrenta. El régimen hace exactamente lo contrario.

El régimen supone que el país está en total normalidad. Cuando abordan el tema de los carnavales, por ejemplo, asumen que en Venezuela la vida es tan normal que la gente se fue de vacaciones sin mayor inconveniente. Así hoy El Universal titula: “Estiman que en asueto de Carnaval viajaron 8,5 millones de personas”. Según las cuentas del General Nestor Reverol, Ministro del Interior Justicia y Paz; quien, además, afirma que hubo un repunte de 1,2 millones de temporadistas. Y, exclama orgulloso, bajaron los accidentes. La verdad sea dicha, General, bajaron los accidentes porque no salió la gente.

Reparemos en otros diarios. Nueva Prensa en Ciudad Guayana, donde el  general Rangel Gómez gastó un dineral promocionando sus carnavales: “Carnavales exitosos”. El Aragüeño de Maracay: “Más de 500 mil personas visitaron Aragua en Carnaval”. Pero El Sol de Margarita, en la isla que representa nuestro mayor polo turístico: “Flujo de visitantes se redujo en 90%, según el Colegio de Profesionales de Turismo en Nueva Esparta”. Es fácil sospechar que El Sol de Margarita debe estar más cerca de la verdad.

Luis Carlos Díaz nos da esta cuenta: en febrero del año pasado, en el Estado Sucre, un pescado a la orilla de la playa costaba 1.500 bolívares. Y al mes de febrero de este 2017 –apenas un año después y también a la orilla del mar- un plato de pescado frito y ensalada se ubica entre los 10 mil y 13 mil bolívares en Playa Pepe, Barcelona. ¡Menuda diferencia!

Un régimen, en definitiva, trata de imponer una realidad que no existe a un país que padece otra realidad cotidianamente.

Ayer nos ocupamos de los temores del régimen, de las directrices que Maduro le ha dado al Psuv para evitar, entre otras, que los saquen del poder y evitar también el muy temido y, por lo visto, cada vez más probable estallido social. En ese orden de ideas, Cronica.uno reseña hoy: “El gobierno gastará casi 14 mil millones de bolívares en inteligencia en 2017. Expertos y activistas se muestran preocupados por la enorme cifra que recibirán tanto el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional como la Dirección de Contrainteligencia Nacional.” Y nos recuerdan una reveladora frase de Maduro: “El camino de la revolución pacífica y democrática está vulnerado, está amenazado.”

Esta última realidad referida por el presidente es muy distinta a la del carnaval feliz que trata de imponer su régimen. Hay, pues, dos realidades, dos discursos en las confusas bocas del alto poder. Y lo evidente es que más de uno en Miraflores está viendo las cosas, como se decía en mi infancia, color de hormiga. Color además de feo, peligroso.

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