Militares entrampados

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  El diario El Tiempo, en Valera, le dedica su gran titular a Oscar Shemell, presidente de la encuestadora pro gobierno Hinterlaces. Dice: “Poder de la FANB en momento crucial. El Ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, como responsable de la Gran Misión Abastecimiento Seguro, tiene un protagonismo crucial ante la grave crisis que afronta el país por el desabastecimiento de alimentos y medicinas, expresó el presidente de la encuestadora Hinterlaces, Oscar Shemell. Y Agregó “el poder simbólico de la Fuerza Armada sigue siendo decisivo. Lo que ocurra en Venezuela tiene que ver mucho con lo que ocurra en la Fuerza Armada”.

  Llama la atención la expresión “el poder simbólico”. Poder simbólico, en todo caso, puede tenerlo la Iglesia Católica. La Fuerza Armada tiene poder real: tanques, aviones, buques de guerra, Guardia Nacional, tanquetas, escudos, gas pimienta, de todo. Y, ciertamente, la Fuerza Armada está en el ojo del huracán, y luego de la designación de Padrino López al frente de ese cargo tan desbordado, la situación se le complica aún más a la institución.

 Elvia Gómez entrevista a Julio Borges para Konzapata.com, el diputado y dirigente de Primero Justicia dice: “Es inaceptable que la FAN permita que Padrino López se amarre al destino de Maduro”. ¿A dónde apunta Borges? Maduro ha colocado a Padrino en un puesto de alto riesgo. Ya la FANB está suficientemente desprestigiada como para tener que jugársela ahora desde este disparadero tan peligroso. Un eventual fracaso de Padrino no será cobrado de manera individual sino colectiva; su fracaso será el de todos los militares.

  Este es un gobierno militar desde el primer día de Hugo Chavez y continuó siéndolo desde el primer día de Nicolás Maduro. Lo que ha pasado de malo en estos 18 años ha sido marcado y decidido desde el mundo militar, o, en todo caso, ha contado con su aprobación militante. Salir de esta desgracia que nos gobierna, entonces, no puede pasar por la circunstancia militar. Pero algunos así lo piensan. Miguel Rodríguez Torres, en una entrevista que cita Contrapunto.com, afirma: “Ahora se repiten muchas de las razones por las que insurgimos en 1992 contra Carlos Andrés Pérez”. Y hace alusión a la corrupción. (La de Pérez en el 92, por cierto, es una pálida tontería al lado de los inmensos escándalos de corrupción, mil milloranrios en dólares, que desangran al país hoy). ¿Qué hay detrás de las palabras de Miguel Rodríguez Torres? ¿Acaso un alzamiento militar en contra de Nicolás Maduro? El general retirado advierte, a la par de criticar al gobierno: “Yo soy chavista, nací y moriré chavista”. Con lo cual Rodríguez Torres se hace de un derecho muy particular para poder criticar a los suyos y enrostrarles: “pareciera que asumen la crítica como traición y creen que tienen la patente divina para decir quién es traidor”. Lo importante es destacar que si hay opciones dentro del chavismo contra lo que está ocurriendo también son militares. El temor, pues, también vive en el mundo militar.

  Rafael Poleo hoy en El Nuevo País se pregunta: “¿Qué pensaba Padrino cuando acepto esa misión imposible?” Y ayer en su artículo en El Universal –“Barcos hundidos, héroes ahogados”-, Carlos Raúl Hernández señalaba: “Si el supergeneral no satisface las expectativas, se vendrá abajo muy rápido, perderá liderazgo en las FAN, que caerán en un desprestigio mayor. Una institución armada en trozos, con poca estimación, es una mala noticia para quienes quieran enderezar la marcha, lo que no se logra con rabietas, malacrianzas ni golpeando con mazo de plástico hueco.”

  La cuestión militar, pues, nos rodea y asfixia. Nada trasciende desde el inmenso y absolutamente mayoritario país civil. Todo se supedita al cuartel y sus bayonetas. Hoy El Nacional informa en primera página: “La milicias serán entrenadas para combatir el control del orden público”. La milicias, que fueron concebidas como la guardia pretoriana de Hugo Chávez, forman ya parte como un componente más de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Esto, según advierten los expertos, es inconstitucional. Pero lo que hay que destacar es que están allí para “combatir el control del orden público”. Cuando usted utiliza ese verbo es para referirse al adversario, al enemigo. Combaten los pugilistas en el ring de boxeo, combaten los ejércitos en el campo de batalla. Cuando se dice que se va a combatir el control del orden público usted, que es un simple ciudadano, pasa a ser el enemigo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Así, se cierra de manera impecable y diabólica el círculo de la rabia: usted, ciudadano, está molesto porque no encuentra comida para alimentar a su familia. Comida que no encuentra porque no la ofrece la Gran Misión Abastecimiento Seguro y Soberano que la manejan los militares. Y, para colmo, cuando sale a la calle a protestar legítimamente, lo “combaten” los mismos militares.

  ¿Cómo saldrán los militares de la trampa en que han caído?

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