¿Salvados o condenados? – Soledad Morillo Belloso

Salvados
Jordi Évole es la clase de periodistas que me gustan y respeto. Se le nota la disciplina, la agudeza, la no complacencia. Le gusta su trabajo, más bien le encanta. Pero no permite que la infatuación por el personaje a quien entrevista le nuble la visión y el entendimiento. Se prepara muy bien. No cae en el patético ejercicio de la improvisación. Investiga la circunstancia y promedia muy bien sus preguntas.
Su programa «Salvados» es muy controversial. Genera pasiones, alabanzas y denuestos. Muy educado y de buenas maneras, no es empero complaciente con su entrevistado, por muy alto rango o poder que éste detente. No se deja ningunear. Como decimos en Venezuela, sabe usar su cuerpo y sus gestos de niño bueno; hecho el zoquete y con cara de bobo bien administrada, clava banderillas. Y sabe rematar.  En las escuelas de Comunicación Social debería utilizarse el material de Jordi como texto de estudio. Un «es así como se hace». Lo he visto en varios episodios que constituyen hoy modelo de la técnica de periodismo de investigación.
Jordi vino a Venezuela. No se satisfizo con entrevistar a Maduro. Eso hubiera sido un ejercicio más en la larga lista de ecolalia política que ha atacado al mundo en los últimos años. Un episodio más en el portafolio de la inutilidad y el aburrimiento. Segura estoy que tienen mucho más material valioso que el que se transmitió, sobre todo en investigación de campo. Pero es tanto y tan grave lo que vio que daría, no para dos capítulos, sino para un tomo entero. Imagino que lo que vio en su viaje a nuestro país no solo le abismó sino que le puso los pelos de punta. Porque vio el timo, la farsa, el engaño, la manipulación, la destrucción, la miseria, el extravío, la domesticación. La gente registrando la basura buscando alimentos, las farmacias cuasi vacías, la inflación que carcome cualquier bolsillo decente, la cara de un país sumido en una debacle inexplicable mientras el subsuelo es un océano de petróleo. Quizás hubiera deseado que su programa pasara de llamarse «Salvados» a «Condenados».
Muchas preguntas se le quedaron en el tintero. Preguntas para las que Maduro no hubiera tenido respuesta. Cuestionamientos sobre temas fundamentales, como la destrucción de PDVSA y la conversión del aparato industrial venezolano en un cementerio abandonado; el narcotráfico en el cual hay sospechados hasta del entorno familiar de Miraflores, que ya es indisimulable y está ampliamente documentado; la implantación de un sistema político, económico  y social en el que los militares se han convertido en una casta superior. Faltó que le insistiera en la pérdida de peso de los ciudadanos (mientras él exhibe una insultante obesidad); el deceso de personas por no poder tener acceso a medicamentos y la negativa criminal del gobierno a aceptar ayuda humanitaria; la fuga de talentos venezolanos que, espantados por una situación que lapidó su futuro, son hoy capital humano de excelencia que está contribuyendo al progreso y la prosperidad en muchos países.
Pero aun sin haber cubierto todos los asuntos cruciales, el «Salvados» de Jordi fue la mejor investigación/entrevista realizada sobre el caso Venezuela. Como colega, lo felicito y lo aplaudo. Como venezolana, le agradezco. Creo que entendió que no estamos exagerando. Ojalá su próxima programa sea para contar cómo nos salvamos y no cómo finalmente nos extinguimos.
@solmorillob

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