Por: Maria Alesia Sosa Calcaño
Crónica de un día detrás de los micrófonos con César Miguel Rondón, contado por una de las productoras de su programa, cuando cumple 25 años al aire.
4:30 AM
Suena el despertador. Marca las cinco, pero son la cuatro y media de la madrugada. Está adelantado media hora. No lo piensas, te levantas. Antes, todos los desconocidos que te veían en la calle te preguntaban a qué hora te despertabas. Todos tenían la misma curiosidad. “Cuatro y media”, respondías. Hace un par de años la pregunta cambió: ¿Cómo tienes estómago para leer tantas y malas noticias todos los días? Esa, no sabes cómo contestarla, porque no sabes si es el estómago, la cabeza o el corazón lo que aguanta. Te bañas y para no despertar a Floralicia, te vistes a tientas con un blue jean, una camisa de botones que puede variar entre azul, verde, o de rayitas. Lo que no varía es el chaleco tipo pullover azul marino, que te pones encima, porque el estudio es helado.
Bajas las escaleras. Vives en una casa con demasiada esencia a hogar, con fotos por todas partes de tus cinco hijos, y varias cosas que te han regalado para reconocer tu labor. Todavía es de noche, el día aún no despunta, pero te fijas cómo amanece para contárselo a los oyentes. En la cocina, espera tu segunda hija María Bárbara y el desayuno que te preparó la Señora Yomaira. Una arepa con queso y pavo. O cualquier otra cosa normal. María Bárbara está aquí en Caracas por temporadas largas, ella vive en New Jersey con su mamá, donde estudia Artes Liberales en la Universidad de Brookdale.
Revisas los periódicos por encima, y te da tiempo de leer algo que te llama la atención. Desde que tuviste una crisis de salud en 2011, te recomendaron dejar el café y otras cosas. El café de la mañana lo dejaste, las otras cosas, no todas. Miras el reloj, son las 5:55, es hora de irse. Se montan en el asiento de atrás de una camioneta que maneja el Señor José. El copiloto es Ugueto, que te dobla la estatura, la contextura y el color.
En los dos kilómetros que separan tu casa de la radio, alcanzas a escuchar una parte de las historias que cuenta Rafael Silva en Nuestro Insólito Universo. Y casi siempre te sorprenden, pero no por insólitas. Llegas a la sede del Circuito Éxitos, en La Castellana, y Sánchez, el portero, está esperando para abrirte la puerta. El tiempo está medido. No hay segundos que perder. Subes los tres pisos poco a poco. Ya tienes 60 años y una rodilla que te molesta desde hace algunos meses.
6:00 AM
Primero entra Barbarita, asistente de producción del programa y la debilidad de todos. Atrás de ella vienes tú. Abres las dos puertas del estudio. Ahí ya está Franklin, el operador. No, tu operador. Cuando tu operador no viene, te resignas a que las cosas pueden no salir bien. Franklin conoce los tiempos a la perfección, y maneja la consola de mil botones con una naturalidad que no pasa desapercibida. Él sabe cuándo vas a estornudar antes de que estornudes, y a toser antes de que tosas, para cerrarte el micrófono.
En el estudio suena el himno nacional. El espacio es justo. No es grande ni pequeño, pero helado. Es cuadrado con una ventana muy grande, hasta donde llegan las ramas del árbol de la entrada: un apamate que en mayo llena el ventanal de flores rosadas.
Hay una mesa grande en el centro, de un lado se sienta Franklin y su consola. Y frente a él, vas tú.
¡Buenos días! Dices mientras caminas hacia donde estoy sentada. Más temprano, puse los periódicos a tu lado derecho sobre la mesa. En el medio, la carpeta con las cuñas de los clientes de ese día. Encima tiene que ir el calendario astrológico. Debajo de la carpeta sobresale la hoja con la pauta del día. Allí están los invitados y los temas a tratar que pautaron las productoras. Y a tu mano izquierda, la hoja de créditos. Ahí están nuestros nombres, los que la gente conoce de memoria y puede decir como un rezo matutino. Pero a los que no le ponen cara. Aunque te los sabes de memoria, prefieres leerlos. El reloj Casio del estudio va debajo del micrófono, donde estás acostumbrado a verlo. El vaso de agua, va a cinco centímetros de ese reloj. No en otro lado. Aquí, la ubicación de las cosas y lo que parece que no importa, sí importa.
“Muy buenos días, amanece ya este miércoles 20 de agosto del año 2014…” Cuando empiezas a hablar el reloj Casio debe marcar las 6:05, si no, el programa puede empezar muy mal.
Entra al estudio Lila, otra productora, con el pelo mojado y alborotado, subió las escaleras corriendo. Es la más cariñosa, saluda repartiendo abrazos apretados a una hora a la que a nadie le provoca ni dar la mano. Abre la puerta con la cadera, viene cargada con los paquetes y correspondencia que te han dejado en las últimas 24 horas. La recibes con un “¡Qué sexy!” Ella no da crédito al cumplido, porque al igual que las otras productoras creemos que a esas alturas del día, y en un ambiente laboral, nadie es sexy.
Tú reclamas: “Si supieran lo mal que me tomo que no me crean mi piropo ¡Hijas, yo vivo de mi credibilidad!” Te indignas. Y el estudio frío se llena de risas cálidas. Se está acabando la canción. Franklin te dice: ¡Vamos señor! Te pones los audífonos y sigues leyendo los titulares de cada periódico.
Mientras lo haces, señalas algunas noticias con actitud de regaño. Pero no estás regañando. Los golpes en el papel periódico una y otra vez sobre una noticia, son para decirnos que quieres un telefónico sobre ese tema. Entonces nos ocupamos de mover cielo y tierra para que un experto en ese tema atienda el teléfono y esté dispuesto a hablarle al país a las 6:30 de la mañana.
6:56 AM ¡Capicúa!
Llega la hora sagrada: el editorial. Es el momento más importante del programa. Nadie lo sabe pero nunca son leídos, en cambio son absolutamente improvisados. Casi siempre el tema lo decides dos minutos antes. “Voy a hacer el editorial por lo de Mercal”, “Al editorial le voy a dar con lo de El Pollo Carvajal”, “El editorial será de las declaraciones de Maduro”. Sólo cuando te acuestas tarde o estás muy cansado para pensar, nos pides ayuda.
Cuando empieza el editorial, tenemos que verte y escucharte atentamente. Por eso, es el momento sagrado. Puedes ponerte muy bravo si hablamos mientras tu estás hablando, y a menudo nos llamas la atención, porque no podemos contenernos. Entendemos tu estrés. En el editorial no puede haber una palabra menos, ni una de más. Son momentos muy delicados, y la libertad de prensa no nos abruma precisamente. A veces sientes que esta labor pende de un hilo y que cada programa terminado es una batalla ganada. “Por lo menos hoy pudimos hacer programa”, sueltas a veces al terminar, con un dejo de incertidumbre sobre el día después.
El día que te vi más bravo fue por un editorial en noviembre de 2013. Eran momentos arduos para el país (¿cuándo no?), y comenzaste a hacerlo. De repente, veo que Lila y Maria Gabriela hacen una mímica desconocida. Siempre hablamos en mímica y ya nos entendemos perfectamente, pero esta no estaba planificada. Se paran de sus sillas, y tú no puedes disimular tu molestia. Yo salto casi encima de ti cuando entendí lo que pasaba.
-Así no puedo jovencitas… Disculpen estimados oyentes, pero así no puedo seguir el programa.
Franklin y su experticia pusieron rápidamente una canción.
OFF AIR
– ¡Perdón! ¡Pero es que es una cucaracha!- te dije.
Estabas furioso. Habíamos interrumpido el momento sagrado del programa por una cucaracha. Y lo peor es que ahora se había perdido. Si volvía a aparecer, estas tres niñas seguro iban a gritar.
Afortunadamente salió antes de que la canción se acabara y caminó directo hacia ti. Te quitaste el zapato, y con la rabia que tenías la mataste.
Dices que siempre has preferido trabajar con mujeres, pero creo que ese día extrañaste un hombre en el equipo de producción que no interrumpiera tu editorial por una cucaracha.
Recibimos mensajes y llamadas del mundo entero. Los asiduos oyentes confabularon historias sobre lo que habría podido pasar. Que llegó el Sebin, que lo censuraron, que entraron hombres con pistolas, que había un asalto, que Conatel tumbó la señal. Especularon sobre cientos de posibilidades, pero a nadie se le ocurrió pensar que todo pasó por una cucaracha que entró al lugar equivocado en el momento equivocado.
7:00 AM
La otra productora, María Gabriela, es actriz y es la más seca. Es la que lleva más tiempo y tiene una maestría en “resolver”. Es experta en solucionar las crisis. Para trabajar contigo, hay que tener eso. Además es la que nos entrenó a Lila y a mi. Este es el único programa que tiene tres productoras, una asistente de producción, y ni siquiera nos damos abasto.
Una invitada una vez nos llamó las brujas de Salem, porque decía que éramos como tres brujas encima de ti, con el poder de decidir quién iba o no al programa. Nos gustó más la comparación que hizo nuestro fiel oyente Rafael Díaz Casanova, dijo que éramos tus Ángeles de Charlie.
Tenemos una relación extraordinaria entre las tres, y ese ha sido parte del éxito de este equipo. Nos reímos horrores durante el programa. Hablamos sin parar de nuestra vida personal, en los raticos fuera del aire que tenemos. Tú siempre intervienes, y nos aconsejas.
Creo que por dentro te ríes de las cosas que decimos. Pero te gusta oírnos con atención para estar al día con las nuevas generaciones.
Crees firmemente en que todos los hombres que nos gustan son unos “pendejos”. No es por celos, ni por cariño paternal, lo dices con convicción: es lo que piensas. Cuando dices esas cosas, explota una risa inconfundible y algún comentario en spanglish.
Barbarita es la favorita de todos por su espontaneidad, sentido del humor y su capacidad de sentirse la máxima aliada de cada uno.
Dices que si todos en el mundo tuviéramos la mitad del autoestima de Bárbara, el planeta sería otro. Y así es, ella es Down o especial, y ha logrado todo lo que se ha propuesto. Lo último es que firmó un contrato con Editorial Planeta para publicar su primer libro, que ya escribió, por cierto. Sin mencionar cómo, sin proponérselo, ha cambiado las vidas de quienes nos hemos encontrado con ella.
Van llegando nuestros invitados. El señor de la recepción los anuncia, llama por teléfono y dice el nombre del que va subiendo. Pero nunca dice su nombre, es una versión de lo que su oído rescata. Por ejemplo, si viene Asdrúbal Aguiar, dice Cristóbal Aguilar; Ramón Guillermo Aveledo, Guillermo Quevedo, y así.
Pero las tres nos hemos convertido en traductoras simultáneas del señor de la recepción.
Todavía nos reímos en alto acordándonos del día en que, no hace mucho, nos dijo con seguridad: “Va subiendo Rafael Caldera”.
8:00 AM
Es la última hora del programa, y la más relajada en contenido. La corredera sigue. María Gabriela te saca las noticias internacionales, y mientras suenan las cuñas del corte de las 8:00, te cuenta qué está pasando en el mundo. Lees por encima periódicos en todos los idiomas, y cuando estás al aire los comentas como si te hubieras leído un libro de cada tema la noche anterior.
Tienes eso de que sabes guapear muy bien. Aunque nos hemos dado cuenta de que no se trata de guapear, sino de haber leído mucho en la vida, y de tener una memoria que te permite saber con precisión nombres, fechas y detalles de cualquier cosa.
Te fascinan los libros de espías. Ahorita estás leyendo uno de los tantos que nos cuentas, pero yo no tengo tu memoria, y no me acuerdo el nombre.
A la hora de deportes te acomodamos los periódicos. Ya no disimulamos, y te obligamos a resaltar las noticias del Real Madrid cuando son buenas. Tú dices que eres del Barça pero la verdad es que nos has confesado que no sabes nada de fútbol. Sólo que siempre vas a ir en contra de Brasil, el Real Madrid y Cristiano Ronaldo. Disfrutas mucho hablar de béisbol. Repites una y otra vez que es tu deporte preferido porque da tiempo para todo: comer lo que quieras comer, fumar lo que quieras, tomar lo que quieras y hablar lo que quieras, mientras sigue el juego. Caraquista y de los Yankees hasta la muerte.
Ofrecemos café a los invitados. Les advertimos que es malo. Es de cafetera americana y muy malo.
Una vez, Leonardo Padrón, dijo que nuestro café era “una cachetada al paladar”. Nos morimos de risa y pena, y le dijimos que era a propósito para despertar a la gente. Desde entonces se lo contamos a todos nuestros invitados para salirnos de la vergüenza con un poco de gracia.
Pero Leonardo es de confianza. Es uno de tus mejores amigos y tu compadre. No es que seas amiguero, eres muy de tus amigos. Tienes amigos íntimos y disfrutas con ellos tus cosas preferidas de la vida: la música, los libros, un whisky y un buen tabaco.
Cuando se reúne la Brigada Vallejo, llegas al programa con cara de cansancio y nos adviertes: “Jovencitas, hoy necesito que me tengan paciencia, estoy trasnochado”.
La Brigada Vallejo es un grupo de amigos en el que están Leonardo Padrón, Alberto Barrera Tyszka, Héctor Manrique y, cuando está en Caracas, como miembro honorario Jean Maninat. Se reúnen cada vez que pueden para conversar de esas cosas de la vida que cada uno ama y comparten. Y por supuesto del país.
Siempre has sido una persona optimista. A menudo nos recuerdas que has vivido y visto demasiado, y que este no es el fin. Naciste en Ciudad de México, cuando tus padres estaban en el exilio a mediados de los cincuenta. Por eso te llamas César Miguel del Tepeyac.
Te parece que exageramos cuando lo vemos todo negro y no percibimos oportunidades en ningún lado. No se te pasa por la cabeza irte del país, o mejor dicho, de Caracas. Te sientes más caraqueño que venezolano. Y eso, no eres capaz de perderlo.
Aunque desde enero de este año, nos acompañas cada vez más en la desesperanza.
En esta hora del programa, hay teatro, películas, y proyectos que te ayudan a animarte y ver que todavía hay gente con ganas de echarle pichón al país. Mientras tanto, tu batalla diaria es terminar un programa más.
Se acerca el final y te acerco el cable para que pongas al azar “La sorpresa del ipod”. Lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks… Y sigue Joaquín Sabina con su “19 días y 500 noches”, mientras lees otra vez los créditos del equipo sin cara que arma este programa todos los días. María Bárbara se pone frente a uno de lo micrófonos para pronunciar la última palabra del programa.
-Y cuando son las 9:00 en punto, para variar…
-¡Beatles!
La canción que suena cada día de los Beatles está meticulosamente escogida desde que empezó el programa hace 25 años. Es una cuestión cabalística. El segundo día que te he visto más bravo, fue cuando sonó la canción que no tocaba. No es al azar. Esa secuencia sólo se rompe una vez al año: el 11 de junio que siempre debe sonar “Birthday”, porque es el cumpleaños de Barbarita.
Entran Iván Loscher y Polo Troconis para el programa que viene después. Recogemos mientras hablamos y todos los días nos reímos de algo que pasó. Afuera hay dos o cuatro invitados que quieren tomarse fotos contigo.
-Yo creo que hicimos un buen programa¾Nos comentas. Esto no pasa siempre.
Mientras caminamos a la oficina de producción, discutimos temas para el día siguiente. Te hacemos un briefing de llamadas, solicitudes, invitaciones y propuestas. Estás apurado porque tienes que ir a la otra oficina a grabar, o tienes un compromiso, y si es martes o jueves, vas a jugar tenis.
-¿Me puedo ir, jovencitas?
-Sí, listo.
Y te vas con tu pauta en el bolsillo, tu ipod y tu celular, a seguir con tu día. La primera batalla ya la ganaste: un programa más. Han sido miles. Aunque hay días que se asoma el cansancio, todavía tienes ganas de seguir con esta rutina. Después de todo, desde que esta rutina empezó, ya han pasado 25 años.
18 respuestas
Qué artículo tan hermoso! Me encantó leer un día en la vida de mi locutor favorito.
La lectura de este mensaje me ha resultado algo sumamente agradable; trasmite frescura, humor, sinceridad, y destaca algo tan importante como es reconocer que realizan un delicado y eficiente trabajo en equipo. Excelente.
Cordial abrazo para toda(o)s.
Excelente articulo Maria Alesia, Muy divertido. Recuerdo claramente el día que comentas de la cucaracha, yo fui uno de los que pensó que habían cancelado el programa repentinamente. L@s felicito a tod@s, y aunque solo puedo escuchar el programa hasta las 8 lo disfruto mucho. Incluso viviendo fuera de Venezuela por un tiempo buscaba la forma de oírlo online. Solo por si acaso no soy tan pendejo. Saludos.
Que linda María Alesia!, y que bien detallado el acompañar de mis despertares, y saben? yo también uso media hora adelantada en mi despertador. Felicitaciones a todos y que siempre estés ahí Sr. César Miguel Rondón junto a tu maravilloso equipo.
Al comienzo me costo agarrarle el timing al texto, pero luego agarró forma, excelente; lo de la cucaracha, full cómico, jajajajaja
Me fascino lo oigo a diario que sigan los éxitos solo asi vale la pena levantarse temprano.
Excelente articulo,me encanto, el sentimiento que esta expresado en tan lindas palabras, y que 25 años se dicen fácil.felicidades y a seguir adelante..un aplausos para todos.-
Qué bonito Maria Alesia, está todo perfectamente descrito, pareciera que uno hubiera estado allí y hasta haber visto la cucaracha! Ya no vivo en Venezuela pero recuerdo el primer día del programa de César Miguel a las 6 am hace 25 años! y mi permanencia en esa hora para oirlo; no hay comparación con ningún otro periodista en la radio que lo iguale!!!
Felicitaciones para ti y tus compañeras por trabajar con César Miguel!
Dolly Armitano
Esta cronica y su forma de trabajar es el mejor ejemplo de como se construye un pais . No podia ser de otra manera. Adelante. Y felicidades por esos 25 años.-
Excelente artículo, excelente descripción. Felicidades a todos en especial a CMRondon a quien admiro profundamente, no hay nadie como el!!!
Yo me uno a todos los comentarios pero advierto que leo los editoriales, leo sus twiters y estoy pendiente de saber de él pues soy noctámbula y por lo general abro el ojo a las 8am. Felicitaciones a CMR por su excelente y consecuente trabajo y a ese equipo tan fresco que le da lo mejor de la juventud: la alegría y la espontaneidad. Razón tienes de rodearte de jóvenes. Enhorabuena!
excelente, te felicito, eres genial como cronista; seria un gran regalo para Venezuela que escribieras. de nuevo felicitaciones a todo el equipo
El articulo me ha gustado una barbaridad. Hace anios que oigo el programa, pero desde agosto del anio pasado lo oigo completo porque mi rutina ahora me exige despertarme temprano. Este programa que inicialmente no me lo perdia por la cancion de los Beatles ahora no me lo pierdo por todo! Es decir, me encanta de cabo a rabo. Es simplemente excelente y el articulo fue como poder verlos por una ventanita. Mil gracias!
excelente saber del minuto a minuto de lo que ocurre en el mejor programas de la radio venezolana. No me lo pierdo nunca. Felicitaciones a ese equipo de mujeres y por supuesto al rey, Cesar Miguel Rodon
Vengo a leer esto 6 meses después de su publicación y a mi pensar la descripción es como la de una hija sobre su padre. Te escucho desde que comencé a ver el mundo, el real. Eso fue al iniciar en la universidad por que realmente en la escuela mi padre te sintonizaba pero mis preocupaciones eran otras, como debe ser para un niño o adolescente. Te admiro como locutor, critico y persona y luego de leer esto siento que te conozco un poco mas, por lo que mi admiración tiene mas fundamento. Siendo sincera aveces es duro escucharte, suelo bromear con que «me deprimes» pero esto es solo por que dices verdades que quisiera fueran mentiras, aun así en cada comentario y pregunta reconozco el interés y amor por este país por tu profesión y lo bueno que eres en ello. Al apagar la radio a las 8am pienso este si es un Señor!
Excelente articulo amiga, soy un fiel oyente practicamente desde que se inicio el programa y nunca habia entrado a su web pero los que nos hemos acostumbrado a madrugar en compañia de Cesar Miguel agradecemos su extraordinario trabajo e impecable estilo, se extraña su voz cuando no esta, una palabra de reconocimiento a todo su equipo y que vivan los beatles y el caracas!!
Hoy, como casi todos los días, me acompañaron en las primeras horas del día y disfruté una vez más que existe país y que existe esperanza porque existen venezolanos como Uds! Dispuestos a permanecer en su país apostando a la certeza del refrán que reza que tras la tormenta vendrá la calma, mediada por nuestras acciones…y me sumo uno más!
Pude leer tu artículo María Alesia porque lamentando la partida de María Gracia quise ponerle rostros (al fin!) a sus nombres que ya sabemos de memoria como dices. Y fue una afortunada decisión. Gracias por tan mágico, sencillo y divertida crónica. Éxitos a hispanos!!! Se les quiere, aprecia y admira!!!
Yo admiro a este señor, lo de señor es además, porque le guardo respeto. Porque es mi referencia en lo profesional. Agradezco esta crónica porque me introdujo en un ambiente que durante mucho tiempo desee conocer. Un relato así, sencillamente hay que agradecerlo. Felicitaciones María Alesia. Gracias…