Entre más ráfagas descalificadoras se disparen, entre más datos falsos contaminen los hechos, entre más caos y vacíos se generen, mayor será la ganancia que obtengan gracias al desorden.
Publicado en: La Lista
Por: José Ignacio Rasso
Jesús Ramírez Cuevas, vocero del gobierno de la República, tiene muy claro que entre más se manipule la verdad, entre más ignorancia llene las plazas, entre más ráfagas descalificadoras se disparen, entre más datos falsos contaminen los hechos, entre más caos y vacíos se generen, mayor será la ganancia que obtengan gracias al desorden.
Esta ha sido la estrategia de comunicación del gobierno federal, ensuciar la conversación pública, confundir realidades con percepciones, alimentar la polarización desde cualquier trinchera, dejar que los rumores se multipliquen como termitas y lavar sus negras intenciones dejándose caer como víctimas de todo.
Porque entre más se distorsiona la información y se empaña la verdad, mayor es el clamor del pueblo a base de creencias y menor es la exigencia de convencer con argumentos, datos comprobables y resultados palpables.
Porque entre el “no es falso, pero se exagera” la mentira se disfraza, el rumor crece, se contagia desconfianza, se siembra incertidumbre en las calles y se busca una promesa salvadora de mano del mesías o una justificación para entregarle más poder y funciones a las fuerzas armadas. En el desorden el mando militar parece una salida.
En ese mar de aguas turbias navega tranquilo el mentiroso. El cínico promete puertos seguros y el pirata enciende cortinas de humo. Porque es necesario ocultar que el naufragio es cosa de tiempo y que el barco se hunde por sus malas decisiones.
Por eso en la transparencia quedan expuestos y con la existencia de los órganos autónomos no se sienten cómodos. Por eso desechan los consejos de expertos, destruyen los mapas y se guían por corazonadas. Por eso necesitan deshacerse de todo elemento técnico que ayude a retomar el rumbo e ignoran el norte que les señala la brújula.
En el desorden se traspapela la justicia y se amontona la impunidad. En el desorden se crea una crisis criminal en el Sistema de Salud y se reduce la esperanza de vida cuatro años. En el desorden la corrupción crece como humedad entre los muros y el coyote aúlla más fuerte. En el desorden los atropellos legislativos se convierten en ley y se prefiere no mover ni una coma. En el desorden el crimen organizado crece y ordena sus ganancias. En el desorden el Estado no protege a los migrantes ni les garantiza la vida.
Y es que en el desorden se celebra que el Tren Maya avance, que se termine en tiempo la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles y que se venda el avión presidencial. En el desorden se presume como si se trataran de un logro y no como el ecocidio, desperdicio de oportunidades y pérdida financiera que son.
Porque de algo podemos estar seguros, y es que la actual administración es experta en generar turbulencias en vuelos tranquilos y exigir el aplauso después de la tragedia.
Sí, a río revuelto ganancia de obradores, pero a costa de millones de ahogados.