Publicado en: El Universal México
Por: Brenda Estefan
La esperada contraofensiva ucraniana, cuyo objetivo es expulsar al ejército ruso del territorio de Ucrania, ha comenzado. Sin embargo, la información limitada dificulta seguir su progreso de manera confiable. Kiev ha decidido mantener en secreto los detalles sobre la forma y el alcance de esta estrategia militar para preservar el elemento sorpresa, crucial en este tipo de enfrentamientos. Por lo cual, como observadores, debemos evitar caer en dos trampas mientras seguimos estos acontecimientos, que sin duda marcan el momento más delicado y decisivo de esta guerra desde el fracaso inicial de Rusia el año pasado.
La primera trampa consiste en intentar seguir minuto a minuto esta ofensiva. Una batalla de esta magnitud no se compone de una sola gran operación, sino de diversas operaciones de diferentes intensidades y en varios frentes a lo largo de aproximadamente 1,000 kilómetros de línea de batalla. Algunos de estos ataques buscarán probar la defensa rusa, otros buscarán avanzar e incluso algunos pueden tener como único objetivo el engañar al enemigo. Es como si se buscara romper un cristal blindado, no es el primer golpe el que lo destruye sino la multitud de estos. Por lo tanto, el resultado no se puede juzgar en cuestión de horas, sino a lo largo de varias semanas o incluso meses. Los fragmentos de información revelados por ambos bandos solo nos muestran una parte de la realidad.
A finales de la semana pasada, los rusos difundieron videos de equipos nuevos, estadounidenses, alemanes y franceses, destruidos en las primeras horas de la ofensiva ucraniana. Los analistas pro-Rusia estaban eufóricos y sugerían exhibir los restos de estos equipos frente a las embajadas en Moscú de los países de origen. Sin embargo, diversos analistas militares señalan que es previsible que las fuerzas ucranianas pierdan hasta un 25% de sus efectivos militares en una operación de esta magnitud. Por lo tanto, estas primeras pérdidas no dicen mucho sobre el desarrollo posterior de los acontecimientos. De hecho, durante este mismo fin de semana, Ucrania también difundió videos de tanques rusos destruidos y de la bandera ucraniana ondeando en alto en el primer pueblo recuperado por su ejército desde el inicio de la ofensiva.
La segunda trampa consiste en centrarse únicamente en el aspecto militar de esta contraofensiva. Es importante analizar el desempeño del ejército ucraniano y cómo aprovecha el equipo que ha recibido de Occidente, así como observar la capacidad de resistencia de la defensa rusa para evaluar qué tan vulnerable es el frente de batalla. Sin embargo, este no puede ser el único criterio de análisis, ya que una ofensiva de este tipo también tiene objetivos políticos.
Ucrania busca demostrar a sus aliados que la ayuda militar que le han brindado puede marcar la diferencia en el terreno, lo cual podría influir en la motivación de los países de la OTAN para continuar apoyando los esfuerzos militares de Kiev, especialmente en un momento en el que se escuchan voces críticas en Occidente sobre el respaldo a Ucrania. Putin, por su parte, utiliza los ataques ucranianos para justificar la continuación de su ofensiva militar.
Si la ofensiva militar ucraniana tiene éxito es probable que el presidente ruso termine por perder el poder político. Pero si el ejército liderado por Zelensky no logra importantes victorias, Ucrania corre el riesgo de que esta guerra se convierta en un escenario similar al de Corea, un «conflicto congelado» durante décadas, con la pérdida duradera de territorios y una pausa en los combates, pero no el fin de la guerra. Este escenario beneficiaría a Putin, que proclamaría una victoria dado el control actual de Rusia sobre una séptima parte del territorio ucraniano y la lograda continuidad territorial entre Crimea y Rusia.
Zelensky es un comunicador hábil, no es casualidad que esta operación de liberación de Ucrania haya comenzado el 6 de junio, justo en el 79 aniversario del desembarco en Normandía.
Hoy el resultado de la contraofensiva ucraniana es incierto, pero no hay duda de que la guerra vive momentos oscuros y potencialmente decisivos.