Publicado en: The Washington Post
CARACAS, Venezuela — Llegó en barco y por partes: 11 contenedores y 12 cajas salieron del puerto de Hamburgo, Alemania, el 29 de enero de 2006, y llegaron al puerto de La Guaira, en el caribe venezolano, el 21 de febrero de ese año. Allí venía la Wifag OF7, una rotativa suiza fabricada en 1981 que se apagó el jueves en el diario El Nacional de Caracas.
La máquina –apodada “la güifa” por los empleados del diario– desembarcó en Venezuela el año antes de que el control a los medios de comunicación comenzara a perfilarse como política de Estado. El Nacional intentaba renovarse, pero el fallecido presidente Hugo Chávez acababa de ganar su segundo periodo y presentó, por óprimera vez, su plan del “socialismo del siglo XXI” en el que el respeto a la libertad de expresión sería más un estorbo que un valor.
Uno de los primeros avisos no dejó dudas: en mayo de 2007 Radio Caracas Televisión -el canal con mayor alcance del país- cerró en señal abierta después de que el gobierno de Chávez se negara a renovar su concesión. Por esos días el entonces ministro de Comunicación, Andrés Izarra, declaró que como parte de la construcción del socialismo del siglo XXI había que ir hacia una hegemonía comunicacional.
“Lo dije en el sentido gramsciano. Gramsci no habla de hegemonía como lo están haciendo estos intelectuales de derecha, que lo quieren hacer ver como una imposición, como una dictadura”, se defendió. Mientras esto ocurría, El Nacional compraba nueva sede, se rediseñaba para salir a full color, crecía y armaba las piezas de la nueva rotativa suiza. Un entusiasmo enrarecido por el contexto acompañaba los cambios.
Los números, sin embargo, terminaron por contradecir el tono gramsciano del exministro Izarra: según el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela entre 2005 y 2107 cerraron alrededor de 99 medios y, durante el gobierno del presidente Nicolás Maduro (2013-2018), 65 impresos dejaron de circular. El Nacional, después de 75 años de fundado, es el número 66: el viernes salió a la calle el último impreso del único diario independiente de circulación nacional que quedaba en el país.
El debilitamiento de El Nacional -así como el de muchos impresos- está relacionado con la escasez de papel. Otros, como El Universal y Últimas Noticias, también de circulación nacional, fueron vendidos al inicio del mandato de Maduro y sus líneas editoriales se volvieron afines al discurso chavista. Ambos siguen circulando, aunque con menos lectores. En el año 2012, con Chávez enfermo de cáncer y la situación económica de Venezuela empeorando, el gobierno sacó al papel periódico de la lista de productos que recibían dólares preferenciales pero creó una corporación para la importación y distribución de papel para la prensa. El Nacional, de línea crítica, tuvo poco acceso al papel oficial. La güifa comenzó a imprimir cada vez menos: de 64 páginas los días de semana pasó a solo 8.
Miguel Henrique Otero no escribe pero era un hombre de la redacción. Presidente, editor e hijo de Miguel Otero Silva, fundador de El Nacional, y matemático de profesión, se paseaba con frecuencia entre los puestos de los reporteros y diseñadores, hablaba poco y se reclinaba en un sillón de cuero negro de la sala de reuniones a escuchar las pautas. Siempre estaba por ahí.
Desde hace tres años Otero no visita la redacción. Tampoco su país. Vive exiliado en Madrid a causa de un procedimiento legal que tiene abierto en los tribunales venezolanos. En 2015, El Nacional reprodujo una nota publicada en el diario español ABC en la que, citando fuentes de la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, se afirmaba que el en aquel momento diputado Diosdado Cabello era líder de un cartel de droga. Cabello demandó por difamación agravada y continuada a Otero y a los directivos de La Patilla, un sitio web, y el diario Tal Cual, que también reprodujeron la nota.
Otero hace ahora algunas reuniones por Skype con el equipo que de ser un tropel de cientos de personas es ahora un puñado de periodistas. La jefa de redacción, Patricia Spadaro, dijo en una rueda de prensa el viernes lo que los une: “Retratar ese país que le quema la piel a los venezolanos que están valerosamente viviendo aquí”.
El mensaje por la última edición impresa -porque el diario sigue en la web- lo mandó Miguel Henrique Otero en video. Al igual que en 2007, fue optimista a pesar del deslave y confió en el papel, en su papel: “Con esa misma rotativa vamos a publicar el titular ‘Venezuela regresa a la democracia’”.
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