El 27 de noviembre veremos el encubrimiento del resentimiento y la soberbia bajo el manto del festejo por los cuatro años de gobierno.
Publicado en: La Lista
Por: José Ignacio Rasso
El presidente de México actúa bajo la sombra de un complejo de soberbia e incompetencia. Explota la desigualdad y el encono social incitando el linchamiento selectivo.
Hace uso de las palabras con una retórica incendiaria que intenta encontrar rincones épicos en la historia del país. Látigos verbales que parece no importarle, si algún día, terminan en violencia en las calles.
Discursos que, bajo la falsa advertencia del “con todo respeto”, justifica la ofensa a las personas que aspiran a más, a la clase media y a quienes buscan defender la democracia.
No gobierna para todos y todas. Su ataque es minucioso y dirigido.
Su voz es una garganta lastimada que hace mal uso de la palabra. Es la mentira disfrazada de humanismo. Es la carcajada de quien goza la revancha. Es la normalización del odio.
Son los gritos en la plaza pública como estandarte de la venganza. Es el sarcasmo que disfruta el maquiavélico. Es lo que se piensa de un villano de caricatura. Es todo menos un jefe de Estado.
Es aquel que busca la frase publicitaria que no intenta salvar el tejido social, sino todo lo contrario, risas ácidas que se adentran en la herida. Es la manipulación del resentimiento colectivo como el arte que utiliza para gobernar. Ódiame más.
Es la manía de quien buscó el poder para aplastar desde el poder. La obsesión de quien gobierna para los suyos y exilia en el repudio social al que se atreve a disentir. Es el trastorno de quien disfruta perder, sabiendo que el otro ha perdido más. Es todo lo que se espera de quien conquista borrando al conquistado. Es todo menos un jefe de Estado.
Porque no tengo duda de que en México tenemos un grave problema de racismo y clasismo; como tampoco que el presidente y Morena lucran con estos lastres, los incentivan, los alimentan y se aprovechan de ellos. No pretenden erradicarlos sino explotarlos.
El 27 de noviembre veremos el encubrimiento del resentimiento y la soberbia bajo el manto del festejo por los cuatro años de gobierno. Se aplaudirán los cantos de quien dispara al enemigo. Se alimentará el caldero de los odios. Se llenará la plaza. Se buscarán culpables y se escuchará al eterno candidato.
Este domingo veremos de todo, menos un jefe de Estado.