Publicado en: The New York Times
Por: Peter Baker
El presidente de Estados Unidos ha sobrevivido a varios escándalos en los últimos tres años; ahora quizás enfrenta la revelación más seria de su presidencia.
En otros tiempos, en otro Washington, quizás este sería el momento que cambiaría el rumbo de la presidencia. Un exasesor de seguridad nacional estadounidense confirmó el tema medular del actual juicio político en contra del presidente de Estados Unidos: a pesar de negarlo, el mandatario condicionó la ayuda de defensa a un país aliado, devastado por la guerra, a que cooperara contra sus rivales políticos.
A primera vista, el relato de John Bolton sobre los comentarios en privado que hizo el presidente Donald Trump suena muy parecido a la grabación considerada como prueba irrefutable de que Richard Nixon, expresidente estadounidense, en verdad había organizado el encubrimiento en el caso Watergate y gracias a la cual, a fin de cuentas, tuvo que dejar el cargo. Para el lunes en la noche, parecía que la revelación haría más probable que el Senado aceptara que comparecieran testigos en el juicio.
Pero esta es la era de Trump y el Washington de Trump, y las antiguas reglas no siempre se aplican. La estrella de un programa de telerrealidad que fue electo presidente de Estados Unidos —incluso después de que se hiciera pública la grabación de Access Hollywood en la que se le escucha presumir sobre haber cometido acoso sexual—, ha logrado sobrevivir a una tormenta política tras otra durante sus tres años en la Casa Blanca. Esto prueba que Donald Trump es más resistente que cualquier otro político estadounidense en la historia moderna de este país.
¿Entonces, será este un punto de no retorno parecido al caso Watergate o una revelación más que sus detractores consideran una confirmación de sus temores, pero que no cambia la opinión de los demás? ¿Será esta una prueba irrefutable u otra grabación de Access Hollywood?
La noticia del relato de Bolton en un libro que aún no se publica, sobre el cual The New York Times fue el primero en informar, difícilmente podría haber llegado en un peor momento para Trump, justo cuando sus abogados abrieron los alegatos de su defensa en el pleno del Senado y días antes de que los senadores voten sobre permitir o no testimonios como el de Bolton.
Incluso mientras los senadores republicanos estupefactos y, en algunos casos, enojados batallaban por decidir qué hacer, los abogados del presidente ignoraron, sin más, el libro de Bolton cuando se dirigieron al Senado el 27 de enero. Los abogados se limitaron a repetir el argumento de que Trump retuvo 391 millones de dólares en ayuda de seguridad para Ucrania no con el propósito de aprovechar la ayuda extranjera para incriminar a sus rivales demócratas, sino con el fin de combatir la corrupción y presionar a que hubiera más apoyo de Europa para la que en algún momento fue una república soviética.
En directa contradicción con el relato de Bolton, Michael Purpura, abogado adjunto de la Casa Blanca, afirmó que “todos los que hablaron con el presidente dijeron que él aclaró que no había relación alguna entre la ayuda de seguridad y las investigaciones”.
Para el final de ese día, Alan M. Dershowitz, otro abogado de Trump, reconoció la nueva narración pero le dijo a los senadores que “ninguna de las revelaciones de Bolton, incluso si estas fueran verdad, llegaría a considerarse como abuso de poder o como un delito que ameritara la destitución”.
No obstante, en privado, el equipo jurídico del presidente se preparaba para la posibilidad de que el Senado votara a favor de citar a testigos mientras ellos intentaban atenuar el enojo de los senadores republicanos que se sentían emboscados. La Casa Blanca sabía lo que Bolton podría decir al menos desde el 30 de diciembre, cuando el exasesor envió su manuscrito al Consejo de Seguridad Nacional para que lo revisaran antes de su publicación, y, sin embargo, los abogados del presidente siguieron presentando ante los senadores una versión totalmente opuesta de ese relato.
En su libro, Bolton escribe que Trump le dijo en agosto que quería mantener congelada la ayuda de seguridad para Ucrania que había aprobado el congreso estadounidense hasta que el gobierno ucraniano colaborara con las investigaciones a los demócratas, mismos que incluían al exvicepresidente Joe Biden y a su hijo Hunter Biden; la razón precisa por la que Trump está siendo enjuiciado.
Trump y sus defensores querían debilitar la narración de Bolton con el descrédito. Han dicho que es un exempleado descontento que quiere vengarse y vender libros. Tras meses de tensión con el presidente por sus políticas con Corea del Norte, Irán, Afganistán y Ucrania, Bolton dejó de manera abrupta la Casa Blanca en septiembre; el presidente insistió en que lo despidió mientras que Bolton insistió en que él renunció.
Desde la mañana del lunes y durante el resto del día, Trump lanzó mensajes en Twitter para rebatir el relato de su exasesor y decir que Bolton era poco fiable.
“NUNCA le dije a John Bolton que la ayuda a Ucrania estuviera vinculada a las investigaciones contra los demócratas, incluidos los Biden”, escribió el presidente estadounidense. “De hecho, no dijo nada de esto cuando salió de manera muy pública del gobierno. John Bolton solo dijo esto para vender un libro”.
No obstante, es difícil que Trump simplemente elimine a Bolton como testigo. No es un demócrata liberal ni un burócrata del Estado profundo, ni siquiera es un republicano del Movimiento Alto a Trump (Never Trump), sino un conservador de línea dura con años de credibilidad entre los republicanos y muchos seguidores desde su época como embajador de Estados Unidos y analista de Fox News. Y quien rebate su narración es un presidente que tiene antecedentes de hacer miles de declaraciones falsas y engañosas documentadas por los encargados de verificar los hechos.
El relato de Bolton parece desmantelar una parte central de la premisa que la defensa de Trump empezó a presentar al Senado. Los abogados del presidente criticaron a los demócratas de la Cámara de Representantes por sustentar sus acusaciones en testimonios de segunda mano y argumentaron que ningún testigo había dicho que Trump vinculaba explícitamente la ayuda a las investigaciones.
Pero el recuento de Bolton es claramente un relato de primera mano.
Durante semanas, Bolton ha sido uno de los personajes más interesantes en el caso de Ucrania: antiguos funcionarios testificaron que se opuso a la campaña de presión al país europeo —a la que calificó como un “negocio de drogas” en el que no quería participar— y advirtió que Rudy Giuliani, el abogado personal del presidente que estaba organizando esta estrategia, era una “granada de mano que iba a hacer volar a todos”. Bolton les dijo a sus colaboradores que informaran a un abogado de la Casa Blanca sobre la campaña de presión.
Bolton no ha hecho declaraciones públicas, excepto negar haber filtrado su libro y atribuir su divulgación a la Casa Blanca. Los demócratas de la Cámara de Representantes solicitaron su testimonio durante sus audiencias del mes pasado, pero a final de cuentas no lo citaron a comparecer, bajo la lógica de que una batalla en el tribunal solo prolongaría durante meses el proceso de investigación.
Cuando la Cámara Baja mandó a juicio político a Trump y el caso llegó al Senado, Bolton anunció que si lo citaran a comparecer, él testificaría. Pero, al inicio del juicio, los republicanos del Senado votaron en contra de citarlo y postergaron la decisión final hasta que los alegatos estuvieran completos, lo cual podría suceder esta misma semana.
Sin importar lo perjudicial que pueda parecer el relato de Bolton, los acontecimientos de los últimos tres años indican que quizás no cambie el resultado. El lunes 27 de enero, varios senadores republicanos desecharon el recuerdo de Bolton por no considerarlo como algo nuevo.
Sin embargo, las encuestas también muestran que dos terceras partes de los estadounidenses quieren que comparezcan otros testigos en el juicio que se está llevando a cabo en el Capitolio. Debido a las revelaciones recientes y con el destino del presidente en juego, Bolton está listo para testificar.