Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
La seriedad tributaria no abunda en Colombia. Por lo que uno ve, amplias capas de la población pretenden recibir todo tipo de beneficios, pero cuando se les habla de la necesidad de recaudar más impuestos, salen en masa a la calle a protestar e incluso a quemar buses. Así no se vale. Es hora de que los candidatos con vocación social que quieran participar en las elecciones de 2022 primero que todo planteen con seriedad el tema de los impuestos. Deben dejar muy en claro cómo van a pasar con el tiempo del en extremo precario 15 % del PIB de recaudo actual (la cuenta sube un poco, no mucho, si se toman en cuenta todos los ingresos vinculados a las nóminas) a mínimo el 25 % del PIB que se necesita para sacar a Colombia del atolladero y a muchos compatriotas de la pobreza.
Iván Duque retiró su proyecto de reforma tributaria, demostrando que no es el hombre para resolver este problema en Colombia; el renunciado Carrasquilla, mucho menos. Por eso, patean el balón hacia adelante, para 2022/2023. No se trata de salvar al Gobierno. Estos bomberos de ahora no son los mismos que estarán a cargo del tema a partir del 7 de agosto de 2022. Para medio apagar el incendio y tal vez darles a las calificadoras de riesgo un contentillo temporal, el proyecto alternativo que viene será algo por el estilo de la propuesta de la ANDI, cruzada con lo último de Uribe. Pospondrá descuentos otorgados en 2019, más algún elemento adicional. La verdadera reforma tiene que pasarla el próximo gobierno. Ya veremos qué dicen el centro/centroizquierda y la izquierda, los más opcionados.
Dicen que los impuestos no se ven y es cierto, entre otras cosas, por lo escasos que son. Uno está totalmente de acuerdo en que en Colombia los ricos deben pagar más, aunque de ningún modo hay seriedad en las declaraciones de algunos oportunistas cuando dicen que solo el 1 % más rico del país tiene que contribuir. También es demagogia decir que el mayor costo debe recaer solo en las empresas extranjeras. Ojo, no son naranjas que se puedan exprimir, mucho menos si el resto pasa de agache. Pongamos que una persona recibe una jubilación de 4, 5, 6, 7 millones de pesos/mes, o hasta más, ¿cuál es la justificación de que no pague impuestos sobre ello? ¿Por qué no se ha tipificado como un claro delito recibir honorarios profesionales en rama o cobrar en billetes intereses extrabancarios altos y no declararlos?
Vaya aquí mi inconformidad con la demonización actual de concepto de “reforma tributaria”. Es y será necesaria hacia adelante. Claro que se puede hacer bien o mal, pero si un candidato dice que no va a subir los impuestos, al menos yo NUNCA podría votar por él. La idea de varios partidos de sacarle el cuerpo al tema tributario, comprensible a corto plazo, no lo es ni a mediano ni a largo plazo. Sí, claro que hay que suprimir gastos inoficiosos y moderar otros, pero como suele suceder en las empresas, el Estado colombiano no se puede financiar a punta de bajar los gastos, entre otras cosas porque otros muchos, diga usted el de la renta básica universal (RBU), tendrán que aumentarlos, no bajarlos.
Si alguien quiere ser presidente de Colombia, ¿no está obligado a concretar su propuesta tributaria? Claro que sí. No sobraría que los amigos periodistas le preguntaran a Petro por su proyecto tributario concreto, con números y demás. Él se vanagloria de ser economista y poca claridad ha hecho sobre este tema.
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