Publicado en: El Espectador
Por: Andrés Hoyos
Llevo meses leyendo todo lo que me cae en las manos sobre la pregunta del título: ¿puede Ucrania ganarle la guerra a Putin? Mis respuestas, al igual que las de una importante cantidad de expertos, fluctúan. Puede que sí, como puede que no. De cualquier modo, es importante que hayan surgido numerosos “Sí”. Piense el lector nada más en lo que hubiera respondido hace apenas seis meses; yo hubiera dicho intuitivamente que no, que de ningún modo Ucrania puede ganar.
Está muy claro que el análisis no se puede basar solo en el tamaño de las fuerzas. Los ucranianos se juegan la vida de su país y tienen todo que perder; de ahí las encuestas que dicen que la invasión rusa ha disparado la unidad nacional en este país, independiente hace solo 30 años. Al menos a mí me viene a la memoria la actitud de los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial, que empezó con Hitler y los nazis de grandes favoritos.
Apenas tras cinco meses de la invasión, la capacidad militar de Ucrania ha aumentado en forma dramática. Les han llegado muchas armas, sean o no una provocación de los donantes. Han sido especialmente decisivos los conocidos HIMARS americanos, 16 entregados hasta ahora. Faltan muy en particular jets de todo tipo, que a lo mejor llegarán en los próximos meses. Con los HIMARS se han destruido decenas de depósitos de munición. Sin esta, los invasores pierden casi todo su poder de amenaza. De cualquier modo, el arsenal de Zelenski cada vez es más potente y hace más mella en los desmoralizados batallones rusos.
Dado que el ejército ruso ha sufrido bajas muy considerables —se habla de más de 15.000—, está incorporando reclutas mucho menos seleccionados y al parecer ya no en edad de combatir. Se dice que son sobre todo prisioneros, minorías de origen musulmán y algunos ucranianos de origen ruso, o sea que se tiene una composición ineficaz. Claro, los ucranianos también han sufrido miles de bajas, de modo que las estrategias de guerra no tienen la precisión del comienzo. Putin paga bien, aunque vaya uno a saber cómo se ve eso cuando un misil Stinger hace volar por los aires el tanque en que vas. ¿Rica tu viuda?
Esta guerra cambió para siempre la doctrina militar. Que un país pequeño, sin tradición guerrera, haya podido frenar y hasta hacer retroceder a la segunda potencia militar del mundo, su gran vecina, no estaba en los planes de nadie. Cierto sí es que los rusos utilizaron una tras otra todas las teorías vetustas que les habían funcionado, digamos, en los tiempos de la URSS. En ello, como en otros aspectos, la invasión es una lucha del pasado contra el presente, con efectos sobre el futuro.
Una guerra en la que Ucrania sí va ganando es la de la comunicación, hecha excepción de la población rusa, convencida de los motivos de Putin, más que todo por una nostalgia imperial muy descaminada. Eso sí, los costos de la guerra aún no les tocan de lleno: los muertos son más que todo provincianos, no moscovitas o gente de la Rusia central. Putin se ha cuidado de poner en efecto una política agresiva de conscripción, la cual podría voltear la tortilla de su popularidad.
En fin, si Rusia termina por imponer su voluntad parcial —la total es en extremo difícil—, habrá pagado un precio exorbitante por ello. Igual, Putin sacará entonces pecho. Si no logra imponerla, lo que luce cada día más probable, habrá un reacomodo drástico en el panorama político mundial, en particular en Asia y Europa.