Karina Sainz Borgo: “No creo en las literaturas nacionales” - Rafael Osío Cabrices

Un festín de gusanos – Karina Sainz Borgo

Alrededor del cadáver político del sanchismo los buitres se arrancan los pellejos a picotazos progresistas y enajenados

Por: Karina Sainz Borgo

 

En aquel pantano que describió Rafael Chirbes, la mengua del agua dejaba a la vista el despojo. Acaso como el amor o la muer-te, la corrupción goza de la universalidad de las cosas inevitables. La degradación moral es tan común a los hombres y mujeres como la corrupción del cuerpo una vez arrancado de la vida.

Desde el Macbeth de Shakespeare hasta el Dorian Gray de Wilde. Algo se pudre.

Pisos, pagos, saunas, fraudes, amaños, abuso, impunidad. El bodegón barroco del Estado. La lenta marcha de la muerte. Se corrompen los cuerpos. Mientras desaparecen, otros seres se alimentan de sus vapores. El cadáver del que fue aloja sus propias alimañas y las exhibe. Nos dan asco las larvas y los gusanos devorando la carne aún pegada al esqueleto. Nos repulsa el incómodo trámite al que se someten los cuerpos antes de acabar en hueso y polvo.

No se muere sin peaje. Al cuerpo sin vida lo acompaña la indignidad de la alimaña. Por eso conviene sepultar o quemar a los abatidos. No es el caso del PSOE presidido por Pedro Sánchez y compañía. A su legislatura, ya rematadamente muerta, sólo le queda la descomposición y su lento espectáculo trófico. A través de las cuencas de los ojos, entre las uñas y por las visceras a punto de estallar, entran y salen las criaturas larvadas que comerán de sus restos. Se alimentan de lo que aún queda. El nacionalismo vasco y EH Bildu se pelearán entre sí por el tejido necrosado. A diestra, Junts, y a siniestra, ERC, morderán y descompondrán con su saliva la carne correosa de un Sánchez zombi, un sujeto atado a la putrefacción de su materia, alguien resignado a que de él se alimenten todas las criaturas que en vida parasitaron su destino y ahora se sirven de él en el tránsito a su más allá político.

El exceso, la lujuria, la gula, la codicia. La pelea entre borrachos. El sexo de pago cuando ya no hay quien lo pague. El paisaje del pantano. Los neones del despojo. El terciopelo funerario. Ese inevitable teatro del moribundo. El bodegón del fin de ci-clo. Más le valdría al presidente del Gobierno un lugar donde resguardarse de los carroñeros. La exhibición de sus visceras, el chasquido y el desgarro de lo que queda de su proyecto político en boca de otros es un espectáculo nauseabundo. Un festín de gusanos. Alrededor del cadáver político del sanchismo los buitres se arrancan los pellejos a picotazos progresistas y enajenados. Si hasta los periodistas que lo acompañaron en la corte, los llamados a narrar sus glorias, se lanzan a morder, hunden el hocico en lo que queda, roen el hueso, se enfurecen y atacan, como perros de basurero.

Rotunda es la muerte cuando se manifiesta. Nadie, por rico, poderoso o impune que pueda ser, o creerse, escapa al pasillo de su extinción. Llegan a su fin los imperios y hasta las dinastías más poderosas acaban compostando la tierra que alguna vez reinaron.

 

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