Un gobierno que se convierte en experto manipulador de datos y percepciones. La realidad detrás de las presentaciones de Excel
Publicado en: La Lista
Por: José Ignacio Rasso
Cuando estudié la preparatoria y la universidad, teníamos que realizar proyectos basados en la creación de una empresa, determinar la inversión inicial, el producto que se iba a vender, investigar los costos de producción, establecer precios, gastos administrativos y la utilidad esperada. Todo lo teníamos que presentar en tablas de Excel para ser evaluados de acuerdo con la creatividad del proyecto, así como a la viabilidad y rentabilidad del mismo.
No es secreto que, si las cuentas no salían, aumentábamos el precio, bajábamos los costos o pronosticábamos un mayor nivel de ventas en el corto plazo, porque si el resultado no era el esperado solo constaba mover unos números por aquí, sumar otros por allá, quitar, poner y listo. Como arte de magia, ¡boom!, nuestra empresa era un éxito total.
Así pueden imaginar que fui multimillonario un centenar de veces en hojas de cálculo.
Lejos de mis historias en papel, de la inexperiencia y la permisividad que puede tener un estudiante, en México tenemos un gobierno que gobierna con diapositivas. Juega sumando percepciones y mentiras al restar a su conveniencia o elegir el año de comparación que favorezca a sus intereses. Todo sea por llenarle el ojo al presidente con presentaciones que lo hagan sonreír.
Si es necesario bajar los homicidios solo es cuestión de moverlos a la casilla de desapariciones y listo, los homicidios bajan. Tampoco se menciona el aumento de las extorsiones y listo, la seguridad va muy bien.
Lo mismo hemos presenciado en el sector salud, la economía, el ataque a la corrupción, la educación o al inaugurar una refinería que no produce gasolina. Porque en el fondo tenemos un gobierno de percepciones y presentaciones. Tenemos un gobierno de Excel.
Pero dentro de la gestión estudiantil que caracteriza a la actual administración, existe un tema donde no se debe jugar, donde no podemos pretender mover de columna a las víctimas de desaparición y desaparecer a los desaparecidos.
No podemos permitir el engaño. No podemos justificar el levantamiento de un censo por parte de los servidores a la nación sin capacitación, diagnóstico, metodología y revictimizando a una población abandonada.
Lo que sucede es que, si la realidad no se ajusta a lo que quiere el presidente, se producen otros datos y se brinca de casilla en casilla hasta que arrojen el resultado que se necesita para exentar la materia. Porque nada debe detener la transformación de México y menos, por culpa de las personas que no quieren aparecer.
Así se aprovechan del descontrol, irresponsabilidad, falta de preparación, subregistro, ocultamiento de cifras, reclasificación de delitos y manipulación de datos por parte de las fiscalías, para que el presidente pueda aprobar la mañanera, para que Jesús Ramírez le coloque una estrella dorada en la frente y Alejandro Encinas le selle el block de notas con una abejita trabajadora.
Pero por más diapositivas que nos presenten, la materia lejos de estar hecha, habrá reprobado frente a las verdaderas víctimas, las madres buscadoras, los familiares de las personas no localizadas y las más de 113 mil desapariciones que nos lastiman día a día.
Porque desaparecer de un plumazo a los desaparecidos no es un mal trabajo de escuela, es un acto inhumano y una sentencia de olvido. Es propaganda electoral sobre los muertos que no podrán votar. Es, un gobierno que busca borrar los datos a su antojo sin importarle si reprueba la tarea, porque no hay verdad, no hay justicia y todo se repite.