Karina Sainz Borgo: “No creo en las literaturas nacionales” - Rafael Osío Cabrices

«Un país de huérfanos» – Karina Sainz Borgo

Madre e hijo, asesinados con 30 años de diferencia

Publicado en: ABC

Por: Karina Sainz Borgo

En la historia de una nación, la vida es aquello que sucede de una generación a otra. Es la siembra y su cosecha. Hay quienes viven una tragedia, pero también quienes la heredan. Incluso quienes intentando cambiar ese le-gado, acaban sometidos a él. El pasado 11 de agosto, a los 39 años, murió el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. Ocurrió casi dos meses después del atentado que lo mantuvo en estado crítico de salud. Al precandidato por el partido opositor Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, le dispararon mientras ofrecía un discurso en Bogotá. El ataque se produjo en medio de las tensiones provocadas en Colombia por la intención del presidente Gustavo Petro de sacar adelante una consulta popular para una reforma laboral. En un ambiente preelectoral -habrá comicios en 2026-, Miguel Uribe Turbay se convirtió en la diana de un disparo y la consecución de una tragedia que ha marcado la vida de los colombianos durante generaciones.

La madre de este político, Diana Turbay, fue asesinada en 1991 durante un polémico intento de res-cate. Su hijo tenía apenas 5 años. Corría la década de los noventa, el narcotráfico estaba en auge y las guerrillas en plena expansión. Además de hija de un expresidente colombiano y miembro de una destacada familia en la vida política de Colombia, Diana Turbay era una periodista reconocida e influyente.

Trabajaba como directora de una revista independiente y de un noticiero de televisión cuando le tocó registrar, en apenas ocho meses, el asesinato de tres candidatos presidenciales: Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. Más de treinta años después, su hijo Miguel se convirtió en el cuarto aspirante a la presidencia asesinado en la historia reciente del país.

La herida colombiana es profunda. Conmueve. Interpela. Dice el escritor Héctor Abad Faciolince que Colombia es «un país de huérfanos». El 25 de agosto de 1987, hace ya 30 años, dos sicarios dispararon contra el médico antioqueño Héctor Abad Gómez, su padre. Lo esperaron a la salida de la sede
Sindicato de Maestros de Medellín y le dieron muer-te. Héctor hijo fue el primero en llegar, junto con su madre, Cecilia Faciolince, a la calle de Medellín donde yacía el cuerpo sin vida de su papá. Veinte años necesitó el escritor para contar lo ocurrido en las páginas del sobrecogedor libro ‘El olvido que seremos.

En su quinta novela. ‘La forma de las ruinas, el también colombiano Juan Gabriel Vásquez narra hasta qué punto heredamos los hechos violentos del pasado, aunque hayan ocurrido mucho antes. El asesinato de Miguel Uribe Turbay sucede tras varios intentos de la sociedad colombiana por emprender un proceso de paz y convivencia. La muerte de este político ocurre en un clima de confrontación y polarización propiciado por el actual presidente Petro, un hombre que gusta afilar, sincronizar y combinar las palabras para convertirlas en letales. La primera muerte ocurre en el lenguaje. Las palabras convierten la convivencia en combate. Nos entrenan, incluso para perpetuar tragedias.

 

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