Karina Sainz Borgo: “No creo en las literaturas nacionales” - Rafael Osío Cabrices

Un periodista, un sociólogo y un escritor – Karina Sainz Borgo

Publicado en: ABC

Por: Karina Sainz Borgo

En una mesa dispuesta para la conversación, un periodista, un escritor y un sociólogo intercambian ideas. El tema propuesto son los laberintos del mundo contemporáneo, pero el asunto se decanta hasta llegar a la tesis, o mejor dicho, a la posibilidad de una comprobación sobre si existen similitudes entre nuestro mundo y el que vivió el período de entreguerras del siglo pasado. Una a una, las evidencias van juntándose como moscas. Diría quien escucha que los argumentos zumban: la euforia de las vanguardias entonces y la eclosión de las modas ahora; el artista que antes glosaba el rugido de la máquina es el mismo que se deslumbra hoy ante el poder del algoritmo; la coartada de reparación de los nacionalismos y el desmoronamiento, en ese entonces del imperio austrohúngaro, y ahora de la Europa del Pacto del Carbón y el Acero, de 1951. Se está quedando una mesa preciosa para cortarse las venas.

Como es de esperar de su oficio, el periodista contratado para moderar el debate ansía una respuesta a la pregunta sobre si vivimos como el Joseph Roth de ‘Años de hotel’, aquel libro en que el austriaco advirtió a sus colegas escritores que los nazis estaban quemando sus libros y que sería mejor para todos escapar antes de que los quemaran también a ellos, sus autores.

El escritor contesta sólo como un contador de historias puede hacerlo: atendiendo al punto de vista. Quien sabe narrar se pregunta siempre quién y cuándo relata la acción. Influido por esa premisa, el escritor dice estar cada vez más convencido de ser él mismo, aquí y ahora, un habitante del mundo de 1925: ese tipo de seres que pensaron que lo peor ya había pasado en 1914 y se disponían a bailar antes del crack del 29 o a tocar la trompeta en el Berlín del 33.

La lectura no solo es bella y precisa, además es inútil… ¡como las buenas novelas!

Antes de que descarrile el debate, el sociólogo pone sobre la mesa la única interpretación realmente novedosa de toda la velada: la constatación de la ruptura del pacto atlántico. Toma ya. La OTAN ve apearse a Estados Unidos del bando de los antiguos aliados, mientras la Rusia de Vladímir ‘El Grande’, perdón quise decir Putin, hace ya tiempo que se pasó los tres pueblos que inauguran una guerra.

El tiempo de coloquio se acaba y conviene llegar a un desenlace de algún tipo. En lugar de reunir los hallazgos que está obligado a glosar a manera de conclusión, el periodista resume el debate troceándolo en gruesos tropezones de verdad. El escritor, en cambio, insiste en los matices -una cosa puede ser la misma y su contraria- mientras que el sociólogo recomienda abandonar toda nostalgia y prepararse. Parecen Didi, Gogo y Pozzo en la obra de Beckett. Pero a estos no los dirige Roger Blin, ni siquiera los inventó Beckett, pero vaya si andan entretenidos mientras espera algo o El tiempo de coloquio se acaba y conviene llegar a un desenlace de algún tipo. En lugar de reunir los hallazgos que está obligado a glosar a manera de conclusión, el periodista resume el debate troceándolo en gruesos tropezones de verdad. El escritor, en cambio, insiste en los matices -una cosa puede ser la misma y su contraria- mientras que el sociólogo recomienda abandonar toda nostalgia y prepararse. Parecen Didi, Gogo y Pozzo en la obra de Beckett. Pero a estos no los dirige Roger Blin, ni siquiera los inventó Beckett, pero vaya si andan entretenidos mientras espera algo o alguien que no es Godot, ni tampoco acaba de llegar.

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