Publicado en elcato.org
Hana Fischer indica que los antibióticos se han disminuido en un 90%, que entre 2015 y 2016 la mortalidad infantil incrementó en un 30,12% y las maternas un 65,79%, y la incidencia de la malaria creció en un 76,4%.
Venezuela es un país sumamente rico en recursos naturales y hasta hace relativamente poco, un ejemplo de democracia en América Latina. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la población está siendo diezmada a causa de enfermedades curables, el hambre, la insalubridad, la violenciay el sadismo desenfrenado que es realizado o alentado por las más altas esferas gubernamentales.
Esta tragedia afecta a todos los estratos sociales —obviamente que no a la oligarquía chavista— pero en forma más pronunciada a los más vulnerables: familias pobres, niños, ancianos y comunidades indígenas.
Cientos de venezolanos están muriendo por dolencias, que en sí mismas, no son mortales. La causa, es la falta de medicamentos que impide que puedan seguir las recomendaciones de sus médicos. Incluso, en las poblaciones indígenas del Zulia, las de Perijá y la Guajira, ha aparecido la sarna.
Francisco Valencia —presidente de la ONG Codevida — denuncia que hay más de 300.000 personas con enfermedades crónicas sin recibir el tratamiento adecuado. Esa afirmación coincide con la realizada por el gremio de los farmacéuticos, que asegura que escasean una cantidad impresionante de remedios; la disminución en los antibióticos alcanza el 90%.
Asimismo, la carencia de vacunas es preocupante. El médico pediatra Eduarda Mata había denunciado hace un año y medio atrás, que desde hacía diez meses no recibían vacunas para los niños. Apesadumbrado manifestó, que “aquí esperamos la explosión de epidemias de enfermedades que pueden prevenirse”. Específicamente, mencionó las vacunas contra el Rotavirus, la Influenza, la H1N1, Neumococo, Meningitis, Sarampión y Rubeola.
Este cuadro se torna más angustioso, si se tiene en cuenta que la desnutrición afecta a gran parte de los chicos de familias pobres. La oposición estima que mueren 28 niños por día a causa del hambre y las enfermedades.
Los datos oficiales no son confiables pero aún así, dan alguna pauta. Aunque evidentemente, la situación es peor de lo que indican. Según las cifras divulgadas por el Ministerio de Salud, las muertes infantiles aumentaron 30,12% en 2016 con respecto a 2015. Y las maternas, un 65,79%.
La información del Boletín Epidemiológico confirma la reaparición de la difteria, con un total de 324 casos en 2016. La difteria es una enfermedad peligrosa —dado que puede dañar el tejido del corazón, ocluir las vías respiratorias y provocar la muerte — pero también es fácil de evitar y curar. En caso de que aparezca, hay que suministrar penicilina. La tragedia es que ahora no se encuentra fácilmente en los hospitales venezolanos. El colmo, es que la difteria había sido erradicada de Venezuela hace 24 años.
Una situación análoga ocurre con la malaria. Las estadísticas oficiales revelan un aumento de su incidencia de 76,4%. En 2015 hubo 136.402 casos y en 2016 pasaron a ser 240.613. Al igual que con la difteria, entre 1960-1970 la malaria había sido prácticamente extirpada de Venezuela. Incluso, mediante un programa que fue alabado a nivel mundial.
Adam Schiff —diputado estadounidense — había alertado hace un tiempo, que “los hospitales [venezolanos] carecen de equipo básico y las enfermedades tratables se han convertido en condenas de muerte […] A medida que el hambre masiva se extiende, la mortalidad infantil y ladesnutrición se han disparado”.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su informe 2017 sobre el estado de la nutrición en el mundo, sitúa a Venezuela como la segunda nación con la mayor prevalencia de personas subalimentadas en América Latina y el Caribe.
Según ese documento, el hambre en Venezuela se incrementó en forma pronunciada en estos últimos años, llegando a niveles nunca antes vistos. En 2014, había 2,8 millones personas desnutridas, cifra que saltó a 4,1 millones en 2016. O sea que en dos años, la gente hambrienta pasó de ser 10,5% a 13% del total de la población.
Muchos creen que son económicas las causas de esta terrible situación. Por eso les produce extrañeza que el régimen de Nicolás Maduro prohíba que la comunidad internacional done alimentos y medicamentos. Lo que más les sorprende, es que ni siquiera permita la ayuda de países amigos como Cuba, Bolivia, Rusia o China
Esa perplejidad se origina en la poca comprensión de la real naturaleza de esta crisis humanitaria. Si bien es cierto que lo económico es un aspecto importante, en rigor, la tragedia que están sufriendo los venezolanos es provocada ex profeso por el chavismo. ¿Por qué? Por móviles políticos: asesinar a todo aquel que ose oponerse a la dictadura, y sembrar el terror para tornar a la ciudadanía en dóciles instrumentos en sus manos; para anular toda capacidad de resistencia entre la población.
La atmósfera que se respira en ese país caribeño, es semejante al de la Alemania nazi, la Unión Soviética bajo Stalin y Camboya en la época de Pol Pot.
Stalin y Pol Pot perfeccionaron las técnicas nazis de exterminio, porque sus campos de concentración no tenían alambrados que los limitaran sino que abarcaban todo un territorio. El sadismo con las indefensas víctimas era el mismo, pero en vez de recurrir a la industrialización de la muerte como hizo Hitler, encontraron que con las hambrunas se podía obtener el mismo resultado, pero más rápido.
Entre 1932 y 1933, Stalin hizo requisar todo el grano de Ucrania. Los que se resistían, eran fusilados ahí mismo delante de sus familias. Su ataque iba dirigido primordialmente contra los “kulaks” (campesinos propietarios), porque eran quienes ofrecían mayor resistencia a la implantación de su totalitarismo. El resultado fue que en apenas dos años, murieron entre siete y diez millones de ucranianos por hambre y las enfermedades asociadas a la desnutrición.
Al desclasificarse los archivos secretos soviéticos de ese período, surgen fuertes indicios de que fue una hambruna provocada artificialmente por móviles políticos y ordenada por Stalin.
Del mismo modo organizó Pol Pot sus propios campos de concentración, que abarcaban toda Camboya. En su caso, entre 1975 y 1978 murieron —por las mismas causas que en Ucrania y la Alemania nazi — alrededor de 1,5 millones de personas. Esa cifra representaba un tercio de su población, lo cual da idea acerca de la magnitud de esa masacre.
Hay grandes semejanzas entre las mencionadas estrategias políticas de Stalin, Pol Pot con la de Nicolás Maduro. La mayor diferencia es que ahora con las nuevas tecnologías de la comunicación e información, con las redes sociales, no es tan fácil ocultar las infamias.
Algo relevante a tener en cuenta es, que si bien el chavismo es una dictadura, no es una cualquiera. Se parece más al nazismo, al estalinismo y al gobierno de los jemeres rojos porque convirtió a Venezuela en un enorme campo de concentración. Y, al igual que en la Alemania nazi, Ucrania y Camboya —donde la gente murió de hambre, enfermedades curables y debido al sadismo de los funcionarios estatales, y a nadie se le podría ocurrir que era por casualidad — eso mismo está pasando en Venezuela.
En definitiva, esa sería la explicación de por qué Maduro no acepta ayuda humanitaria internacional, a pesar de tanto sufrimiento que asola a los venezolanos.
Este artículo fue publicado originalmente en el Panam Post (EE.UU.) el 14 de diciembre de 2017.