Publicado en: El Tiempo Latino
Se encontraba trabajando en su laptop en su viejo escritorio de caoba pulida cuando repicó el teléfono. Era su nieta preferida, quien le preguntó en tono incriminatorio:
—¿Ya estás listo, abuelo? El homenaje es a las 8 en punto y debo pasarte buscando en menos de media hora—
Rezongando, revisó el calendario en la puerta del refrigerador y allí estaba ominosa la marca en rojo en ese día preciso. Veinte minutos más tarde pasaba por él su nieta, con cara de pocos amigos:
—Caramba abuelo, estás viejo, ya no se puede contar contigo,— rezongó
Era la nieta de Henry Kissinger. Este último debía atender una de las decenas de homenajes que le hacían durante el año. A sus casi cien años, Henry Kissinger, el oráculo de la geopolítica mundial y mil veces celebrado autor e internacionalista, había publicado más de treinta libros, en el último de los cuales fue coautor con un par de genios de Google y de MIT cuando contaba… ¡noventa y ocho años!
Es interesante cómo se ha generado actualmente un debate casi irracional sobre la edad del presidente Biden y (menos) sobre la de su contrincante, Donald Trump. Se los acusa de ser viejos y de no contar con las facultades mentales adecuadas para gobernar. Y ello basado en que confunden un estado con otro, o un personaje político con otro, o no recordar la fecha de un acontecimiento político e incluso personal. Naturalmente, la biología no perdona y la vejez es parte irremediable del ciclo vital de los humanos. Pero ese deterioro de las facultades es relativo: Así como no puede hablarse del deterioro de las facultades mentales de Kissinger, a quien casi todo el mundo en Occidente tenía en un pedestal, igual puede decirse de Trump o de Biden, a quien se suele juzgar por su andar quejumbroso y sus fallos de memoria.
Hay que considerar que tampoco es uniforme el impacto de la vejez en las distintas profesiones. No es lo mismo un jugador de béisbol o de cualquier otro deporte que un científico. Se dice de los matemáticos han producido sus mejores formlulas alrededor de los 27 años de edad, mientras que para los biólogos la mejor edad es cerca de 32 años. Pero para los filósofos, científicos sociales no hay ese límite, pues como lo prueba Kissinger, a los 100 años estaba de lo más campante. Eso vale para los políticos. Konrad Adenauer se convirtió en canciller alemán a los 73 años, se retiró a los 87 y murió a los 91 años. Todas las personas que se reúnen a diario con Trump y con Biden dan cuenta de su agudeza mental, bien sea para hacer bien o para hacer mal, pero nadie en su entorno se queja de ella. Que no sean—especialmente Biden—un buen espectáculo para ver u oir, no habla de sus capacidades para ser presidentes. Que nos gusten o no es otro asunto.
Quien escribe tiene 75 años cumplidos y no necesita de ChatGPT para escribir este artículo, para dictar clases, escribir artículos académicos, o preparar reportes especializados. ¡A otro perro con ese hueso! Por cierto, ¿qué día es hoy miércoles o jueves? ¡Ooooops!