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Hacia el cierre de la semana pasada, la prensa venezolana, puntualmente el diario El Universal, nos trajo la noticia de las nuevas concesiones de Guyana en la Zona en Reclamación. Una fotografía satelital nos mostraba cómo diversos bloques eran ofertados a Exxon y a Shell. Y el detalle, lo más grave, es que no sólo se estaban dando nuevas concesiones en la Zona en Reclamación, sino otras que afectan, inclusive, nuestra fachada atlántica actual. De hecho, frente a la fachada del estado Delta Amacuro ya ahí estaba una nueva concesión.
El Gobierno venezolano, desde prácticamente los inicios del primer mandato de Hugo Chávez, ha mantenido una actitud de absoluta negligencia ante el problema de Guyana. Se ha alegado que para Hugo Chávez era preferible mantener contenta a la CARICOM -las naciones angloparlantes del Caribe- a efectos de ganar sus votos en los foros internacionales. Y por otra parte, ayer domingo leíamos que la influencia cubana es la que ha marcado la pauta para que Venezuela se calle la boca frente al problema Guyanés.
Lo cierto es que aparece la noticia sobre las nuevas concesiones y Maduro va a Guyana. Es un viaje que estaba programado con mucha anterioridad y se presentó como la oportunidad perfecta para hacer alguna mención, una observación, y lo ideal, por su puesto, un reclamo. Más no, el señor Maduro no mencionó para nada el tema de las concesiones. Silencio absoluto. Más bien, la información que vino de Guyana, sobre todo proveniente de la canciller guyanesa, tenía la clara intención de darle una bofetada a los venezolanos que insisten en defender el derecho de Venezuela en la Zona en Reclamación. Dijo: “La presencia de Maduro acá es una muestra de las magníficas relaciones que tenemos”.
¿Maduro de qué habló en Guyana? Se puso un collar raro, indígena, algo de folklor y habló de Siria, le mandó hasta una carta a Obama. Porque le preocupa Siria, porque eso le da rédito, supone él, en su discurso radical de revolucionario. Pero en su discurso de venezolano, de “patriota”, queda muy mal al hacer silencio frente al problema guyanés. Eso sí es traicionar a la patria, eso sí es venderla o, peor, regalarla.
Hoy Elías Jaua, Canciller de la República, le sale al paso, según leo en El Universal, a las críticas lanzadas por opositores como Leopoldo López, y le espeta: “ellos descienden de los que pretendieron entregar el Esequibo al Reino Unido”. ¿Este señor Jaua no se da cuenta del disparate mayúsculo que está diciendo, no se da cuenta que lo que se está planteando es, precisamente, que su Gobierno, el que él representa, se ha hecho de la vista gorda y, por lo tanto, está regalando, entregando, lo que Venezuela considera es legítima parte de su territorio?
Para la oposición: “la cancillería ha sido negligente frente a Guayana” palabras del diputado por el Estado Táchira Leomagno Flores, quien dice: “El silencio y la pasividad con la que el Gobierno ha respondido a la decisión de Georgetown de entregar nuevas concesiones petroleras frente al Delta Amacuro es antipatriótica, irresponsable y negligente”.
¿Sabemos entonces quiénes son los auténticos traidores a la patria? ¿Los que realmente la entregan por intereses mezquinos y si se quiere bastardos?