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En las catacumbas

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“Que nadie dude que enfrentamos una verdadera guerra económica. Ese es el legado que ha dejado Barack Obama en Venezuela, una persecución financiera que aún continua. Las dificultades aún no han pasado, las hemos superado pero están latentes. El 2017 será el año para curar las heridas económicas, sociales, políticas y morales, y para eso he designado, como Presidente de la República, con las facultades que me otorga la Constitución, en pleno ejercicio de mi cargo, a esta Junta Directiva de Pdvsa para curar esas heridas y que la estatal petrolera vuelva a ser una industria de desarrollo, de inversión, de palanca para la diversificación económica del país”.

Bien sabemos que la palabra de este señor no tiene mayor contenido ni credibilidad, pero igual hay que detenerse en ella. Resulta que Barack Obama dejó un legado –no en Estados Unidos, sino en Venezuela– nefasto: la guerra económica. Resulta que la nueva directiva de Pdvsa está allí es para curar heridas económicas (¡vaya usted a saber cómo se cura ese tipo de heridas!). Heridas sociales, políticas y morales. Y reconoce tácitamente este caballero  “que la estatal petrolera debe ser una industria de desarrollo, de inversión, de palanca para la diversificación económica del país”. Es decir, la Pdvsa que hemos padecido los venezolanos ha sido un desastre que no ha servido ni para el desarrollo, ni de inversión, ni de palanca para la diversificación económica del país. Podemos coincidir en el diagnóstico, ¿pero pretende el señor Maduro que creamos que todo eso fue por un orden ejecutiva, malvada, maluca de Barack  Obama?

Además, según reseña la nota periodística, “insta a los trabajadores (de Pdvsa) a trabajar con mayor eficiencia, dejar atrás el derroche y  y la corrupción y obtener resultados cada vez más superiores para la patria”. ¿Que esa nomina tan abultada de Pdvsa se haya dedicado al derroche y no haya obtenido resultados y se haya dejado llevar por la corrupción, también fue culpa de Obama? ¿Es que acaso esta nueva junta directiva –“curadora” o “sanadora”- es la que la va a rescatar?

En El Universal leo: “Pdvsa inicia consulta laboral sobre la futura reestructuración. Se creará un nuevo sistema de consulta con la clase obrera para recibir y coordinar proyectos que permitirán la transformación interna y la conversión en una “corporación socialista”.

Cuando a usted le dicen que se va a gerenciar y planificar según una consulta con los trabajadores, usted sabe bien que se está saludando la bandera del populismo y la demagogia, que tal consulta es una pantomima, una farsa. En este régimen los trabajadores no deciden y nadie les consulta, punto. ¿Cuántas empresas conocemos que han ido dizque a manos de los trabajadores y que hoy en día no producen absolutamente nada? Según todo este palabrerío oficial, la Pdvsa que arrancó ayer con la juramentación, por lo visto, será peor, más ineficiente y quizá hasta más corrupta que la que teníamos antes.

Por lo pronto, leo en Forbes: “Nicolás Maduro está a punto de empeorar de nuevo a Venezuela”. De acuerdo con los ratings de Fitch, esa Pdvsa de la que hablamos está a punto del default. Analitica.com ahonda en el tema: “De acuerdo con la agencia calificadora, en el caso de un default, la recuperación promedio de los acreedores se anticipa entre un 31% y un 50%. (…) La estatal de hidrocarburos estaría en riesgo de incumplir el pago de su deuda, según un reporte de la calificadora Fitch Ratings”.

En paralelo a lo anterior –porque la perorata no se le agota- el señor anuncia que va a crear un Estado Mayor en todas las regiones. Informa El Universal: “Al juramentar el “Estado Mayor para Caracas”, dirigido por el alcalde de Libertador Jorge Rodríguez, y que anunció el pasado domingo, el presidente dijo que esta será “una experiencia piloto”, para instalar mecanismos similares en todo el país, “para que la revolución se reconecte con las catacumbas del pueblo”.

¿Se habrá dado cuenta de lo que ha dicho, del eco sombrío y siniestro de la palabra? “Reconectarse con las catacumbas del pueblo”.

En efecto, el pueblo está en las catacumbas. Está como al principio de la cristiandad, perseguido, castigado, reducido a cuevas subterráneas, a la oscuridad donde prevalecen la peste, el hambre, la miseria y la muerte. Antes el pueblo, mal que bien, vivía en la superficie. Ahora, gracias a la revolución y muy en especial al señor Maduro, ha quedado condenado al inframundo de las catacumbas donde se malvive sin porvenir.

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