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La revolución no debe estar tan sólida, si apenas un par de cartas la ponen a temblar. La resquebrajan en sus cimientes. A la carta de Giordani siguió ayer, día de San Juan -mientras Nicolás Maduro mostraba el poderío de la revolución armada en el día del Ejército-, otra carta muy breve, del múltiple ministro Héctor Navarro. Digo múltiple ministro porque prácticamente pasó por todo tipo de carteras, desde Educación hasta Electricidad. Lo fundamental de la carta de Navarro es que se solidariza con Jorge Giordani, y advierte que: (Giordani toca) “problemas que están poniendo en peligro el propio curso de la revolución». Es decir, no estamos hablando de una tontería, de una anécdota, de un hecho coyuntural. No. Se trata de algo fundamental que pone en peligro a la mismísima revolución.
En un párrafo Navarro dice: «Me constan los esfuerzos de Giordani para lograr que el Presidente lo recibiera con el objeto de plantearle muchos temas y vías de acción. Algunos de tales problemas llegó a plantearlos con la solución propuesta en un número importante de puntos de cuenta, que fueron simplemente devueltos después de meses por el presidente con una firma y la marca diferido (todos con la misma fecha de diferimiento), pero sin un comentario, recomendación, observación”.
Supone uno, a lo mejor, que Maduro ni siquiera leyó los documentos, o no los leyeron ninguno de sus asesores y de allí el diferimiento. Pero advierte Navarro en su carta algo grave: “El 14 de febrero del 2013, (nótese que todavía no había fallecido el comandante Chávez), Giordani estuvo en la Dirección Nacional del PSUV y de acuerdo a nuestros apuntes, planteó allí varias de las cosas que ahora plantea en su carta, resultado: silencio absoluto”.
¿Quiere decir que cuando Chávez todavía estaba vivo, ya no estaba mandando? ¿Puede uno sospechar que, por la enfermedad, ya él estaba al margen, postrado, quizá inconsciente? ¿O sí estaba consciente y era solidario, automáticamente, con todo lo que pudiese decidir el señor Maduro? Difícil encontrar las respuestas. Pero volvamos a lo que nos interesa.
Se pregunta Navarro en su carta: “¿El traidor es Giordani porque, por ejemplo, denunció la asignación de dólares a empresas de maletín y propuso cursos de acción para impedir que eso siguiera ocurriendo?” Y más adelante plantea algo que, inclusive, hemos comentado mucho en el programa: “Creo que nos corresponde exigir respuestas, así como la relacionada con la listas de las empresas que se beneficiaron con la entrega de dólares”.
Pero a todo esto, el señor Maduro responde con el silencio. No se ha mostrado la lista de las empresas beneficiadas con Cadivi. No ha habido ni una sola acusación, ni contra quienes estuvieron en Cadivi, ni los beneficiados, ni nada. No se sabe absolutamente nada de eso. Como diría Navarro, sólo silencio absoluto.
Maduro guarda silencio frente a todas estas críticas, sólo habla -y ayer lo hizo exhibiendo los símbolos del poder, con la banda presidencial cruzándole el pecho, en el Parque de Carabobo ante los militares; leo la cita en El Correo del Orinoco-: “Exijo máxima lealtad y disciplina a todos los líderes revolucionarios. Hoy en Venezuela las fuerzas disolventes pretenden incubarse desde adentro”. Es decir, él no va a discutir, ni va a responder por lo que le están acusando. Él, sencillamente, exige silencio y lealtad a ciegas. Tan es así, que hoy, en la primera página de El Nacional: “Héctor Navarro suspendido del PSUV por apoyar a Giordani. Después de difundir una carta en la que reclama al presidente Nicolás Maduro que reivindique al destituido ministro de Planificación, el dirigente informó a sus colegas de la Red Socialista de la UCV, que recibió una llamada de Ramón Rodríguez Chacín, para comunicarle que la Dirección Nacional acordó cesarlo de inmediato de sus funciones como miembro de la organización del partido. El partido de Gobierno no ha emitido declaración sobre el caso.”
Fuera ya del PSUV y lo mandan a sacar con un militar, nada menos que Rodríguez Chacín. Los militares son los que están mandando, y ahora más cuando tienen la buena pro del Tribunal Supremo de Justicia, pues, como dice Rocío San Miguel, se han convertido ya en un partido político armado.
Pero no son sólo las críticas de Giordani y Navarro. El PPT pide discutir a fondo lo que está ocurriendo. El Partido Comunista en la misma tónica, y, por si fuera poco, son vastos los sectores del PSUV que internamente empiezan a manifestar sus críticas.
Como decíamos al principio, por lo visto la revolución no está tan sólida. Par de cartas la han puesto a temblar. ¿Escribirá Maduro la suya?
Un comentario
Se hunde el barco de la revolucion bonita mi querido capitan