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Ha sido una semana larga, exageradamente larga, como nunca antes la habíamos tenido. Para varias generaciones de venezolanos resultó una experiencia inédita el sepelio de un Presidente de la República, un presidente muerto durante el ejercicio del cargo. Sólo sabemos del asesinato de Delgado Chalbaud, pero fue una circunstancia completamente distinta.
Los venezolanos hemos vivido esta larga semana de duelo, de luto. El día viernes, inclusive, no hicimos programa, hubo la decisión de respetar precisamente esos grandes funerales de Estado a los que asistieron unos cincuenta dignatarios de todas partes del mundo. Un suceso realmente planetario, como le hubiera gustado al propio Presidente Hugo Chávez. Así lo escribió en un tuit muy afortunado nuestra compañera Ibeyise Pacheco: “Estos funerales le hubieran gustado a Chávez”; fueron dignos de su ambición planetaria. Mientras, filas y filas se acercaban para ver, luego de seis horas de cola, por escasos cinco segundos al Presidente. Cómo calificamos a esta multitud: ¿militantes, seguidores, simple pueblo llano, feligreses? Y este último calificativo, que para algunos puede sonar absurdo o exagerado, también es pertinente porque pareciera que estamos acercándonos a una suerte de gran religión, de mito, y ahora hay que interpretar ya no sólo el hecho político Chávez, sino también el mito Chávez y lo que de todo esto va a quedar de ahora en adelante.
Por lo pronto, jugando a sus anchas con la Constitución Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia ha tomado decisiones: el señor Maduro deja de ser Vicepresidente encargado para ser Presidente encargado de la República -sin que nadie le haya elegido para nada-, y vamos a un proceso electoral el próximo 14 de abril.
La población opositora, esos seis millones y medio, parecían estar en un sopor mucho más luctuoso, inclusive, que el de los propios partidarios del Presidente Chávez; se sentían como desorientados, como perdidos. Pero anoche les aparece Henrique Capriles con una alocución sorprendente, por decir lo menos. La MUD le había ofrecido la candidatura y ayer decidió aceptarla. Pero no es tanto la aceptación como las condiciones, las palabras con que lo hizo.
Por primera vez Capriles dijo con todas sus letras lo que todo el sector opositor quería escuchar. Habló desde la economía (“la economía no es la que va acabar con este régimen”, y les pidió disculpas a los economistas por hacer esa afirmación) hasta las mentiras que, según él, dijo el señor Maduro en estos largos tres meses de ausencia de Hugo Chávez. Incluso llegó a plantearse algo sumamente grave y delicado: ¿cuándo habrá muerto de verdad Hugo Chávez?, se preguntó ante las cámaras de la televisión. Y por allí siguió en sus acusaciones contra Maduro, haciendo suyas dudas que ya eran colectivas: ¿después de lo que hemos visto con la muerte del presidente, cómo es que ustedes se reunieron cinco horas con él? Falso. Como falso es que ninguno de estos decretos los haya decidido o aprobado el Presidente; con lo cual estaba hablando, inclusive, de un decreto tan importante y delicado para la vida de todos nosotros lo venezolanos como lo es la devaluación de la moneda.
Al Almirante Molero, Ministro de la Defensa, quien lanzó aquellas desafortunadas e infelices declaraciones sobre “darle en la madre a los fascistas”, le soltó: “Molero usted es el penúltimo de su promoción, usted es una vergüenza para la FANB”. En fin, a medida que iba hablando se insuflaban cada vez más ánimos a sus seguidores hasta llegar a la frase fundamental -a mi entender- cuando dijo: “Maduro no es Chávez”.
Tan cierta es la frase que, por un lado termina de hablar Capriles, y ya por la otra el ministro Villegas anunciaba en un tuit que en minutos vendría la respuesta de Maduro.
En primer lugar, es una postura reactiva: es Capriles el que le marcó la pauta. Capriles le fijó el terreno, lo provocó y Maduro cayó muy rápido; piso la concha de mango con una velocidad extraordinaria para responderle de manera directa. Chávez lo hubiese ignorado, de hecho Chávez llamaba a Capriles “la nada”, y recordemos que acuñó aquel refrán de “Águila no caza Mosca”.
Maduro cometió, de entrada, dos errores: primero responderle de inmediato, y, segundo, hacerlo con tanta torpeza. El Nacional de hoy le cita: “Es la declaración más infame e irresponsable en estas horas de dolor”. Es decir, el chavismo sí hace, sí insulta en medio del dolor; pero no se les pueden reclamar verdades por culpa de ese mismo dolor. Y esa, precisamente, fue una de las acusaciones más importantes que hizo Capriles: “Ustedes han jugado con la muerte de Chávez, ustedes han jugado con el cadáver, con el cuerpo de Chávez”.
En fin… La campaña apenas ha comenzado. Será muy corta y será feroz, dura y sin clemencia. Un experiencia que no hemos vivido los venezolanos; y eso que ya lo hemos vivido (casi) todo.
Un comentario
Saludos,
Laura, el editorial con esa música de fondo queda terrible. Por favor dejen sólo a César Miguel hablando, no hay necesidad de esa incomodidad de fondo. De hecho, no lo pude escuchar completo.
Abrazo.