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Ser o no ser, tener o no tener

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  La situación es un poco pantanosa. Hagamos memoria para tratar de entender lo que está de por medio. El presidente Hugo Chávez, para garantizar el triunfo electoral, decide invertir en la construcción de viviendas. Supuestamente viviendas “dignas”, aunque estas no pasaron de ser pequeños espacios rudimentarios, construídos apresuradamente sin mayor planificación, en sitios improvisados sin servicios ni las mínimas condiciones para urbanizar. En Caracas, por ejemplo, hubo un empeño especial para que estas construcciones estuviesen en la avenida Libertador. ¿Para qué? Pues para que cumpliesen con su principal función propagandística: que estuviesen a la vista de todos. Porque las viviendas en cuestión eran, fundamentalmente, una estrategia electoral, una estrategia populista. Fue así como de la Misión Vivienda se pasó a la Gran Misión Vivienda Venezuela, y Maduro no hizo más que prolongar la estrategia.

  En la campaña electoral para las parlamentarias del 6 de diciembre, que Maduro torpemente convirtió en  plebiscitarias, se empeñó en demostrar cómo cada semana iba construyendo cincuenta mil viviendas nuevas. La estrategia resultó contraproducente por lo absurdo e irreal de las cifras.

  Ahora qué ocurre. Las viviendas fueron adjudicadas a simpatizantes y militantes del oficialismo. Pero subrayemos el punto: adjudicadas, ellos no son propietarios. Están allí porque se les dio una dadiva, no más. El verdadero propietario de la vivienda sigue siendo el gobierno.

  Ante esto la oposición ha dicho, ¿y por qué esas viviendas no son de los que las habitan? Formalizar la situación, que paguen algo por ellas para que, en definitiva, sean ellos los verdaderos propietarios. Usted, al ser el propietario, va a cuidar su vivienda, va a cuidar su entorno y va a tener algo para enfrentar el futuro, algo para dejarle a sus hijos. Eso es lo que quiere cualquier padre de familia.

  Pero eso no entra en el cerrado esquema ideológico de la revolución. Para Nicolás Maduro esto es sencillamente privatizar la Misión Vivienda Venezuela, y hasta chantajea que si se privatiza ya no se harán más viviendas. Así es como ha declarado con vehemencia y quizás, diríamos, hasta algo de desespero, El Estímulo le cita: La Ley de Vivienda (la propuesta por la oposición) no va y punto. No, no, no y no. (…) Yo le pregunto al diputado Borges ¿cuántas viviendas ha construido usted en Miranda? Hay que ser bien cara e tabla”.

  El señor Borges, Presidente, es diputado y no es su función ni tiene cómo construir viviendas, tampoco es empresario.

   Pues bien, esto es lo que está planteado. O el que habita la vivienda es propietario o se queda como un siemple cliente –objeto- político, víctima del populismo, a quien el gobierno puede quitarle la vivienda a su antojo y voluntad.

  La Asamblea Nacional ayer aprobó en primera discusión el proyecto de la Ley de Vivienda. Y según leo en El Nacional, también van a auditar la Gran Misión Vivienda Venezuela y todos los proyectos en marcha. Mientras, Nicolás Maduro, para salir del entuerto y hacer más atractiva su postura, plantea lo que el diario oficialista Correo del Orinoco destaca como su gran titular de primera página: “Clase media con más chance para comprar viviendas. Hasta 20 salarios mínimos es la base de cálculo de 0800MIHOGAR. Presidente Maduro crea registro inmobiliario para propietarios de la Gran Misión Vivienda Venezuela y llamó a movilizarse contra la ley “trampa” de propiedad, que pretende aprobar la MUD en la AN. “Voy a seguir protegiendo a la clase obrera y trabajadora”.

  Sus diputados qué dijeron ayer en la Asamblea. Pedro Carreño, estrenándose como jurista: “El proyecto de Ley de Vivienda no resiste un análisis jurídico y es inconstitucional”. El diputado Ricardo Molina, ex ministro de Vivienda, tildó a la ley de “bodrio” y afirmó, aunque sin entrar en detalles: “El gobierno sí entrega la propiedad de las casas a la Misión Vivienda”. Cosa que, de ser cierta, contradice el discurso del presidente Maduro. Y también habló otro diputado del PSUV, Henkerver Tovar, quien, en medio de la discusión sobre el tema, argumentó de esta curiosa y escatológica manera: “Les dicen aguas negras porque creen que los negros somos mierda”.

  Sin comentarios.

 

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Un comentario

  1. Excelente articulo, que podemos esperar de esa distorsion mental, propia de los rojos…no pueden creer y mucho menos aceptar que el ciudadano, ya no cree en sus charlatanerias y menos en lo que quieren llamar politicas de estado , que no pasan mas ser ser voces repetidoras de los mismo…ese mal de los rojos mal hablados!!

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