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“Me siento destruida emocionalmente, no puedo con tanto odio y resentimiento bolivariano”.
Imposible leer esta frase y no estremecerse, no sentir una sacudida por tanta indignación e impotencia. Esto lo escribió Bony Simonovis, la esposa de Iván Simonovis, la madre de Ivanna, ayer cuando se entera de la decisión del Tribunal Primero de Ejecución del Estado Aragua, donde la Juez Dorita de Freita negó la solicitud de medida humanitaria para el Comisario Iván Simonvis.
Al respecto, titula hoy Tal Cual: “Jueza roja ‘condena a muerte’ a Iván Simonovis”. En la decisión hay una carga de cinismo y crueldad, sencillamente inaceptable. Porque, tal como lo informa El Universal en su primera página: “Simonovis seguirá preso pero en Ramo Verde para que lleve sol”. La jueza de Ejecución de Aragua Dorita de Freita, negó la medida humanitaria por motivos de enfermedad solicitada por el comisario y autorizó que un médico pueda verlo en la cárcel de Los Teques. Resulta que no repararon en el informe del médico forense y la decisión, a las claras marcada por el odio, es una condena a muerte.
En primer lugar, puntualicemos. Iván Simonovis es inocente de los cargos por los cuales se le acusa. Nunca se le pudo probar nada en el juicio. Este fue largo y amañado. Y lo atestiguó el magistrado Aponte Aponte, por instrucciones directas de Hugo Chávez, la idea era condenarlo a 30 años. Hacer de él el chivo expiatorio, tomar en Simonovis una medida ejemplarizante.
Número dos, y es bueno subrayarlo, según nos lo declaró en nuestro programa de radio por el Circuito Éxitos el abogado de Simonovis, Igor Hernández: “cuando a usted le condenan usted pierde el derecho a la libertad, pero usted no pierde el derecho a la vida ni a la salud”. Y cuando la juez Dorita de Freita niega la medida humanitaria, está condenando a muerte a Simonovis; no se solicitaba indulto, ni sobreseimiento ni nada parecido, sólo una medida humanitaria, perfectamente constitucional según el parecer de todos los abogados penalistas que han opinado sobre el caso.
Regresemos a la cita de Bony: “Me siento destruida emocionalmente, no puedo con tanto odio y resentimiento bolivariano”. Eso: ¿por qué tanto odio? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Cómo se explica esa dosis tan siniestra y terrible de rencor y maldad? Y, en este contexto, ¿cómo se explica esa frase del ministro Villegas: “Chávez está aferrado a Cristo? Y vemos a unos chamanes que, según la noticia, sacrifican a un chivo en el Teresa Carreño y tocan unas maracas para, como dice El Nacional, “ buscar que la energía cósmica que salve al Presidente”.
Y en medio de esto que suena a fantasía, a irrealidad, a locura y disparate, uno recuerda a Maduro, Jaua y Cilia Flores cargando Vírgenes a la Habana. Nada de esto cuadra, nada tiene sentido. Todo se empastela y confunde en este pozo inmenso de odio y miseria humana.
Ayer escuchábamos a Liliana Ortega advertir que lo que se ha hecho con Simonovis es tortura, y la tortura es un crimen de lesa humanidad que no prescribe. Ortega recordó que Pinochet, que vivía magníficamente en Londres, termina sus días regresando a Chile cuando el juez Baltasar Garzón le condena, precisamente, por torturador, por haber sido el líder de un régimen criminal.
Es bueno, entonces, que los gobernantes del odio tengan en cuenta esto: la tortura no prescribe. Y el poder, aunque cuando se disfruta parece eterno, es finito y la caída, siempre dolorosa, suele ocurrir mucho antes de lo que se piensa.
5 respuestas
Buenas tardes Sr. Cesar Miguel Rondón.
Es muy lamentable esta situación . Pero como dice la canción «todo tiene su final».En algún momento esto terminará y la historia reivindicará a las personas que por un hecho u otro fueron sentenciadas por este régimen.
Todo tiene su final, pero mientras el final llega, cuantos inocentes más deben sufrir las crueldades del régimen?
El universo tiene sus leyes, entre ellas las del bumerang, todo lo que haces se te devuelve a ti o a tus seres queridos, de hecho impresiona que ya esta funcionando ya hay varios de ellos que han tenido muertes tormentosas, inclusive el mismo teniente coronel, que si está conciente debe verse secuestrado, por su gente de confianza y abandonado por su pueblo adorado, que no exige que se lo entreguen, sin contar con todas las limitaciones físicas que dicen que tiene, así que es solo cuestión de tiempo, todo el daño se les devolverá, y aunque se que esto no resuelve la vida de Simonovis, nos hace ver esa energía divina de la cual no nos podemos ocultar.
Familiares,amigos,y venezolanos decentes,debemos convencernos que estamos ante un regimen forajido y en consecuencia,actuar sin miramientos para liberar a Simonovis a cualquier precio no sería pecado,ello constituiría un acto de justicia además,aprobado por la corte celestial.
Cuanto lamento que la Familia Simonovis sea objeto de tanta maldad y odio. Al Comisario Simonovis le aplican la pena de muerte en cámara lenta y lamentablemente todos de una u otra manera hemos permanecido indeferentes a esta situación. Al Comisario Simonovis, el resto de los presos políticos y todo aquel que se oponga al régimen, le aplican una sola Ley, muy simple, con solo dos artículos, es la Ley de Justicia roja: Artículo 1 Porque ME DA la gana; Artículo 2 Porque NO ME DA la gana. Fin.
Todo pasará y espero le llegue a la Familia Simonovis tiempos mejores. Amén