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El odio vende. El odio tiene sus seguidores. El odio es muchísimo más atractivo que el amor.
Y llegaron los sarracenos
y nos molieron a palos.
Dios está con a los malos
cuando son más que los buenos.
Viejos versos de la reconquista y el medioevo español que la memoria caprichosa hoy me ha traído a la mente.
El odio vende tanto que este nuestro país enloqueció, hace ya unos cuantos lustros, cuando un hombre que prometía freír en aceite las cabezas de sus enemigos llegó entre vítores a la presidencia de la república. Todavía pagamos la consecuencia de ese odio.
En la madrugada de este 9 de noviembre, el odio ha triunfado de manera abrumadora en la nación más poderosa de la tierra.
Escribe David Remnick, en el New Yorker:
“La elección de Donald Trump como presidente no es otra cosa que una tragedia para la república americana, una tragedia para la Constitución y un triunfo para las fuerzas nacionales e internacionales que aúpan el nativismo, el autoritarismo, la misoginia y el racismo. La victoria de Trump, su ascenso a la presidencia, es un evento que nos pone en peligro. El 20 de enero de 2017 nos despediremos del primer residente afroamericano -un hombre íntegro, digno y de espíritu generoso- y presenciaremos la instauración de un individuo de pocos escrúpulos, apoyado en las fuerzas de la xenofobia y la supremacía blanca”.
Cuando uno lee esto de la xenofobia y la supremacía blanca, no puede evitar recordar que en 1933 los alemanes, también eufóricos, llevaron al poder a otro xenófobo y racista que terminó condenando a la humanidad a una devastadora guerra mundial. Guerra que, por cierto, terminó con el estallido de las dos únicas bombas atómicas que ha sufrido la humanidad. Ahora entramos en una nueva era. El 20 de enero del próximo año el xenófobo, racista, misógino, maltratador de mujeres Donald Trump, tendrá la maleta con los códigos nucleares de los Estados Unidos.
El País de Madrid presenta un artículo interesantísimo firmado por Luis Prados. El titulo ya es elocuente, “El suicidio de la democracia”.
“La victoria de Trump pone en peligro una Constitución que incluso resistió cuatro años de Guerra Civil y que fue concebida por los Padres Fundadores hace más de dos siglos para evitar que la joven república pudiese ser secuestrada alguna vez por un autócrata o un demagogo”.
Que es lo que ha ocurrido ahora.
Este artículo se acompaña con frases de los presidentes que realmente hicieron grande a América, y no el slogan demagógico que manejo electoralmente Trump.
George Washington (1732-1799)
“El Gobierno no es una razón, tampoco elocuencia, es fuerza. Opera como el fuego; es un sirviente peligroso y un amo terrible; en ningún caso se debe permitir que manos irresponsables lo controlen”.
Y eso es lo que ha ocurrido ahora.
John Adams (1735-1825)
“Recuerden, la democracia no dura mucho. Pronto se gasta, se agota y se asesina a sí misma. No ha existido una democracia que no cometiera suicidio”
Y eso es lo que ha ocurrido ahora.
Thomas Jefferson (1743-1828)
“Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía”.
Y eso es lo que puede comenzar a partir de ahora.
Franklin D. Roosevelt (1882-1945)
“Un radical es alguien con los pies fuertemente plantados en el aire”.
Y los Estado Unidos han elegido a un radical que tiene los pies allí, en el aire.
En Venezuela, como decía, hace ya unos lustros votamos por el odio. Todavía pagamos las consecuencias. En el caso de Trump, está siendo elegido el hombre más poderoso del planeta. El País de Madrid destaca en el comienzo de su editorial de hoy:
“La victoria del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos representa una pésima noticia para todos los demócratas del mundo. Y se convierte, al mismo tiempo, en una fuente de satisfacción y oportunidades para los enemigos de la democracia”.
El odio da réditos. Odiémonos los unos a los otros y tendremos el poder.