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Una jornada más

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   En este pulso político que vivimos los venezolanos, las estrategias pueden sonar o lucir contradictorias. Primero la MUD se empeña en llenar las calles de las principales ciudades del país. Pero hoy la estrategia es exactamente la contraria: que las calles luzcan vacías. La periodista Adriana Nuñez, con humor y fina ironía, dijo que así como el otro día la Guardia Nacional no le dejo acceder a Caracas para venir a trabajar, ahora la Guardia Nacional abrirá todos los caminos para que la gente vaya y llegue en paz a sus trabajos. De hecho, en El Nacional citan al vicepresidente Aristóbulo Istúriz: “Hay que llenar las calles. Convoco a los trabajadores a supervisar que las empresas se mantengan operativas. Vamos a derrotar el golpe.” Luego vendrá otro giro estratégico. Para el 3 de noviembre se pedirá de nuevo llenar las calles, y que todas esas calles conduzcan no a Roma sino a Miraflores. Estrategias que van y vienen en medio de un panorama sin duda confuso e inestable.

  Ayer el Presidente decidió un nuevo aumento salarial. Para algunos analistas se trata de abortar de alguna forma el paro convocado para hoy, o, sencillamente, para ganar popularidad. Maduro, con esa manera populista de observar la dinámica política, asume que mientras más aumente el salario mejor le irá y el trabajador más le querrá. Pero no entiende que es exactamente al revés. El Mundo grafica en su primera página los cuatro incrementos del año, y este ultimo implica un salto de 454% con relación al primero que fue de 16.399 bolívares. 16.399 en enero, 90.812 en noviembre. Esto, lejos de ser un éxito, lo que indica es un gran fracaso. El economista Luis Vicente León afirma en El Nacional: “Los aumentos compulsivos de salario mínimo no cubren la inflación acumulada de 700% y reflejan un fracaso rotundo del modelo económico.” En El Tiempo, de Puerto La Cruz: “El nuevo ingreso integral alcanza solo para pagar el 22% de la Cesta Alimentaria” Ojo, solo la Cesta Alimentaria, no la Básica que es la global. Por lo tanto, esta medida no va a significar ningún alivio para absolutamente nadie.

  Mientras pasan las horas -porque aquí hay de todo hora tras hora-, el régimen incrementa la violencia y la represión. Violencia como la que se vivió ayer, con las hordas malandras simpatizantes del oficialismo, tratando de impedir que entrasen los diputados a la Asamblea Nacional. Y represión de muchas maneras. Ayer ocurrió algo exgtraño, inédito. Lorenzo Mendoza, el principal empresario del país, el coco para Nicolás Maduro -porque hay una obsesión particular de Maduro con Mendoza-, fue a la marcha del 26. Se tomó fotos y compartió con otros manifestantes, como un ciudadano más. Al parecer eso irritó al régimen, y ayer el Sebin sorprendió apostando a sus encapuchados fuertemente armados frente al edifico de Empresas Polar; otro grupo hizo lo propio ante la residencia de Mendoza. Sin duda, una acción un tanto extraña, un tanto absurda, pero de alto impacto intimidatorio.

  Son tiempos de eso, de intimidación, de asustar, de sacar colmillos. Pero también son tiempos donde la paciencia y la cordura han de imponerse. Veremos qué pasa en las calles de hoy, si se llenan, si quedan vacías. En todo caso, es apenas una jornada más de muchas no menos livianas que han de venir.

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