12 puntos sobre los gobernadores y el liderazgo opositor – Pedro Pablo Peñaloza

Por: Pedro Pablo Peñaloza

1) A los gobernadores de Acción Democrática les faltó valentía y convicción. Pero no para negarse a tomar juramento ante la Asamblea Constituyente, sino para expresar sus argumentos frente a sus electores y el país. Pararse y explicar sin llantos ni gimoteos el porqué consideraban que debían asistir a la Constituyente para asumir el cargo que los ciudadanos les concedieron con sus votos.

2) Utilizar la “consulta popular” como coartada fue otro error. Los gobernadores son –o deben ser- líderes con la capacidad de conducir y fijar con claridad una estrategia, una hoja de ruta, para avanzar en la lucha política. Deben tener, además, el coraje para defender sus posiciones a pesar de las críticas.

3) Un líder no puede tomar una decisión de esta envergadura porque “el pueblo me lo pidió con lágrimas en los ojos”, o para demostrar que está dispuesto a sufrir “humillaciones” por sus conciudadanos. Del líder se espera que marque un rumbo guiado por sus ideas, razones y principios. Si no se tiene la entereza para enfrentar el áspero debate interno, ¿se tendrán las agallas para resistir la embestida del régimen chavista? Solo el tiempo despejará esta duda.

4) La juramentación de los gobernadores de AD ante la Constituyente se presenta como el detonante que hizo volar por los aires a la Mesa de la Unidad. Esta crisis tiene pasado, pero sobre todo tiene futuro: la candidatura presidencial.

5) Sin mencionar nombres, el exgobernador Henrique Capriles Radonski ya lo había asomado: “Debe venir unas primarias para que la gente escoja al candidato de la Unidad. No va a ser Maduro ni su sistema el que escoja por el pueblo. En candidaturas oxigenadas por el propio gobierno no me anoto”. Luego, olvidó la diplomacia y le puso nombre y apellido a su ataque: Henry Ramos Allup.

6) La pelea por las candidaturas en la oposición siempre ha estado intervenida por el chavismo. El mismo Capriles Radonski puede ser un ejemplo de ello. La inhabilitación de Enrique Mendoza le despejó el camino a la gobernación del estado Miranda y, luego, la sanción contra Leopoldo López fulminó al único que en ese momento podía disputarle el liderazgo de la Unidad. Esto no quiere decir –se entiende- que Capriles Radonski haya sido la “oposición rojita” o un aspirante “oxigenado” por el oficialismo. Solo que el chavismo impone las condiciones y, además, trata de “seleccionar” a su adversario.

7) Antes que Capriles Radonski, un López inhabilitado se rebeló contra la dirigencia de la MUD. Eso fue “La Salida”, una iniciativa respaldada por María Corina Machado y Antonio Ledezma que perseguía tomar las riendas de la oposición e imponer una estrategia distinta –la calle- para defenestrar a Maduro. López intentó aprovechar el descontento por la reacción ante los resultados de las presidenciales y el fracaso sufrido en las municipales de 2013. El final de esta historia es conocido. López y Ledezma terminaron presos y aunque la Unidad se tambaleó, todos concurrieron juntos a las elecciones parlamentarias de 2015.

8) La MUD nació con la promesa de ser una instancia de conducción política, pero quedó reducida a plataforma de una alianza electoral. Sus limitaciones brotaron con más fuerza durante 2016 y sus sucesivas reestructuraciones solo sirvieron para restarle peso frente a la opinión pública. Así se pasó de Ramón Guillermo Aveledo, a Jesús Torrealba y, por último, al vacío. La Unidad no tiene hoy ni siquiera un portavoz, una cara visible, que asuma la comunicación con el país. Mucho menos un líder. La crisis de 2017, con su “hora cero”, “marchas a Miraflores” y “350”, dejó en evidencia las debilidades y contradicciones que atravesaban a la coalición.

9) Aunque por mucho tiempo atizaron sus diferencias, Capriles Radonski y López ahora tiene algo en común: los dos están inhabilitados. El chavismo los sacó de carrera. Compañeros en la desgracia, quizás eso les facilite sellar acuerdos. Primero Justicia y Voluntad Popular, dos fuerzas principalísimas de la Unidad, no tienen candidatos presidenciales en este momento. En contraste, el único que aún podría participar y que está abiertamente en campaña es Ramos Allup con el respaldo de sus cuatro gobernadores “autoexcluidos”. Por eso, unos afirman que la vía electoral está cerrada, mientras otros la ven abierta de par en par.

10) La Unidad ha muerto. Viva la Unidad. Ninguno puede solo y nadie tiene derecho de veto. La amenaza chavista es de tal magnitud, que están obligados a buscar una fórmula que les permita coordinar los esfuerzos para avanzar. No tienen que quererse ni pensar igual. Pero sí deben tener la capacidad de levantar un frente común para encarar los enormes desafíos que asoman en el horizonte. La división solo favorece al régimen autoritario y desconcierta a un país que busca una referencia firme y creíble para el futuro.

11) Dicen que la Unidad es una “alianza de rivales”. Sin embargo, deben buscarse mecanismos para que esa rivalidad natural no degenere en insultos y descalificaciones. Casi todos los líderes opositores han sido acusados de infiltrados. Capriles Radonski “no defendió el triunfo en abril de 2013”. López “se entendió con el régimen y negoció la calle”. Henri Falcón y Manuel Rosales “son nómina del PSUV”. Y Ramos Allup y el oficialismo son “la misma miasma”. Hasta María Corina Machado “es tan radical que le hace el juego al chavismo”. Por este camino, la única oposición verdadera serán Luisa Ortega Díaz y Miguel Rodríguez Torres, los demócratas que tendieron su mano cordial a la “oposición rojita” en la UCAB.

12) La hora del “deslinde” y la “depuración” llegó hace tiempo a la oposición. En 2016 y principios de este año algunos voceros partidistas proponían llamar a primarias no para buscar “solo” a abanderados regionales, municipales y nacional, sino para ungir a una vanguardia que encabezara la lucha por el rescate de la democracia. La idea continúa en el aire. El debate interno es válido, siempre que se tenga claro un punto: aquí nadie aspira a ser subcampeón. La meta no es ser “candidato”. La oposición necesita un liderazgo real, valiente y honesto que asuma el compromiso de rescatar a Venezuela de la peor tragedia de su historia.

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