Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Las cifras sociales y el movimiento en las calles que estas motivan podrían indicar que de repente sucede lo que nadie podía suponer hasta hace muy poco, en que todo era silencio y calma: que el país comience a gritar y a luchar, a tal punto su dolor es crecientemente insoportable, y se la juegue tratando de revertir ese vía crucis que venimos viviendo la inmensa mayoría de los venezolanos desde hace décadas.
Más de 6 millones de venezolanos pasan hambre, acaba de decir la ONU; y 7 millones andan por los caminos del mundo en busca de una vida que merezca llamarse tal (Acnur), con espantosos sufrimientos en la mayoría de los casos y a subrayar uno muy especial, la destrucción de sus familias, la lejanía de sus seres amados. Pero todo ello es ya sabido y no lo van a ocultar tiendas, restaurantes y carros de lujo inverosímil, de lo cual apenas puede disfrutar una ínfima parte de la población, ese decil que es setenta veces más rico que el más pobre (Encovi) y que nos hace uno de los países más desiguales del planeta. Es solo una hipótesis, claro.
Se me ocurre viendo a esos valientes maestros que parecen no aceptar la miseria, la enfermedad sin cuidos y la muerte inducida y que vuelven y vuelven a las calles a hacer oír sus quejas. Y que pueden ser la chispa esa que enciende praderas, “no tenemos miedo”. La cual pueden oír y hacer suya no solo los que nada tienen, sino los que ganan sueldo mínimo que es casi, casi, nada o los que solo reciben un poco, poquísimo, más. Esto no es simple, por supuesto, no sólo por la lucha contra la pasividad individualista sino porque este gobierno no tiene escrúpulos para movilizar sus fuerzas represivas capaces de todas las crueldades, como sabe el país y el mundo, hasta las más altas instancias internacionales que las han condenado. No más piensen en aquel año 17 y los jóvenes asesinados o en las denuncias de la ONU de torturas y tratos inhumanos.
Claro, esto necesita de los partidos políticos en primer lugar y de la sociedad civil organizada y el mayor apoyo internacional. Sobre la oposición política, aparte de alacranes y mesitas, ya hemos hablado en pasadas entregas y ya hemos hecho el balance no solo de su pasividad y conflictividad divisionista sino de su último capítulo, la innecesaria y dañina destitución de Guaidó, una defensa más contra la dictadura en planos nacionales y planetarios. A lo cual hay que sumar las venganzas posteriores y, por ende, la puesta en cuestión del camino de las primarias y las elecciones. Como si ya no tuviera todas las acechanzas del gobierno desde el lanzamiento de candidatos viles, supuestamente opositores, hasta hacer elecciones tan sucias como las últimas regionales, con todo y Unión Europea. Para no hablar de los todavía más salvajes precedentes. Damas y caballeros, a ustedes les va a tocar la responsabilidad mayor en la que podría ser la hora posible.
Por último, habría que ver qué pasa más allá de nuestras fronteras. Con la marea rosácea que nos está rodeando. Sobre todo con Estados Unidos, cuyo juego es totalmente enigmático, sobre el cual se puede sospechar cualquier cosa. Y la Europa ansiosa de energía, no crean en jardines así no más. En otra ocasión, es largo.