Por: Floralicia Anzola
75 años después de la liberación de víctimas del Holocausto de Auschwitz-Birkenau
El lunes pasado, 27 de enero, es el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto. Ese día se conmemora la liberación en 1945 por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, el mayor centro de exterminio de la historia del ser humano. Allí murieron más de un millón de personas en cámaras de gas, por inanición y torturas. 75 años después el antisemitismo sigue persistiendo y se requiere la participación consciente y colectiva para evitar que la historia vuelva a repetirse.
El negacionismo del Holocausto se ha convertido en una bandera de los nuevos movimientos neonazis que han surgido alrededor del planeta. Esta negación y distorsión de la historia son un arma vital para el discurso del odio, a través de él se alienta la deshumanización de las personas y los grupos y se justifica la discriminación y otros actos de violencia. Por eso es vital la tarea de educar y reforzar los valores de tolerancia a través de diferentes programas e iniciativas.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, ha dicho este lunes, que “nos corresponde a nosotros luchar contra los discursos, dondequiera que se expresen, que tratan de negar la existencia del Holocausto, que relativizan su magnitud o que intentan absolver a los asesinos y a sus cómplices de sus crímenes. (…) La función de la UNESCO consiste precisamente en hacer todo lo posible para armar mejor las mentes, reforzar las defensas intelectuales de todos, en una palabra, educar –porque la gente no nace antisemita, la gente no nace racista, sino que se convierte en ello.”
Justamente, el tema de 2020 es “75 años después de Auschwitz: recordación y enseñanza del Holocausto en pro de la justicia global”. Con diversas exposiciones alrededor del mundo, se busca mostrar a profundizar y visibilizar la verdadera y trágica dimensión del exterminio judío y cómo la acción colectiva contra el antisemitismo y otras formas de discriminación, es urgente para garantizar el respeto por la dignidad y los derechos humanos de todas las personas en todo el mundo.
También, Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha dicho :»Sería un peligroso error pensar que el Holocausto fue un simple producto de la locura de un grupo de criminales nazis. Más bien todo lo contrario, el Holocausto fue la culminación de milenios de odio, culpabilización y discriminación de los judíos, lo que ahora llamamos antisemitismo»
Quizás una de las exposiciones que más me ha llamado la atención, se centra en el rol que jugaron vecinos y la sociedad en los países donde se realizaron las acciones violentas contra los judíos. Se trata de la titulada, «Algunos eran vecinos», que se realiza en el vestíbulo de visitantes de las Naciones Unidas. Como dice el texto de la exposición, las personas corrientes que no combatieron lo que sucedía tenían como “motivos, por lo general, el miedo, la indiferencia, el antisemitismo, las cuestiones profesionales, su estatus en la comunidad, la presión social o la oportunidad de obtener un beneficio propio. La exposición brinda un reconocimiento a aquellas personas que no sucumbieron a las tentaciones ni a las oportunidades de traicionar a su prójimo, recordándonos que siempre hay una alternativa a la complicidad en tales actos de maldad, incluso en los tiempos más difíciles”.
El 27 de enero de 1945, el oficial Anatoly Shapiro, es el primero en llegar al campamento Auschwitz-Birkenau y abre una verja. Su primera visión fueron unas personas que describió: «no parecen seres humanos, lucen terrible, son puro hueso». Queda impactado por los montones de zapatos, personas en condiciones infrahumanas, cadáveres en el suelo, niños atemorizados que gritan «¡No soy judío!» y un hedor en el ambiente insoportable.
¿Podría haberse evitado si no se hubiese dejado pasar tantas y tan repetidas veces los actos y ataques a la población judía? ¿ qué ocurre en una sociedad para que florezca el discurso del odio y la intolerancia?
Lea también: «Tecnología para un futuro de soledad«, de Floralicia Anzola