Publicado en: Tal Cual
Por: Laureano Márquez
La magnitud del espíritu cómico de Juan Ernesto López, mejor conocido como Pepeto era de tal profundidad que uno solo se imagina, en el lugar a donde quiera que vaya el alma en este tránsito a lo eterno, a Pepeto bromeando con los compañeros que le precedieron:
– Mira Bólido, sabes que hay una lista para la resurrección, no quiero alarmarte, pero tú no estás en ella, bua, ja, ja…ay, mira como lo dije “no estás en ella”… Mira la lista la carga Marta Piñango, pero se fue de rumba al Infierno y seguro se le quemó, tú sabes cómo es ella de descuidada… Mira Kiko, sabes que a Joselo no lo encuentran ni en el cielo ni en el infierno, tú sabes que parece que lo enterraron con el disfraz ese del perro que él hacía el Show de Joselo y está en el “Pulgatorio”, jajaja… mira como lo dije ¡el Pulgatorio!…lleno de pulgajajaja… ¿qué les parece si nos le presentamos esta noche a casa e’ Nelly y le quitamos la cobija?, jajajaja No se lo va a esperar. Tremendo susto le vamos a dar… Cayito: ¿qué vas a hacer el 25 de diciembre?… no pero del 7018, acuérdate que tenemos toda la eternidad por delante no hay apuro tómate tu tiempo y mira en la agenda, jajaja.
Así sería Pepeto en el cielo, como era en la tierra, en los estudios de grabación en los que no paraba nunca de echar broma y me perdonan, pero no hay sinónimo, Pepeto era lo que los venezolanos llamamos un jodedor. Era portador de una gracia natural. El Gato Soto y él era uno de esos seres con los cuales uno no podía parar nunca de reír. En las circunstancias más graves encontraban ellos siempre una salida humorística. Era el rey de los chistes malos que su estilo hacía divertidos.
El fuerte de Pepeto no eran las caracterizaciones, ni su condición actoral. Pepeto era gracioso y esa gracia natural lograba transmitirla frente a las cámaras. Pepeto siempre fue él, de una autenticidad a toda prueba. La comicidad que imprimía a los personajes era la suya propia. Había en él una torpeza gestual que recuerda a Jerry Lewis.
Como ciudadano fue uno de esos venezolanos ejemplares, cumplidor de sus obligaciones, honesto, leal con sus amigos a los que solía llamar a las 3 de la mañana: “ay ¿estabas durmiendo?, ¡ay perdón!, no no vuélvete a dormir, te llamaba solo para saludar” y colgaba rapidito, sin esperar la mentada de madre. Pepeto fue uno de los pocos comediantes venezolanos que tuvo su propio espacio humorístico: “El Show de López” y con notable audiencia. Sus personajes: Genovevo, Papupapa, Félix Gonzalito, fueron exitosos, populares.
Una vida larga y buena, justa y noble solo amerita regocijo ante su partida. Mi primera participación en ese programa al que tanto le debo, Radio Rochela, lo hice junto a Pepeto haciendo al Dr. Caldera y yo caracterizando a El Tigre, Eduardo Fernández, con Américo Navarro en el papel de Marcel Granier como moderador. Fue en el 28 aniversario en el que él era invitado especial, antes de su regreso al programa. Tengo el grato recuerdo de su palabra de estímulo en mi primera incursión humorística frente a esos dos monstruos queridos y admirados. Era generoso y noble. La de Caldera era una de sus famosas caracterizaciones. Él contaba que una vez en el canal ocho, Caldera y él se encontraron en una escalera y el imitado le dijo al imitador con humor:
– Caramba el Dr. Caldera se ha topado de frente con un espejo.
Esa es la Venezuela que fuimos y volveremos a ser, donde la crítica era recibida con tolerancia e inteligencia, en la que aprendimos a respetarnos en la diversidad y la discrepancia.
No siento tristeza sino una suerte de regocijo al contemplar la bendición de una vida útil y buena, que no se apaga, sino brinda otra forma de luz en su remembranza. Imagino que en el último recodo de su vida, cuando lanzó ese íntimo postrer vistazo al espejo retrovisor de su existencia solo vio sonrisas y cariño. Con esa sonrisa que nos dio le despedimos en su viaje al lugar de donde viene toda Gracia.
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