El sufijo «mente» sirve para formar adverbios, principalmente de modo, a partir de adjetivos. No se alteran por numero o género. De uso frecuente en nuestra lengua, tanto hablada como escrita, definen el cómo de un verbo. Creo que es de Neruda la frase que marca que «el infierno está lleno de adverbios de modo», pero debe ser así. Veamos algunos ejemplos.
Barbáricamente, el régimen de Maduro hará uso de cualquier marramuncia para continuar en el poder, así ello supongo que trágicamente el país continúe su caída estrepitosa por un barranco que luce infinito y sin escalas.
Nauseabundamente, la revolución, tan bonita ella, estafó a los venezolanos de a pie al saquear las arcas públicas aunque ello costare la destrucción de la industria petrolera venezolana, otrora pujante y ejemplo de cómo un país puede ser de tercer mundo y empero tener una empresa petrolera de primera.
Ridículamente, el Fiscal General (de facto) la emprende ahora contra Rafael Ramírez, habiéndole dado suficiente tiempo para cómodamente viajar lejos de Venezuela, instalarse cual pachá en una residencia de ensueño y desde ese lugar conceder entrevistas a medios para ponerse de víctima de una persecución política.
Selectivamente, Miraflores designa nuevos «empresarios» para que sustituyan a los enchufados que ahora resultan incómodos al régimen. Los nuevos enchufados constituyen la casta de reemplazo.
Insólitamente, absurdamente, inexplicablemente, la oposición logró lo que parecía imposible: desperdiciar un portentoso capital político que tomó años en alcanzarse y que se evidenciaba en un creciente apoyo popular medido en votos. Paradójicamente, Maduro, el más despreciado presidente de nuestra historia, se hace de la mayoría de las gobernaciones y alcaldías. La sociedad sabe lo que la dirigencia pareciera ignorar: que sin la MUD y sin unidad, la fuerza de la oposición se convierte en hielo sobre el pavimento.
Víctimas del proceso de «esclavismo del siglo XXI», domesticadamente los portadores del carnet de la patria que votaron en las municipales hicieron colas gigantescas para gastar los 500 mil devaluadísimos bolos que recibieron a cambio de inclinar la cerviz. Ese medio millón alcanzó para comprar menos de tres kilos de comida.
Académicamente, recién entramos en hiperinflación. Francamente, la academia debe revisar sus parámetros pues cualquier mortal puede afirmar, categóricamente, que hace muchos meses estamos en «mega hiperinflación».
Criminalmente, el estado venezolano, cooptado por el régimen de Maduro, que en realidad es el gallo tapado de los militares, es responsable y culpable de todas las muertes ocurridas y por ocurrir a consecuencia de la hambruna, las enfermedades evitables y el estado de terrible malestar a los que ha sometido y somete a la población venezolana. Sarcásticamente, los personeros que más declaran, comenzando por el mismo Jefe de Estado, exhiben sus panzas frondosas que evidencia que comen pantagruélicamente.
El abuso de adverbios de modo terminados en el sufijo mente revela poco dominio del idioma. Pero bueno, en este pantano de mediocridad en el que pataleamos, hasta Neruda nos perdonaría.
@solmorillob