Soledad Morillo Belloso

Algunas líneas sobre Ucrania – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Creo que el objeto de Putin con todo este criminal disparate no era (ni es) apropiarse de Ucrania. Al menos no en su totalidad. Lo que busca – y supo esperar el momento preciso – es poner en jaque a Occidente y a buena parte del planeta. Con esta invasión ha hecho que Occidente se asome al miedo, a la desestabilización, al muy perjudicial desconcierto.  Puso a liderazgos y millones de ciudadanos frente al espejo para que vieran sus debilidades y falencias. Un «metamensaje»: «A Rusia se la respeta», que fue por cierto el mismo mensaje de Iván El Terrible, Pedro El Grande, Catalina La Grande, Stalin, etc. Y eso para la idiosincrasia rusa, en todas sus clases sociales,  tiene enorme peso, enorme valor.

Si todo esto termina con algún tipo de negociación caliente, que signifique que Putin se mantenga como rey invasor en una parte del territorio ucraniano, pues ya Putin podrá cantar victoria. Y los rusos  lo aplaudirán, por temor o por pasión. Putin puede resignificar el lenguaje; es decir, determinar qué es triunfo. Stalin, a pesar de los 20 millones de muertos rusos en la II Guerra Mundial, o precisamente por ellos, cantó victoria, la reclamó y la cobró. El mero hecho  que hoy Europa tenga que sentarse a revisar y evaluar minuciosamente la factibilidad de todos sus planes de desarrollo, pues ya eso es un triunfo para el sociópata Putin. Y no, no tiene que hacer jaque mate; le ha bastado con un inesperado jaque para el cual occidente no estaba preparado y le tomó por sorpresa, mientras debatía cómo recuperarse de los altos impactos de una pandemia que vaya si causó aprietos.

Este es un conflicto complejo, con latigazos globales. Buenísima la globalización cuando la fiesta está buena; mala, difícil, cuando el escenario es de problemas.

Está claro quiénes son los buenos y quién es el villano. El guion lo muestra con claridad. Putin no está interesado en el amor. Quiere que le teman. Quizás le ha sorprendido que Zelenski le haya resultado un respondón. Tal vez imaginaba que los militares lo bajarían y entonces el pleito sería con hombres de gorras y uniformes y no con ese carricito. Un cambio en el guion.

Pero por mucho que la gente apoye a Zelenski y a la justa defensa de Ucrania, si esto perfora los bolsillos y la calidad de vida, hay un momento en que ese apoyo deja de ser, digamos, tan incondicional. Y si ese apoyo, además, empieza a costar en puestos de trabajo, pues el amor solidario y puro  se empieza a empañar. Los refugiados, que son millones, tienen impacto sobre los presupuestos públicos y si el conflicto se prolonga y no pueden regresar a su país, la compasión comenzará a debilitarse.

A no confundirse; Putin no está loco. Es un sociópata, que es mío veces peor. Gélido y hierático. Terriblemente peligroso. Y está encantado, porque no ha tenido que pasar del límite de la amenaza de uso de bombas nucleares. Le ha bastado con la amenaza del botón rojo.  Ha logrado ya poner sobre el tapete la duda de las decisiones tomadas por los grandes.  La infalible Merckel ya comienza a ser evaluada, casi criticada, por haber permitido y auspiciado que Alemania haya llegado a tan alto nivel de dependencia de Rusia en términos energéticos. Para Europa salirse de ese modelo no es fácil y es además caro. No es tan fácil como cambiar de suplidor. No es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana.

Y están los chinos, que  necesitan que este «conflicto» (nótese que Pekín no lo llama guerra) cese lo antes posible, y tienen que mantenerse en esa posición críptica de ojos de líneas planas que exhiben.  China no es democrática ni nada que se le parezca, pero es económicamente capitalista; es la gran fábrica de productos, peroles y perolitos del mundo, y su gran comprador es occidente, que puede sustituir esas compras con otros proveedores, pero eso no sería  ni fácil, ni barato, ni rápido. Ciertamente, la guerra es negocio para unos, pero la paz es mucho mejor negocio para los grandes. Y a China le va mucho mejor en tiempos de paz que de guerra. Asunto de negocios.  Lagarde hace esfuerzos para tratar de dar tranquilidad y confianza, por ahora con mediano éxito. Biden es muy prudente, para algunos  es lento, pero se toma su tiempo para evitar errores. Porque en una situación así es más importante evitar errores que mostrar triunfos. Y bueno, Borrell habla de día o semanas. Más o menos eso es el tiempo que les tomará a emisarios  hacer las negociaciones de segundo y tercer nivel para poder entonces poder entrar en el primer nivel.

Entretanto, los generales ucranianos juegan bien sus cartas. Tienen a Zelenski para el liderazgo político y social, mientras ellos manejan, con éxito, el montaje de una estrategia miliciana y guerrillera. No puedo ni imaginar cuál será la estructura del discurso ucraniano para cuando la negociación implique pérdida de algo de territorio y pase cuánto mucho  a ser «territorio en reclamación». Pero logrará que Occidente le financie la recuperación de Ucrania, y la vuelta a su país de millones de ucranianos. Que aman a su país y quieren volver. Occidente tendrá que financiar esto, por honor y por necesidad. Las repúblicas de Europa oriental son las primeras interesadas en que eso sea así. Porque hay que evitar que el sociópata tenga otro severo ataque de caspa y la emprenda contra ellas.  Seguramente Ucrania entrará en la UE, aún sin llenar todos los requisitos, pero no entrará en la Otan.

Tiene razón la OTAN en no querer que Ucrania se integre a su cuerpo, porque el ejército que tiene hoy Ucrania es fundamentalmente un cuerpo bastante bien entrenado y aguerrido de milicianos, que es lo que se necesita en este momento para enfrentar a Putin. Y eso rompe la estructura piramidal. Tienen reglas lo suficientemente suaves como para permitir que cada milicia actúe. Y eso es necesario pero inconcebible para una estructura como la OTAN.

Los suizos imponen algunas sanciones, no todas las que pueden y deben, porque no solo tienen en sus arcas mucho dinero ruso, sino que violarían esas normas que garantizan a otros capitales la tranquilidad. Y eso podría generar una estampida. Se conforman entonces con decirle al mundo que han bloqueado algunos dineros rusos. Y ya.

Los chinos tienen que jugar más duro. Este conflicto los pone en evidencia. Y serán también los que tengan que poner dinero para la recuperación de los destrozos en Ucrania.

Más que en todos los conflictos bélicos anteriores, aquí hay efecto mariposa. Ucrania es un granero. Su trigo y cebada (y otras gramineas) surten a buena parte de la África pobre, que si no tiene eso cae en hambruna, lo cual generaría problemas graves. Entonces parte de la producción mundial sustitutiva hay que mandarla a África, y ello supone que Europa y otros países del mundo verán aumentados los precios del trigo. El aleteo de la mariposa. Y todo esto cae sobre un planeta que ha sufrido serios percances por una pandemia sobrevenida que afectó severamente el comercio mundial.

¿Hay alguien en Miraflores que le explique a Maduro lo que está pasando? Lo dudo. ¿Y en la oposición? ¿Entienden? ¿O vamos a seguir hablando de los bodegones?

 

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