Maravillas turísticas de México - Carlos Raúl Hernández

Aprender a vivir – Carlos Raúl Hernández

Publicado en: El Universal

Por: Carlos Raúl Hernández

A mi amigo Rafael tal vez le sea útil

La prioridad esencial de la inversión pública educativa debe ser la Educación Básica universal y gratuita, la de los pobres, pero no tiene un poderoso lobby, ni figuras prominentes y combativas que la defiendan. La inversión educativa debe ser para conjurar la miseria, salir del atraso, mejorar la calidad de vida de todos. Según Unesco debe ser 8% del PBI y 2% para investigación, y hay consenso entre los expertos que escuelas ranchificadas, maestros con hambre, son condenas irremisibles a la miseria de actuales y futuras generaciones. Cerrar la brecha social, cubrir las deficiencias cognitivas en los niños, requiere un esfuerzo sobrehumano para dar Educación Básica calificada a los sectores populares. Descuidarla bloquea la igualdad de oportunidades y de competencias, e impide igualar “hacia arriba” los circuitos educativos subalterno, al que asisten los pobres, con el de primera. Entre quienes compiten por un empleo o una beca, el conocimiento avanzado tiende a ganar. La Educación Básica es la oportunidad, posiblemente la única, de adquirir las llamadas softt skills, habilidades esenciales de la vida: lectura, matemáticas elementales, expresión oral y escrita, razonamiento deductivo e inductivo, solución de problemas prácticos, decidir entre opciones.

Responsabilidad, puntualidad, procesar experiencias, aptitudes organizativas, respetar normas, perder y ganar. A partir de ellas, se desarrollan cualidades más complejas: competir y colaborar en equipo, dirigir personas, manejar presupuestos y tecnologías, buscar y usar información. Dirigir y acatar, tomar decisiones y ejecutarlas, la inteligencia emocional. La unificación alemana es una cantera de información sobre las dificultades para absorber jóvenes subcapacitados y propensos al delito, que venían del comunismo y los graves problemas que trajo la emigración a Europa desde los países exsocialistas. Según James Heckman, (Giving kids a fair chance: 2013) Nobel de Economía (2000), los jóvenes sin estas habilidades dificultan su ingreso y permanencia en trabajos modernos y tienden al delito: “…gran cantidad de investigaciones concluye que invertir en niños de grupos más vulnerables mejora la productividad y, al mismo tiempo, reduce la inequidad social y económicas …Las inversiones tempranas tienen un beneficio mucho mayor que las tardías, que se hacen para subsanar problemas surgidos en la infancia. Ejemplo son los programas de rehabilitación de convictos, subsidios gubernamentales y gastos en seguridad ciudadana por altos índices de delincuencia. El retorno económico de la intervención temprana es alto” (2013).

Es correcto actuar para que las cárceles dejen de ser comandos criminales con club social incorporado, para convertirse en centros de aprendizaje para el trabajo y contribuir a la reinserción. En los países más exitosos de Iberoamérica, con preocupación social sustantiva y práctica, se usan formas agradables para enseñar trabajo en equipo y habilidades de la vida: deportes, actividades culturales y sociales, recuperan jóvenes en riesgo que no estudian ni trabajan. En Brasil, el PT trabaja con Nike y más de sesenta sociedades globales, entre ellas las fundaciones Clinton y Slim. En Argentina juegan rugby, en Jamaica cricket, en Brasil vóleibol. El BID desarrolla con los gobiernos varios proyectos de capacitación laboral: Chile-joven, Pro-joven, Argentina-joven, Perú joven. El Fondo Multilateral de Inversiones(Fomida) del Banco Mundial y Coparmex, enseñan a jóvenes emprendedores cómo obtener créditos y acceder al mercado. En Perú el BID celebra el Foro Mype de la micro empresa. Trabajan con programas desde la escuela básica, Junior Shippment, Use Business International, en promoción del emprendimiento. Esperemos que en Venezuela puedan ejecutarse asociaciones con empresas globales para proyectos homólogos e inversiones masivas, pública y privada, nacional y multilateral, para entrar al siglo XXI.

La revolución científico técnica creó nuevas ocupaciones, transformó las que existían y las calificaciones requeridas. A mayor nivel técnico, mejores posibilidades de superar la pobreza, como indican las tasas de empleo, la evolución de la vida de los trabajadores y las diferencias salariales. Los menos capacitados tienen salarios inferiores y menos oportunidades de empleo respecto a los mejor capacitados. Las tareas puramente físicas desaparecen ante otras que exigen conocimientos, pensar y hacer y no sólo hacer. El sistema educativo del siglo XXI es integral, para la vida, mejora las aptitudes, la convivencia, el desarrollo humano y la cohesión social. No es localista sino universal, no ideológico sino científico- técnico y contiene problemas serios que la sociedad debe digerir, complejidades ineludibles, nada fáciles políticamente. Por ejemplo, la formación universitaria es un proceso largo, de altos costos y socialmente minoritario, y encima los recién graduados entran al mercado y requieren aún más tiempo para aprender el oficio. El gran nudo económico para la sociedad y los gobiernos es qué, aunque hay diez mil quinientas (10500) profesiones registradas en el clasificador internacional de Escala de Ocupaciones, solo la cúspide, los niveles 9 y 10 requieren educación superior, apenas 30% del empleo, que consume la mayoría del presupuesto educativo.

Para el masivo 70% del empleo es muy barato y requiere únicamente formación técnica media de muy bajo costo. Una vez cometida en el pasado la estulticia infinita de eliminar las escuelas técnicas industriales, el gobierno debería crearlas de nuevo. La formación técnica media dota de habilidades de gran demanda para la realización personal y familiar rápida, mientras la universidad es un camino demasiado largo. Pero el peor de los mundos es invertir grandes volúmenes de recursos en universidades de baja categoría que aseguran la pobreza de estudiantes, profesores y egresados, de docentes sin post grado, sin obra publicada, de contratos temporales, sueldos de miseria, sin raíces en la institución, que no son responsables del diseño curricular y que tienen una relación externa con la institución. Las universidades venezolanas están a duras penas en el punto medio del ranking entre las cien mejores de Iberoamérica. La sociedad casi obliga a los jóvenes a ser licenciados, pero proporciona educación de baja calidad y la tendencia del Estado es a concentrar inversiones en Educación Superior en detrimento de la Educación Básica. Este problema se lo plantearon y han tendido a corregirlo algunos países iberoamericanos, como Chile, que dieron saltos cualitativos. Pero recuerdo a Camila Vallejo, ideóloga del “proletariado”, sacar manifestaciones a la calle para exigir educación superior gratuita para todos. Ese absurdo traería un costo impagable al Estado, en desmedro de la educación de los niños de bajos recursos.

Venezuela demuestra que mantener una educación superior gratuita y de calidad, solo puede hacerlo un país con ilimitados recursos, hasta que deja de tenerlos y termina con instituciones decaídas, profesores y estudiantes sin ingresos para adquirir libros, egresados de precaria formación, masificados. Es necesario pensar racionalmente, a partir de la experiencia, en nuevas formas de financiamiento de la Educación Superior, atendiendo a la relación entre gratuidad, bajos promedios de calidad, alta repitencia, escaso rendimiento institucional. Los gobiernos brasileros inquirieron sobre los pasos para establecer convenios con Harvard, Yale, MTI, aquí debería tenderse a ello en el futuro, abrir debates sobre las reformas que garanticen una nueva era, un salto quántico en la calidad, la utilidad y la actualidad del conocimiento para superar la miseria y no para ampliarla. Invertir masivamente en la educación básica, actualizar los saberes del cuerpo docente, modernizar la infraestructura, revisar los sistemas curriculares y la metodología de enseñanza. La democracia es pedagógica, su mera fisiología enseña hábitos positivos. Desde niños, los ciudadanos aprenden a respetar la autoridad, pero también a formar sus opiniones y practicar la libertad de pensamiento, pese a muchos maestros y por sobre sus defectos la educación tiende a ser también democrática si el ambiente que la circunda lo es. Al contrario, el autoritarismo inocula miedo a pensar y opinar, a cuestionar “verdades” de arriba y ese paradigma es contraproducente.

 

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