Hubo elecciones en Brasil. La cosa era entre Goliath y Alibabá. Por una pelusa ganó Alibabá. A la mitad de los electores que participaron no les importa eso de «cuentas claras y ejercicio limpio». A la otra mitad (menos la pelusa) no les molesta el estilo autocrático.
En Argentina la cosa se está poniendo muy caliente. Y después de la copa de fútbol, viene el verano. Y fiesta navideña muy calurosa sin plata pone a la gente de mal humor. Allá, por cierto, también hay pelea de gallos en la oposición. A picotazos. Y se dicen de todo menos bonito.
Parece que el presidente vecino vino a traer recado, que las cuentas bien claras y el chocolate oscuro y espeso. A beber café no vino, que allá ensu tierra si algo abunda es café del bueno y aromático.
Hay elecciones de «mid term» en Estados Unidos. Los resultados darán alguna idea de cómo se perfila el futuro para más de la mitad del planeta.
En España parece que Sánchez logrará llegar el periodo sin que haya elecciones adelantadas. Vaya que le convino el desapego de Iglesias. Mucho tardó en entender que hay gente que es mejor tener lejos. Y que el cambur verde mancha.
Venezuela. En inercia. En extravío. En vitrina su quiebra. Rumbo a la catalepsia. La gente camina lento y se recoge temprano. Parece una escena de suelo tapizado de mariposas dando sus últimos respiros. Pero -porque siempre hay un pero- algunos muestran con desparpajo su riqueza mal habida, reales que dan para francachelas en restaurantes de modo salvaje.
Pero el hombre está tranquilo. Él, mientras tenga Netflix… Alguien por favor tenga la gentileza de obsequiar a la oposición varios tubos de pega loca. Y de paso un microscopio y unos largavistas.