Jean Maninat
Songo le dio a borondongo,
borondongo le dio a bernabé.
bernabé le pegó a muchilanga le echó a burundanga
les hinchan los pies (Nos cantó Celia Cruz)
Songo, se mira al espejo, alza el mentón y entrecierra los ojos, sí, piensa para sí, son los mismos ojos que una vez alabó ÉL. La camisa roja le aprieta un poco en el abdomen, es burda, no como las que se hace a la medida con iniciales en la tetilla izquierda, pero así lo requiere la chamba representativa popular que tiene que representar. Qué fastidio lidiar con estos bichos, se dice, me los mandan sus jefes para acorralarme, hostigarme: todo el día exigiendo, dando sablazos, siempre alegando reuniones con diputados revolucionarios que siempre se encuentran en Madrid, nunca en Haití. Los viáticos jamás alcanzan y hay que redoblarlos: compañero es que el Euro está burda de caro y antes cuando estaba la compañerita aquella, usted sabe, siempre raspaban la olla y algo encontraban, le incriminan. Ya ni tiempo tiene para sus asuntos privados. Pero esto va a cambiar, a mi no me la hacen de nuevo como cuando mandaron a votar por la oposición en Miranda para que yo perdiera, masculla, mientras tamborilea sus uñas, de un manicure impecable, sobre una pila de carpetas rebosantes de denuncias contra sus compañeros.
Todas tienen el sello Clasificado estampado en rojo.
Borondongo, casi no se mira al espejo, poco lo ha hecho en su vida: los encapuchados no se acicalan y la capucha hace al monje. Sobre la camisa roja viste su chaqueta verde, es modesta, de talle corto, como las que usaba el finado Presidente de Corea del Norte. No es dado a sonreír, salvo cuando ÉL chasquea a lo escuálidos, pero aún entonces más que reír muestra los dientes con devoción y respeto. La masa no está para bollos y la revolución descansa sobre sus Vicehombros, cavila. Ya lo verán ellos: frívolos consumidos por el afán de consumir; bebedores de whiskey como los burgueses. Hasta los ha oído canturrear las canciones gusanas de Celia Cruz. Yo no caigo en esa, ya sentirán mi puño de hierro, se dice, mientras al salir de Palacio aprieta contra su costado un lote de carpetas rebosantes de denuncias en contra de sus compañeros.
Todas tienen estampado el sello Clasificado en rojo.
Bernabé desconfía de los espejos; en la Juventud Comunista detrás de cada reflejo anidaba un reformista, de manera tal que cuando puede, los evade. Siempre supo que tendría una misión histórica; alguna vez un díscolo militante comunista, lleno de ron y de Trotskismo, le espetó a bocajarro la frase que cambiaría su vida: Big Brother is watching you. Allí le cayó la locha y con la paciencia de cuadro medio que todo el mundo le reconocía, se dedicó a cultivar a su hermano menor: le habló de la gran Unión Soviética; del padrecito Stalin; de la invasión de Machurucuto traicionada por los blandengues; le enseño a memorizar la consigna “las calles son del pueblo no de la policía”; que Pompeyo había hecho cenizas el Partido; y en un arrebato de internacionalismo local sentenció: ¡Barinas un día será nuestro! ÉL es hechura suya, qué se han creído. Mientras recuerda, acaricia con sus dedos revolucionarios las carpetas repletas de denuncias en contra de sus compañeros. Todas tienen estampado el sello Clasificado en rojo.
Muchilanga, sí se mira al espejo. No le queda de otra: ¿cómo esculpir el bigote de galán de telenovela mexicana que le engalana la bemba no tan colorá: difícil arte de vanidad cotidiana diría el mismo Barbero de Sevilla. Pero él viene de atrás, supo tirar piedras y molotovs antes de descubrir cómo se usan los cubiertos en las interminables comidas oficiales que comparte con burgueses de toda laya, en embajadas y convivios internacionales de toda laya. Sus pares en el partido dicen que le ha cogido el gusto al asunto y el reposta que el Socialismo del Siglo XXI requiere sus sacrificios. Pero digan lo que digan, piensa, yo he estado con ÉL, a pata de oído, en Cuba. ¡Están muy equivocados si creen que perdí mi tiempo! En la caja de seguridad de una casa amarilla reposan unas carpetas repletas de denuncias en contra sus compañeros. Todas tienen estampado el sello Clasificado en rojo.
Burundanga, posa los pies henchidos en una palangana de agua fría. Los medios oficiales certifican que ha trotado continentes, escalado montañas y nadado torrentes, todo bien documentado, pero ni los suyos lo creen: cría cuervos y te traicionarán los rojos, musita con tristeza.
¡Azúcar!
@jeanmaninat
6 respuestas
A buen entendedor pocas palabras bastan.
jajaja, está muy bueno, buenísimo, César Miguel!
Excelente, yo lo adiciono citando estas estrofas de otra canción "de la misma ubre cubana"
"…Al cuarto de Tula, le cogió candela.
se quedó dormida y no apagó la vela…
Tula está encendida ¡llama a los bomberos!
tú eres candela ¡afina los cueros!
(dicho)
candela, muchacho
se volvió loco, barbarito, ¡hay que ingresarlo!…"
(Canción "El Cuarto de Tula". Intérprete: Buena Vista Social Club.)
Ana hay unos tipos con un gel llamado manitas suaves, que contiene Burundanga, te dicen que te lo apliques en las manos y te dicen que lo huelas, para que sientas el aroma, y despues cuando te duermes, te roban y se llevan todo!!Ese es el nuevo modus operantis! de los Malandros. Mosca!!
Excelente forma de nombrarles y contar sus tragedias y ¿ la nuestra?
https://cesarmiguelrondon.com/secciones/el-espacio-de-mis-amigos/