Por: Luis Vicente León
¿El reto? Consolidar la esperanza de cambio integrador y controlar los demonios internos
Epa Chúo. Te escribo esta carta pública como una excusa para compartir con los lectores algunas reflexiones sobre los retos de la oposición frente a la enorme oportunidad que se le presenta cuando, por primera vez en años, es la favorita para ganar una elección. Y digo que es una excusa escribirte abierto porque la verdad es que contigo es muy fácil hablar cara a cara y rebotar ideas, dado que siempre estas dispuesto al diálogo, la crítica y el debate constructivo, lo que te hace una pieza clave en este ajedrez.
No digo que esta es la oportunidad de oro para la oposición como un típico comentario estimulante de los conferencistas de autoayuda o como los discursos encendidos de los radicales que cantaron victoria tras victoria en estas casi dos décadas de mayoría chavista. Esos, cuyos enemigos gozan de buena salud, después de haber sido «destruidos» en sus reuniones estratégicas, sus planes de ataque conjunto, sus chismes de cacatúas, sus tuits «demoledores» y sus artículos encendidos, que se leen más por el interés en los atacados que en los atacantes.
No pana. Se trata de analizar datos reales que muestran que el chavismo se debilita y la oposición lo supera claramente en disposición de voto parlamentario y en respaldo popular. Visto de esa manera, Chúo, quien debería estar estresado por la elección es el presidente, incluso con el fuerte control institucional con el que cuenta.
Pero como contigo se puede conversar transparente y no necesitamos endulzar píldoras, luego de esta introducción estimulante, debo decirte que las oportunidades opositoras hoy poco tienen que ver con ella misma y se deben más al deterioro chavista que al fortalecimiento opositor y eso, viejo, es más inestable que guarimba en calle ciega.
La oportunidad opositora, Chúo, es energía potencial y el reto es convertirla en cinética, cuanto antes para poder consolidarla. Ahí afuera hay un mercado abierto a oír opciones alternativas. A escuchar a alguien que le cuente una historia que lo emocione y estimule. Que le permita soñar con un país en el que todos cabemos, aportamos y podemos vivir mejor. En el que vale la pena quedarse y por el que tiene sentido luchar. Y para eso no es suficiente ofrecer otro cambio de uno por otro. Es necesario crear la expectativa de que sí se puede construir un país moderno y no se hace planteando un conflicto existencial equivalente al de los adversarios sectarios y excluyentes que propones cambiar. Ya sé que esa posición absurda no es la tuya y por eso has sido sujeto a los ataques virulentos de ese segmento interno radicalizado, con el que, paradójicamente, también tendrás que contar y dialogar. El reto opositor es salir al ruedo con inteligencia, propuestas, liderazgo y con fuerza institucional. Sin miedo a asumir riesgos, poniendo en la mesa propuestas de fondo que los diferencie de lo que hay. Este es un país que nos dice que quiere bienestar, crecimiento, empresa privada, estabilidad, progreso, racionalidad y derecho a aspirar. Un país que está mayoritariamente en el medio, Chúo, y que ve con el mismo estupor los extremistas chavistas y los opositores. Que le da lo mismo un fanático comunista que un facho, de esos que tienen más amigos afuera que votos adentro y para quienes una elección sólo es un riesgo de mostrar lo que realmente son numéricamente: nada. ¿El reto? Capitalizar ese medio, consolidar la esperanza de cambio integrador y controlar los demonios internos que impiden la única vía estable para cambiar: el diálogo, los acuerdos, la negociación política y, sobre todo: el voto popular.
Ese, Chúo, es un reto enorme y costoso, pero también impostergable, indispensable y espectacular. Suerte amigo, porque el país la va a necesitar.
@luisvicenteleon