Publicado en: El Universal
Nunca pensé ver un champignon atómico sino en películas, pero ahora tengo la posibilidad de hacerlo en vivo. Vamos al séptimo paquete de sanciones para descalabrar la economía rusa y la presidenta del Banco Central, la muy mediática Elvira Nebiúllina (orienta la economía rusa con sus prendedores), avisora sobre la crisis en invierno –igual que en Europa, aunque por razones contrarias- y no en el sector financiero, lo que sería una crisis vegetariana, sino carnívora porque afectará la estructura industrial y la producción de bienes. En esta guerra hay dos perdedores seguros Ucrania y Europa. Ni los EE. UU ni Rusia parecen dispuestos a perder y eso recuerda el hongo, lo que haría perdedora a la raza humana. La tercera guerra mundial ya comenzó en su forma posmoderna, la guerra híbrida según resume Frank Hoffman (2007): conjugación de ofensivas múltiples: cibernética, comunicacional, convencional, económica y militar (si fuera necesaria). Por el momento es una guerra de desgaste en favor del que aguante más. El año pasado polemicé desde este espacio con un libro de Vladimir Padrino, la Escalada de Tucídides, quien anunciaba la posibilidad de guerra. Él tenía razón.
La guerra comunicacional hace desaparecer la información sobre el conflicto que intente objetividad analítica, e histeriza en las redes, veto al conocimiento del que no se salva siquiera Kissinger, “putinista” para Ucrania. Los rusos vienen de una terrible tradición de precariedades comunistas, saben vivir sin calefacción y desde 2014 que vieron el mango del puñal, se desligan de occidente y se preparan para bañarse con agua fría. Por eso sancionarla es más bien un incomprensible masoquismo de consecuencias terribles. Vivimos un trágico enfrentamiento del sistema económico global en dos bloques, aunque la mayoría de los países no sancionó a los rusos, sino solo Europa y los aliados más cercanos de EE.UU.
Ucrania le cuesta y le costará al mundo una masa incalculable, impagable de dinero, y su recuperación es incierta. Antes de la guerra era ya un estado fallido en lo económico. Pese a que hay países ex socialistas muy pobres, Moldavia, Tayikistan, Kirguistán, el de Trotsky es el único que no pudo crecer, mantuvo el mismo PIB de 1990. El gasto militar es un gran negocio para EE. UU que suministra las armas de defensa más caras, su gas licuado vale tres veces más que el de tubería y en materia económica está ganando, aunque aterra escuchar a Borrel decir “esta guerra hay que ganarla en el campo de batalla”, es decir, hasta la última gota de sangre ucraniana. En seis meses Rusia controla 20% del territorio, 28% de la población y pese a que el armamento occidental entorpece su avance, priva la superioridad de la artillería rusa.
Rusia controla la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, fuente eléctrica de Ucrania y el continente. Devastaron la infraestructura y las fábricas con pérdidas por 160.000 millones de dólares, la mitad de los empleos y las refinerías con daños de otros 200.000 millones de dólares. Ocuparon las zonas industriales y los recursos naturales ucranianos: 60% del carbón, 42% de los yacimientos de metales, un tercio de las tierras raras y litio (con eso Rusia puede pagar la guerra) El PIB caerá este año 45% según el BM, y los bancos enfrentan morosidad que los conduce a la quiebra. La recaudación ha caído en 40% mientras el gasto fiscal aumenta en 60%, el déficit crece 5000 millones de dólares mensuales, que será este año 50% del PIB. La recuperación costaría alrededor de 400 mil millones de dólares.
¿Quién cubrirá el presupuesto de Ucrania y pagará salarios, pensiones, médicos? Imprimen moneda desaforadamente, la devalúan 25% y queman divisas por 1000 millones semanales. Tienen las reservas de gas más bajas de Europa, apenas 20%. Suplirlo vale 15. 000 millones de dólares y 15.000 recuperar la red eléctrica. Recibió 12 mil millones de ayudas y vienen 20 mil millones más para fin de año. Más 80 mil millones de ayudas humanitaria y militar, pero ganar la guerra costaría masivamente más. La deuda externa es impagable, gobierno no es transparente y por eso el apoyo de Francia y Alemania disminuye. Según Bill Gates las consecuencias serán siniestras y perseguirán a la humanidad por mucho tiempo porque en los próximos meses estallará una crisis económica sin precedentes en cien años.
Estados Unidos entró en recesión, la crisis energética auto inducida arrastra a Europa a la escasez de alimentos de trigo, granos, maíz, soya, caña, aceites y arroz, de los que se deriva 80% de lo que consumimos. Provenían de Rusia-Ucrania 64% del aceite de girasol 19% de la cebada, 12% de las calorías consumidas. Los fertilizantes venían de Rusia, y los precios subirán porque lo que comemos hoy se produjo el año pasado. Según Gates la guerra nos lleva a la stagflación, recesión con inflación, caída del PIB mundial, hambrunas y crisis humanitarias. Sacrifican a Ucrania, que puede quedar a la deriva, una especie de Haití. África arriesga hambrunas, Europa se tercermundiza (Scholz recomienda no bañarse mucho) ¿Sobrevivirá la U,E?. Por algo dijo el FMI, que luego de un embargo energético a Rusia, tal vez haya potencias que no sigan siéndolo.