¡Contrarrevolución Vs. Descentralización!

  Por: Carlos Raúl Hernández

  Después de la Segunda Guerra Mundial, Latinoamérica vivió un auge gracias a sus exportaciones de productos primarios, pero en los 60 la Cepal estableció un modelo centralizador, «desarrollista» y estatocéntrico, que tuvo su holocausto con la crisis de la deuda a partir de los 80. Según la teoría, el subdesarrollo era producto de la exportación primaria y del capital nacional e internacional. Adquirió academia el chauvinismo económico del pasado.

Se necesitaba control de la economía por el Estado, de la «ciudad sobre el campo» y un macro Poder Ejecutivo según el saber institucional difundido por Prebisch, Jaguaribe, Furtado, De Castro, Sunkel, Aguilar y la intelligentzia. Durante los veinte años de esa ilusión seudonacionalista, los países se cariaron de «villas miseria», «favelas» hiperinflaciones, hiperdevaluaciones, desempleo, pobreza, crisis económicas y políticas. Se afianzó una mentalidad cuya herencia aún perdura.

«Los capitales privados son escasos y débiles para impulsar el desarrollo y el Estado debe asumir nuevas funciones». Una idea entonces correcta dio origen a la aberración de «sustituir» y hostilizar los capitales, identificados con toda suerte de perversidad. El surrealismo hizo que países petroleros odiaran las empresas petroleras y los bananeros las frutícolas. Cincuenta años después se retorna al modelo primario exportador, con las elegantes commodities.

La región bajó al infierno y los 80 y 90 fueron de profundos debates y rectificaciones para el gran cambio. Descentralización territorial, modernización del Estado y apertura a las inversiones internacionales, produjeron el actual «milagro» latinoamericano: desmantelar el cepalismo. Los líderes más estúpidos se aferraron al pasado, se opusieron al cambio y sus países pagaron caro. Hoy el balance es exitoso: democratización de la democracia y economías productivas.

La experiencia mundial indica que el centralismo y el estatismo son la fuente fundamental de pobreza, corrupción y la desgracia de los grupos más débiles que dependen de los servicios que presta el Estado. Pero su ola ideológica universal colapsó en todas partes. El mundo comunista se hundió y renació China. Reagan emprende la reforma seguido por Clinton. González, Thatcher y Mitterrand liderizan un proceso que quedó inconcluso con graves efectos para Europa.

En 1989, ocurre en Venezuela un gran acontecimiento. Por primera vez en el siglo XX se emprende una política para la descentralización, transferir capacidad de tomar decisiones políticas y administrativas desde el Estado central hacia los estados, de éstos a los municipios y en conjunto del aparato administrativo hacia la sociedad civil. De allí surgieron la elección directa de gobernadores y alcaldes, la reforma del municipio y el estímulo a las juntas parroquiales.

Después arrancó la contrarrevolución chavista y arrebató facultades a las comunidades. Hoy los puentes se caen porque su mantenimiento y supervisión dependen de un funcionario en Caracas para el que Cúpira y Urica no son más que pequeños nombres en un mapa olvidado. Igual las carreteras y las escuelas. La descentralización estimula la calidad de los funcionarios al poner en la comunidad premiar o castigar su gestión.

Los puertos y aeropuertos mejoraron espectacularmente su desempeño en manos de los gobernadores electos, y Cantv, lejos del gobierno, tuvo un desempeño incomparablemente superior sin ser un mecanismo de espionaje. VTV demuestra lo que puede hacer el gobierno bellaco con un medio público de comunicación. En vez de financiar absurdas revoluciones en el exterior, y corrupción, –la meme chose– se requiere coordinar un megaplan de inversiones en infraestructura y educación con estados y municipios.

Crear servicios públicos decentes, requerirá una agresiva política para transferir competencias a las administraciones locales, independientemente del partido político al que pertenezcan los respectivos gobernadores y alcaldes, y fortalecer los mecanismos de contraloría para hacer transparente el uso de los recursos. Los consejos regionales, antes asambleas legislativas, tendrían un papel importante que jugar.

Construir masivamente carreteras, electrificación, acueductos, cloacas, seguridad policial, ornato público, caminos vecinales, puertos, aeropuertos, terminales, trenes, autopistas, creará empleo, hará más eficiente la economía, mejorará la vida de todos y pondrá fin a la discrecionalidad que ha gozado espuriamente la cúpula del gobierno para malbaratar y corromper.

@carlosraulher

 

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