Publicado en Noticiero Digital
Concluido el proceso de negociación en República Dominicana, tras la declaración del Grupo de Lima del 13 de febrero y, sobre todo, dado el ambiente negativo, desmovilizador y desalentador en el país hacia el proceso electoral, ilegalmente adelantado, no es difícil prever que éste tendrá muy poca o ninguna concurrencia opositora.
Eso no es obstáculo para hacer una crónica de los graves y costosos errores políticos cometidos en 2017 −triunfalismo y abstención− que nos hacen perder la oportunidad de salir de la dictadura en el 2018.
El triunfalismo es un grave error en política. Tras exitosas jornadas ciudadanas de diciembre de 2015 para elegir la Asamblea Nacional y de consulta popular el 16 de julio de 2017 −en esta última fecha y con escaso tiempo de organización, se recogieron millones de firmas en Venezuela y el exterior− nos “auto vendimos” o compramos la idea de que éramos fuertes y todopoderosos y que, por ejemplo, detendríamos la elección e instalación de la ANC. No fue así y nunca nos preparamos para que no lo fuera.
Surgieron, sí, variadas posiciones acerca del significado de los resultados del referéndum consultivo del 16 de julio, resultados que cada quien interpretó como le pareció y se hicieran toda clase de fantasiosas propuestas, lo que trajo más confusión y la consiguiente frustración que en buena parte se reflejó en el desánimo y la desmovilización de la calle, ya en declive para mediados de julio.
Pero el error grave e importante es que ningún partido ni líder político opositor asumió la tarea de explicar porque no se pudo detener la elección de la ANC el 30 de julio y evitar que ésta se juramentara y asumiera su papel. Y no me refiero solo a los líderes y partidos de la MUD, sino a todos sin excepción; también a los que hoy algunos llaman la “otra oposición”, formada por “disidentes” de la MUD, y los que nunca se alinearon allí, que son tan responsables como los primeros de todo lo ocurrido, pues todos sin excepción, convocaron a la abstención o no participación en ese evento del 30 de julio, incluido el chavismo disidente. Fue una verdadera “posición unitaria”, que a falta de explicación y liderazgo se convirtió en una derrota política y que permitió a la dictadura completar sin estorbos su estrategia de secuestrar todo el poder del estado.
Pero hoy la ANC es una realidad, un “aparato” más del estado, que probablemente les comienza a ser “disfuncional” por el rechazo internacional, pero allí está y es una realidad con la que tenemos que lidiar, que no va a desaparecer por repetir como un mantra: “Yo no reconozco a la ilegitima e inconstitucional ANC”.
La abstención fue otro costoso error cometido en 2017. Tras la elección de la ANC, durante los meses subsiguientes continuó la confusión y se abonó el terreno para la enorme abstención en las elecciones de gobernadores en octubre, que nos costó la primera debacle electoral, grave, del año 2017, donde era de suponerse o esperarse un triunfo importante, cuando el rechazo al régimen, de acuerdo con encuestas, contaba con una mayoría de al menos un 80% de los venezolanos en el país. Tampoco en esa ocasión ni la MUD, ni ninguno de los partidos que la integran, ni los líderes políticos de todas las tendencias opositoras, dieron la cara para explicar lo ocurrido, que era explicable, ni se resaltó suficientemente un hecho objetivo, que a pesar de todo y de la alta abstención, se logró el triunfo en seis gobernaciones, el doble de las obtenidas en 2012.
La derrota en las elecciones de gobernadores preparó el terreno para una abstención aún mayor en las elecciones de alcaldes del mes de diciembre de 2017, que incluso fue posición oficial de los partidos opositores importantes, quienes sin embargo, bajo cuerdas y por diferentes vías presentaron y apoyaron candidatos, con la excusa de “no perder el trabajo político realizado” en algunas alcaldías, lo que contribuyó a generar mayor confusión, desánimo y sobre todo descrédito y desconfianza hacia los partidos y líderes políticos en general.
Se reanudó el dialogo en Rep. Dominicana y que distinto hubiera sido si además de contar con el apoyo de la comunidad internacional y la mayoría de la Asamblea Nacional, hubiéramos contado también con más de la mitad de las gobernaciones y alcaldías y una dictadura derrotada en los tres últimos procesos electorales.
Tras las debacles electorales de 2017, los sectores abstencionistas, tampoco han propuesto ninguna alternativa, generalizable, movilizadora, organizada o que pueda dotar de un objetivo, de una ruta, de un proyecto de salida, a la oposición; no se ha estimulado “la calle” con manifestaciones, revueltas, rebelión popular, insurrección u otras acciones que motiven y movilicen a la oposición; todo ha sido recriminaciones, descalificaciones, declaraciones, retórica pura, es decir: nada, el mismo error que el cometido por los líderes tradicionales que tanto han criticado y descalificado.
Estamos en el vacío de las opciones individuales, el “sálvese quien pueda”, cada quien, a su exilio en la medida de sus posibilidades, en el exterior o en el país; y los sectores populares a merced del populismo ramplón de la dictadura, transando su voto por miedo al castigo ya infligido, con aun mayor hambre y miseria.
Este es el cuadro, crudo, al que nos enfrentamos hoy en la oposición, a partir del cual, sin embargo, tenemos que reconstruir una posición unitaria, única vía para salir de esta oprobiosa dictadura. Construir la impostergable ruta de salida, tarea difícil pero no imposible.
@Ismael_Perez
Politólogo