Un anuncio. Otro anuncio. Más anuncios. Y habrá otros. Es difícil concordar en el cómo, sobre todo cuando hay discrepancias en el diagnóstico. Pero la situación obliga.
Ha comenzado a rearmarse el rompecabezas. Muchas piezas, luego de tanto que ha ocurrido, están medio rotas. Pero existen. Y es cuestión de buscar la manera de hacerlas calzar.
El lenguaje es importante. Porque une pero también divide. Mal usado hace que se distancien los que han estado juntos. Bien usado funciona como vía bien asfaltada.
Anuncios. Era de esperarse que algunos aplaudieron y a otros rechinaran los dientes. Nada nuevo en este vendaval de pasiones.
Cada cual hala para su brasa. Eso es un error. Pero toma tiempo en ahogazones para que caiga la locha. La unidad no es el estandarte de fin. Es solo un camino, y muy empedrado.
El país ve. Mira. Observa. Pasará largos días con sus noches deshojando margaritas. No una margarita. Que son varias. Y con muchos pétalos.
Harán bien los que quieren persuadir en abandonar la narrativa con conjugación imperativa de verbos conflictivos. Recoger el insulto será prácticamente imposible. Harán bien en pensar antes de hablar y de escribir. Que luego de ojo sacado, no vale Santa Lucía. Harán bien en buscar no hacer más nudos, que serán luego difíciles de zafar.
El país los mira. A unos y otros. Y el silencio del pueblo puede decirles más que los gritos del adversario.
De ustedes depende que hagan un buen papel o un lamentable papelón.
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