Jean Maninat

Dios en campaña electoral – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Cuenta la leyenda isleña que los cubanos habrían sido embaucados por Fidel Castro (el gran embaucador iberoamericano) cuando bajó de la Sierra Maestra en marcha triunfal hacia La Habana, portando un crucifijo sobre el pecho para camuflar su condición de diabólico ateo y comunista. En Polonia, los obreros de los astilleros en Gdansk manifestaban precedidos por la imagen de la Virgen para que los resguardara de la represión policial y dar fe de su condición de fervientes católicos en un país comunista. El Ku Klux Klan, en el profundo sur norteamericano, manifestaba su racismo Biblia en mano y con cruces incendiadas sirviendo de  escenografía para sus ritos de odio criminal. En Colombia, los curas guerrilleros del ELN quisieron instaurar un evangelio de plomo, secuestro y marxismo, en nombre de Cristo.

Son variados los usos de Dios en la política. Ninguno más lastimoso que el de utilizar la fe (cualquiera sea la Iglesia, o el rito que se profese, acotándonos a los cristianos, mayoritarios en la Pequeña Venecia) como herramienta de mercadotecnia, utilizando sus símbolos, su iconografía, sus rezos y cultos particulares como serpentina electoral, como confeti partidista, como puesta en escena propicia para atraer votantes cautos e incautos. Un día se aparecen de babalawo santero, el otro transfigurados frente a un pastor evangélico. Un día se presentan de princesa-deidad amazónica y otro rezando fervientemente en olor de santidad en un templo católico. Los símbolos sagrados (crucifijos e imágenes santas) exhibidos como quincallería de cantante de reguetón famoso.

(Columna aparte merece la manía -parece haber cedido- de andar embutidos en ropa deportiva de telas sintéticas, estampadas con los colores y símbolos patrios, transpirando antihigiénicas gotas de sudor bajo el inclemente sol tropical que les quema el coco).

Allá en la Cuarta (maldecida por unos y olvidada por otros) se hizo especial esfuerzo por evitar la utilización de símbolos patrios o religiosos en las campañas electorales y la política en general. No recordamos a los dirigentes socialcristianos de Copei haciendo exhibicionismo religioso, ni a los socialdemócratas de AD de su laicismo. Había un respeto por las convicciones propias y las de los demás. Eso que llaman… pudor.

Nada de eso es válido hoy, cuando la “lucha” permite todo, a todas y todos. Sin que tiemble una pestaña se argumenta que Dios está de “nuestro lado” o “guía nuestros pasos” como si fuera un guardaespaldas particular o el genio pagano de una lámpara mágica a nuestro servicio. No solo es un acto de manipulación y un atropello al fuero religioso de cada quien, es también la banalización del credo religioso. De tal manera que el Creador entre sus oficios tendría el de jefe de campaña nombrado por determinados líderes sin siquiera pedirle permiso. Gracias a tan prosaicas y abusivas evocaciones, en el caso de la irredenta Pequeña Venecia, su performance divina en los últimos decenios dejaría mucho que desear.

No es justo, Dios no anda en campaña electoral.

 

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