Por: Andrés Eloy Rondón
Lula, ícono del modelo socialista venido de abajo, un buen día se la jugó. Se dejó de esa pendejada de «humanizar al hampa». Eso es una misión imposible, por no decir irreal.
Hay que entender que el que porta un arma y no para el bien, no come con eso de ser «tomado en cuenta como un ciudadano común». Para nada.
Pero volvamos al título. Lula como presidente decidió meterle plomo al hampa, y ordenó al ejército y a la policía entrar en las fabelas. ¿Cuál fue el resultado? Pues que ese pueblo de a pie, que sube el cerro, lo apoyó, lo reconoció y, sobre todo, se lo agradeció. Eso ayudó a que Dilma hoy sea la presidenta, y a que su legado como el presidente de la paz siga intacto, tanto que muchos de arriba y de abajo ruegan que vuelva.
En materia de seguridad, la ideología no tiene cabida por una razón básica y elemental: el hampa nos afecta a todos por igual. Por eso se combate por y en defensa de un pueblo, que es mayoría y quiere paz y seguridad, y no por una minoría que nos quiere someter.
Combatir el hampa con fuerza no es activar un Plan Ávila, de ninguna manera. Es, simplemente, devolvernos la paz y la seguridad que todos deseamos, necesitamos y merecemos.
Un comentario
Eso es verdad de lo de lula, pero lo que tenemos en el gobierno de vzla. Son unos hampones y no les interesa para nada que volvamos aser un PAIS TRANQUILO, poe eso todos estan huyendo, veo muy lejos esa paz que añoramos, no hay un buen dirivgente que de verdad de seguridad, que no piense en robar, acomodarse etc.