Por: Jean Maninat
Las frases célebres tienen muchos padres, por eso son célebres. Los hay fructíferos como sementales que van dejando regados por el mundo retruécanos y ocurrencias propias, y otras cuya paternidad les es achacada sin que las hayan proferido en momento alguno. Winston Churchill, Groucho Marx, Oscar Wilde, Jorge Luis Borges o Yogi Berra fueron prolíficos progenitores de genialidades propias y otras atribuidas por el vulgo deslumbrado por su genio.
“El que se mueve no sale en la foto”, se le ha adjudicado en España a Alfonso Guerra, el mítico dirigente del PSOE, famoso por su mala leche y sus desavenencias con Felipe González, quien lo trituró fraternalmente precisamente por moverse políticamente más de la cuenta. En realidad, el diktat proviene de Fidel Velázquez (1900-1997) quien cabalgara buena parte del siglo XX siendo Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). La historia es sencilla y eficiente como el centralismo democrático: luego de cada Congreso General de la CTM, una vez electo el Comité Nacional, se tomaba una foto con todos los miembros del órgano directivo recién electo, un ritual que marcaba el destino de los dirigentes, premiaba la disciplina y castigaba las aspiraciones díscolas fuera de obturador entre congreso y congreso. No salían en la foto.
En la Pequeña Venecia posprimaria, se viven momentos de incertidumbre, de expectativa, a medida que se acerca la fecha última para inscribir candidaturas presidenciales (por cierto, en una página electrónica sin épica alguna) y ya es evidente que la líder mayor surgida de la consulta opositora no podrá inscribirse, más sí designar a su sucesor o sucesora en la contienda electoral. Pero ya ha sido anunciado: quienes estén haciendo aguas meciendo el bote de las candidaturas presidenciales, son traidores y no irán para el baile. De allí lo cauteloso y vertical de los razonamientos públicos en clave de: No hay otra opción que la de nuestra máxima dirigente salida de la primaria, quien -venido el momento- en su gran sabiduría y responsabilidad histórica, sabrá escoger -si así lo juzgase conveniente- a quien la sustituya en la candidatura presidencial, más no en la jefatura máxima, donde es insustituible y no está planteado hacerlo. El halago y la daga.
Como era de esperarse, bajo la superficie se intercambian nombres, se reducen posibilidades, se abren expectativas, se hacen encuentros hasta ayer impensados y arrecian a micrófono abierto las amenazas en contra del dibujo libre y otras extrañezas, advirtiendo que “se atengan a las consecuencias” quienes lo ejerciten, invocando al pueblo que dio un mandato inequívoco el 22 de octubre y no perdonará desvío alguno de la línea oficial opositora verdadera de verdad, verdad, que solo una persona en el universo conoce cuál es. Por lo pronto, sabemos que el que se mueve no sale en la foto…
(N.B. Ya a punto de darle send y enviar esta columna, todavía no ha sido develada cuál es la candidatura presidencial oficial de la oposición verdadera de verdad, verdad. No nos queda más que repetir con Yogi Berra: Caminante no hay camino, se hace camino al andar…).