El regreso del profesor Jirafales

Por: Jean Maninat

  En los años setenta, el profesor Jirafales desgastaba su infinita paciencia tratando de trasmitir su sabiduría a unos cuantos chamacos en una escuela que, entendemos, se ubicaba en los mismos estudios de Televisa donde se filmaba El Chavo del Ocho. Era el profesor del barrio. Estoicamente recibía el baño de burla y analfabetismo funcional que gregariamente le disparaba, en cada clase, el tropel inclemente de niñas y niños. Con los años, tan encomiable esfuerzo fue relegado progresivamente al horario vespertino, el twilight zone, donde los alumnos regresan a sus casas y los hoteles de alivio empiezan a llenarse.

  Pero he aquí, que el profesor Jirafales regresa con nuevos bríos para ocupar el prime time de la programación política de nuestro país. Sólo que, como los androides en Matrix Revoluciones, se desdobla en idénticas reproducciones de sí mismo, para cerciorarse de poder aleccionar a los tontitos Nemo que pretenden ser o volver a ser- that is the question– gobernadores.

  Han desembarcado desde su conocimiento virtual: bien provistos de sus Mac, sus power point, sus pen drives, sus pizarrones y sus tizas los más tradicionales para indicarle a los candidatos de la oposición lo que deberían hacer o no hacer de cara a las elecciones regionales del 16-D.

  Debe uno reconocerles la persistencia borbónica en su oficio: ver la viga en el ojo ajeno.

  La campaña electoral para las gobernaciones no puede perderse en el tremedal de las pequeñas cosas, nos dicen. Hay que «posicionar» las grandes ideas, los grandes designios de la patria. El agua potable, los hospitales, la vialidad, la inseguridad, las escuelas, las viviendas y hasta los pasos peatonales. ¡Claro que son importantes! Pero constituyen trampas que nos distraen, nos alejan de la misión histórica que nos corresponde en este momento: distinguirnos del chavismo.

  Y uno, sentado en su pupitre, se pregunta:

  Defender una obra de gobierno regional exitosa, la cual debería consistir, precisamente, en darle lo que se supone es básico para los habitantes más necesitados de un estado. ¿No es una manera de diferenciarse de un régimen ineficiente y dilapidador?

  ¿Dónde poner el acento, a pocas semanas de las elecciones regionales? ¿En la «visión» de país que nos nutre o en la capacidad de resolver, en medio de circunstancias adversas, los problemas de la gente?

  ¿No nos sentimos satisfechos del esfuerzo que hicieron los gobernadores de la oposición para trabajar para todos, y avanzar para todos? ¿Es pertinente importar, a pocas semanas de las elecciones, la discusión de la presidencial a la regional? ¿No son, tal como dicen los expertos y parece estar comprobado, dos animales distintos?

  La estrategia evidente del régimen es instalar la idea de que los gobernadores de la oposición, que son candidatos a la reelección, y los candidatos que se quieren elegir por primera vez, nada podrían hacer si no cuentan con su beneplácito y por tanto, de ganar, serían bloqueados hasta la inanición. Habría, entonces, que desmontar el argumento y demostrar que a pesar del ventajismo y el acoso oficial, los actuales gobernadores sí han tenido logros importantes y los podrían seguir teniendo, y los nuevos eventuales gobernadores también tendrían cómo realizar una gestión exitosa pues cuentan con la capacidad y la entereza para hacerlo.

  Esa es la tarea titánica, una vez más, de quienes actualmente recorren sus estados, muchos a punta de esfuerzo y voluntad, para contener el acecho del régimen. El alcalde Ledezma ha asumido la tarea, a nombre de la MUD, de llevar a buen puerto el proceso. Merece nuestra confianza y apoyo.

  Los profesores Jirafales están en todo su derecho de dictar cátedra, así lo han hecho en la IV y en la V República. Ojalá tomen con pinzas el trapo rojo de las comunas. Sólo ganando las gobernaciones podremos contener la agresión y tendremos argumentos y fuerza suficiente para enfrentar los designios de los jerarcas rojos en el futuro.

  Frente al reto de «mascar chicle y caminar al mismo tiempo» me permito sugerir que unos sigan mascando su mismo chicle de toda la vida y otros nos dediquemos a caminar para ayudar a ganar el 16-D.

@jeanmaninat

 

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