No voy a escribir su nombre. Dicen algunos que tan solo mencionarlo es pavoso. Y aunque yo no soy en lo absoluto supersticiosa, creo que usted es definitivamente de muy mal agüero.
Recurro a los resultados del estudio realizado por mi alma mater, la UCAB . Con esos números le voy a pintar el retrato de su fracaso. Usted, lo sabemos, ha cubierto todos los espejos, porque verse en ellos le resultaría seguramente insoportable. Usted habla. Mucho. En un castellano lamentable y con un discurso plagado de vulgarismos. El micrófono aguanta todo, la pantalla aguanta todo, el papel aguanta todo. Ah, pero la realidad no. Esa es indisimulable. A esa no la puede tapar ya.
Vea usted las cifras con las que usted pasará a la historia, los números que quedarán apuntados en su biografía, las estadísticas por las que será por siempre recordado. Ésta es su obra, éste su legado.
96% de los venezolanos está en pobreza por ingresos y 68% en pobreza por consumo. Venezuela es hoy, gracias a usted, el país más pobre y es el segundo más desigual de la región. 41 % de los venezolanos son «pobres crónicos».
1 de cada 4 hogares padecen inseguridad alimentaria. Es decir, se come poco, mal y no hay alimentos para desayuno, almuerzo y cena. 639 mil niñitos menores de 5 años sufren desnutrición crónica. 166.000 carricitos está por debajo del peso acorde a su edad. Es el nivel más alto de Suramérica.
Cada vez que usted sale en televisión muestra su creciente obesidad. Pero, fíjese, resulta que el 60% de la población no llega a consumir el mínimo requerido de 2000 calorías por día. Ningún estrato social (salvo ustedes y los enchufados) consume el mínimo requerido de proteínas de 51 gramos por día; el promedio es de apenas 18 gramos al día. Venezuela tiene la peor relación peso/edad y talla/edad en niños de 5 años en Sur América.
Hay más. Gracias a usted la población bajó a 28 millones. Y hemos perdido 3,7 años en la esperanza de vida. Los hogares están llenos de mujeres solas que cargan sobre sus hombros ese trabajo arduo de «jefes de hogar». Hay 1,7 millones menos de niños en edad escolar y la cobertura universitaria se redujo a la mitad; sí, a la mitad.
Ese es el retrato de cuerpo entero de su portentoso fracaso. A los venezolanos nos duele la patria. A usted no le duele ni la vergüenza.
Pero ese dolor que sentimos no nos vence. Seguiremos luchando. No le quepa la menor duda.
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