Por: Carlos Raúl Hernández
Twitter ha dado un vuelco a la vida social, cultural y política, a tal velocidad que aún sus efectos no se procesan plenamente, y hacen lucir lentos hasta el E-mail y Facebook. Obama es el primer presidente que dice haber llegado a la cima gracias a esta vía. Es la más grande de las democratizaciones de la información en la Historia y algún sabio del gobierno declaró que quería hablar «con los que tenían la franquicia en Venezuela», seguramente para chantajearlos y pegarlos contra la pared, como a BECO. Basta imaginar qué estaría ocurriendo en este país sin ese recurso. El autoritarismo quisiera callarlo inútilmente y en procesos electorales, como el de hoy, juega papel crucial enseñarle al mundo las movidas del poder. Han comparado esta red con una plaza muy concurrida, en la que cualquiera puede dirigirse al auditorium y la gente aprende a actuar de manera que sus palabras adquieran seguidores. En el pasado quien tuviera algo que decir requería el apoyo de un medio privado.
Hoy Nelson Bocaranda, Alberto Ravell o César Miguel Rondón -y cualquier ciudadano es su propia escala- son en sí mismos medios de comunicación. Twitter ha dado voz a quienes nunca la tuvieron y que de otra manera no la tendrían, por lo que a veces la entonación puede ser ruda. Se asemeja a los espacios públicos romanos en el siglo II, en los que predicaban decenas de sectas judías, pero había una en particular que congregaba masivamente y ganó. La que tenía como símbolo la Cruz y un mensaje de tolerancia. La teoría siempre se demora para entender las cosas, pero en la reflexión sobre las comunicaciones, el retraso llegó a la exageración. La Sociedad de la Información es un salto basado en radio, cine, televisión, satélites, informática, comunicación simultánea, microondas, Internet, y se dio con la oposición del pensamiento que debía comprenderla.
La máquina del Diablo
La teoría más bien estigmatizó esos cambios llamándolos capitalistas, imperialistas, neoliberales, globalizadores, alienantes, dehumanizadores. La amplia mayoría de los filósofos consideraba casi que junto al SIDA, la televisión era uno de los peores males de la humanidad y un representante de la bellaquería cubana dijo en Venezuela que «Internet era un invento del Diablo». El cementerio de libracos inútiles sobre el tema, comenzando por los de Marcuse, Adorno, Horkheimer, McLuhan, Mattelard y chorros de latinoamericanos permite ver licuada la esencia reaccionaria, el horror a lo nuevo. Por eso el desarrollo de la información y luego de la informática, quedó en manos de pensadores «molestos», Toffler, Drucker, Negroponte, P. Kennedy, Manuel Castells, Umberto Eco, y de creadores prácticos, Lucas, Spielberg, Coppola, Rupert Murdoch, Ted Turner, Bill Gates.
Eco analizaba que la misma reacción se produjo en Egipto entre los sacerdotes cuando se inventó el abecedario, y en Europa a los comienzos de la modernidad con la imprenta, «una máquina infernal, negra como el diablo, que bufaba como bestia y escupía aceite», según el clero. Para curarse en salud, el primer libro de Gutenberg es la Biblia. Según Eco, se debe a que los custodios del saber se enardecen ante su democratización porque los medios rompen el monopolio de la palabra y el conocimiento. En Twitter hoy están grandes figuras, desde Lady Gaga (40 millones de seguidores) Justin Bieber (47 millones) hasta Peña Nieto (dos millones) con equipos dedicados a estudiar las tendencias de sus seguidores. Pero más acá de tales alturas celestiales -o infernales-, en la realidad humana, las redes son escenario de interminables debates, un interesante laboratorio para estudiar los mecanismos mentales de la antipolítica, que escribe con inusitada pasión sobre lo que no entiende y ha llegado a tener influencia.
Twitter y la personalidad autoritaria
Al mismo tiempo es escuela de pluralismo para personas y grupos en uso de su derecho a opinar. Si alguna vez Castells dudó si las comunicaciones posmodernas servirían para el desarrollo de la libertad o por el contrario, para coartarla, está claro que son el factor más importante para democratizar el poder. El mismo día que en China el gobierno creó un organismo para censurar Internet, un jacker intervino la página represiva, y la llenó de burlas, ante el desconcierto del gobierno dictatorial. En la curiosa situación venezolana, en la que trata de entronizarse como gobierno un anacronismo protocomunista, las redes han impedido el silencio, una vez que las fuerzas democráticas perdieron el acceso a medios más tradicionales.
Twitter ha dado voz a gente que no la tenía y jamás la hubiera tenido. La personalidad fascista, de afectos al gobierno o a la oposición, de izquierda o de derecha, tiene la tendencia a insultar, vejar escondidos en el anonimato, a quienes critiquen sus acciones y hagan ver sus debilidades, con lo que malgastan el acceso al medio y se ganan spam, descrédito o indiferencia. Twitter es también una especie de sicoanálisis donde muchos dan rienda suelta a su «verdadera» personalidad y aparece entonces la vulgaridad, con lo que se comprueba que el célebre personaje defenestrado de VTV no está solo. Cada twitt es un producto que se vende o no y se convierte en followers o unfolowers. Cada acto de corrupción, cada atropello contra los derechos, cada violación electoral, será implacablemente registrada por Fuenteovejuna electrónica.
@CarlosRaulHer