Publicado en: El Universal
Mucha gente desestima que vivir en paz o en caos, la estabilidad o inestabilidad del orden, es obra de la política. Cuando ese desinterés se torna desprecio, hablamos de anti política. El primer concepto de política lo plasma Platón en la República: el arte de hacer que la polis sea estable con un mínimo o un máximo de normalidad. Es kubernetos, gobernanza, para él a cargo de un grupo de sabios totalitarios que controlan holísticamente a los ciudadanos.
Ya viejo se corrige y expone que el gobierno debe basarse en Leyes (así se llama el libro) y no en decisiones subjetivas, ni siquiera de filósofos. Así se entiende hasta hoy y Hayek lo convirtió en tratado en el siglo XX. Un exagerado dijo que toda la filosofía escrita en veinte siglos no es más que el compendio de notas al pie de página a la obra de Platón. Desde 1989, en Venezuela los partidos, las élites, las generaciones que heredarían el sistema, hicieron ingobernable la que sería su herencia.
Coquetearon con la antipolítica revolucionaria, y el sistema se desplomó y de 1993 en adelante demostraron que es muy eficaz para destruir, pero no sabe poner un bombillo. Lejos de Platón, en el siglo XVI, Maquiavelo elabora una nueva concepción, la matchpolitika. Su observación empírica e histórica, devela la fisiología del poder, su oculto, feo proceso digestivo: conformar una fuerza hegemónica para aplastar cualquier obstáculo, por la violencia o el engaño.
Guerra y política son haz y envés de la espada, y matar y mentir, sus instrumentos de trabajo. Naturalmente, si la monarquía se amaraba en la divinidad de su origen, el Príncipe creó un escándalo hasta hoy. En el siglo XIX se completa el esquema de la política moderna, de la civilización política: la democracia representativa, y desde entonces los revolucionarios desde la máquina del tiempo, hablan de democracia directa, popular, protagónica, retrocediendo a Grecia antigua.
Bestial y humana
Platón y Aristóteles analizaron muy claramente que ese modelo conducía a la anarquía, como ocurrió entonces y ocurre después. Decíamos que en el siglo XIX el sistema actual estaba casi completo con Stuart Mills, Benjamín Constant et.al. Faltaba el voto femenino que se obtuvo paso a paso. Desde entonces la acción política se produce en el marco constitucional democrático, pero combinado con elementos esenciales de los anteriores esquemas.
Incorpora la gobernabilidad de Platón, pero cambia el medio, de autoritario, controlista, a democrático. La matchpoltika maquiavélica se mantiene sotto voce, en acciones oscuras, juego de espías, gastos secretos para comprar funcionarios de otros países. La diferencia, es que los gobernantes ahora lo hacen discretamente con la velada aquiescencia del sistema político. Vivir en democracia tiene enemigos y también costos. A casi todo el mundo le gusta el chorizo, pero no quiere saber de qué está hecho.
Se practica en todos los países democráticos, pero en simulación institucional. EEUU espiaba a Merkel, nada menos que a uno de sus principales aliados. Japón lo hizo con EEUU, pero pobre de aquel que se deja descubrir. La sociedad moderna requiere la coordinación complejísima de dominios diversos. La división del poder en instituciones, partidos, gremios, sindicatos, medios de comunicación, iglesias, marco para el progreso, la libertad y el bienestar.
Con mi arte tengo
La política hoy debe mantener consenso básico sobre las reglas de juego entre factores de poder en relaciones contradictorias. No se trata de aplastar grupos y favorecer a otros sino permitir que convivan en la constitución y la ley. Es entonces platónica, maquiavélica y stuart-millseana al mismo tiempo. Pero con un componente acentuado por la hipercomunicación: inventar la realidad. Es casi vulgar el término matriz de opinión, ideas fuerza esparcidas por grupos políticos y culturales.
Se posesionan de la opinión pública más allá de ser ciertas o falsas (fake news, pos verdades). Así Joe Biden es comunista y protege un “Estado profundo” de perversidad institucional. Hillary Clinton regenta una red de pedofilia y en EEUU, empresa ligada a Venezuela produjo un fraude electoral. Biden no ganó, sino que “la gente votó contra Trump”, pese a que fanatizó la mitad del electorado Hay una alianza entre Bill Gates y el comunismo mundial contra EEUU.
Aquí las tenemos frescas. Aún se desbarra del “puntofijismo”, la única etapa civilizada y de paz que vivió la república e inventan que los gobiernos asesinaron a tres mil personas cuando la guerrilla. Votan aquí los “tarifados”, dicho por quienes reciben públicamente cientos de millones de dólares, y quienes se oponen al gobierno, son “disociados”. Pre-líderes tornan encuestas que caminan, aunque la opinión mayoritaria puede ser muchas veces el adversario a derrotar, como dice Mibelys Acevedo.
El liderazgo consiste en convencer y dirigir las sociedades, no recibir órdenes de las masas como hace el populismo. Muchos disparates tienen acogida popular, francachelas, reparto, salariazo, castigo a “los que más tienen”, e incluso dejará amorosa huella, como vivimos aquí intensamente. Luego cuesta mucho salir de los socavones. Por eso el arte de gobernar una sociedad problemática y compleja, es una de las bellas artes. Un reto a la inteligencia.
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