Tienen muy claro algunos políticos españoles (algunos siguen con los errores confundidos) que entre España e Iberoamérica existen vínculos que van mucho más allá de los sentimientos y los amores. Tenemos una historia en común, de muchos siglos.
El Congreso español acaba de aprobar una resolución. Resuelve (resolver, verbo transitivo, hacer que algo tenga una respuesta o salida concluyente), para decirlo en palabras llanas, que el asunto de Venezuela y el estado de barbarie que han impuesto Maduro y sus secuaces (esto no es un gobierno, es una banda de forajidos ocupando el poder) no le puede ser ajeno a España y los españoles, y por lógica derivación a Europa.
No es un dato de maquillaje que llamen a Edmundo González Urrutia “Presidente Electo”, porque eso es lo que es. No porque lo diga algún titular de prensa, sino porque así lo decidió el pueblo. La voluntad ciudadana y la soberanía popular son órdenes, que deben ser acatadas. El pueblo manda.
La resolución, que sugiero leer, incluye algunos otros asuntos no menores, entre ellos la salvaguarda de la integridad física de los liderazgos que permanecen en territorio venezolano, y la liberación inmediata de los miles de presos políticos que se pudren en los calabozos del régimen.
La resolución no es un simple papel con un texto escrito con agua. Es una orden al señor Sánchez, que él no puede meter bajo la almohada. Y esto va más allá de disputas internas, de cálculos politiqueros o de conveniencias personales. Esto se trata del “deber ser”, de altura democrática, de justicia y verdad, de no escupir para arriba.
El Presidente Electo, Edmundo González Urrutia, tiene muy claro su papel en esto, y quienes confundan una voz comedida con debilidad, yerran. Los liderazgos en Venezuela entienden lo que les toca hacer. Y el pueblo venezolano no está confundido. Tiene claro que el 10 de enero de 2025 el Presidente Electo se juramentará como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela para el periodo 2025-2031. Y Bolívar se pondrá de pie y aplaudirá.
