Publicado en: Blog personal
Por: Naky Soto
A ‘lojanalistas’ les molestó el sobrenombre. Incluso descalificaron el término diciendo que era un “ejercicio populista”, la misma semana en la que Nicolás Maduro, el político al que dejaron de analizar, prometió ayudas económicas a las madres venezolanas, porque claro, este domingo será el día de las madres. Un día con hijos ausentes. Los ofendidos ahora procuran parecer víctimas ante la opinión pública por género, profesión y logros, aunque omiten la variable que les homologa: no han acertado sus predicciones, favorables a la sostenibilidad del chavismo siempre que la oposición aprenda de connivencia y olvide sus aspiraciones de libertad.
Pero a sus desaciertos puede hacérsele trazabilidad mediática, porque forman parte de los entrevistados que hablan a diario en los pocos medios masivos que sobreviven a la censura. Por eso podrán encontrar sus contribuciones para tratar de vender “Las ventajas del candidato por consenso” versus la elección primaria, que permitía renovar el liderazgo y repolitizar a la población. Pero, no superaron la autoridad de la Comisión Nacional de Primaria, a la que calificaron de incapaz para organizar una elección sin el CNE, ni la determinación de las personas que hicieron posible esa elección autogestionada ni la participación masiva de los ciudadanos. Al escenario más ambicioso le otorgaron un máximo de 1,2 millones de votantes, pero eso era conjugando el vuelo de varios unicornios de Puerto La Cruz a Cumaná, un eclipse lunar visible solo en Escuque y una protesta de gnomos en Valle de Guanape. De resto, con suerte, la primaria reuniría menos de un millón de votantes. El récord de participación dejó en evidencia que no sabían cuánta gente quiere cambiar este sistema opresor. Pero el resultado tampoco les gustó.
La intraficable María Corina Machado
Un problema fundamental de este grupo es que detestan a la líder emergente de la oposición, y por eso rechazan su victoria, su evolución y sus aciertos. Siguen transando con la versión beligerante, principista y poco proclive a concederle algo al chavismo. Pero la clave de su victoria en la primaria son esos rasgos que definieron a María Corina en el pasado, porque son los que la llevaron a ser conocida a nivel nacional por el esfuerzo de la propaganda oficial para estigmatizarla. Total, el Estado no tiene que rendir cuenta por sus discursos de odio. Sin la popularidad de su versión más vehemente, Machado no hubiese arrasado. Y ese es otro mensaje de los electores: arrasó porque la gente quiere ejercer también su voto castigo, y con semejantes niveles de vulnerabilidad, la gente decantó por una persona coherente en su discurso (porque “ha sido así” desde que la recuerdan), que debería ser honesta (porque dinero ya tiene), y que ha sido tan vulnerada como ellos. Pero al mismo tiempo no ha perdido fuelle. No se fue ni se quebró.
No es ella, son muchos
María Corina Machado ha tenido que tomar decisiones importantes con poco margen de maniobra y enormes presiones, soportando entre otras variables, la violencia ejercida contra su equipo de confianza y militantes del partido Vente Venezuela. Las decisiones que ha ido tomando en equipo han sido acertadas: dejar hasta el momento necesario el anuncio del reemplazo de su candidatura por la de la Dra. Corina Yoris, el mantenimiento de la presión por mejores condiciones electorales, el anuncio de la candidatura del embajador Edmundo González Urrutia y la gira para promocionar esa candidatura. A esto se suma el trabajo en equipo con otros liderazgos como Delsa Solórzano, Paola Bautista de Alemán, Andrés Velásquez, Freddy Superlano, César Pérez Vivas, entre otros, que ha sido clave para tres cambios importantes: la transparencia en la narración de lo que está pasando, la incorporación de talentos a pesar de los riesgos asociados a las tareas y la gestión logística de un comando sin dinero. Ninguno de esos aciertos ha sido reconocido.
Obvio, microbio
Los ofendidos no denuncian el abuso de poder, la falta de condiciones electorales, la violación de los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad, la corrupción, el aumento de la represión ni la persecución, pero les lastima un mote. Escriben y declaran para minimizar las arbitrariedades bajo el imperativo de que “así actúan los autoritarismos”, como si no se tratara de delitos graves que están siendo investigados por la justicia internacional. La explicación más sencilla es que no quieren ponerse en riesgo y eso es sensato, pero pueden preservarse sin practicar el cinismo, porque no tiene sentido desollar al liderazgo emergente mientras normalizan los abusos del poder.
Luego de pasar mes y medio repitiendo el mantra “¡Ahí viene la abstención!”, que reunió otras predicciones fallidas como que María Corina jamás aceptaría sustituir su candidatura ni haría campaña por nadie más, criticaron mantener la presión para mejorar las nefastas condiciones electorales que marcan este proceso viciado. Ahora también detestan que Edmundo González Urrutia hable del mandato de la primaria, que no olvide mencionar que su rol es sobrevenido y que tiene un vínculo claro con el liderazgo de la gran electora. Ellos quieren el “candidato por consenso” pero sacando de la ecuación que es una imposición del chavismo por el veto a la participación de Corina Yoris y que jamás ganaría sin el apoyo de María Corina. Y ahora se endosan el logro de una sociedad que quiere participar a pesar de ser consciente de que esta no es una elección competitiva.
Edmundo para todo el mundo
Atrás quedó cada exponente del pesimismo que invitaba a resignarse con la posibilidad de que tal vez en 2030 tendríamos chance de empezar a negociar condiciones para ver si en 2036 (con los incentivos correctos), a lo mejor les daba la gana de comenzar a pensar en otra negociación. Quedó atrás porque la coalición gobernante ya no luce tan asertiva, porque ya no hace falta que se conjuguen los planetas de cinco galaxias para ver si es posible comenzar a hablar de transición: estamos hablando de transición y suena muy bien, incluso si el poder decide arrebatar y volverse a imponer.
Esto está ocurriendo a pesar de los cohabitadores, de los lobbistas de más alto rango, de los negocios que la mayoría de los ciudadanos ignoramos y, aunque a algunos la esperanza les resulte “tribal”, despreciando nuevamente a la gente, no hay manera de mover a un país con tan severas lastimaduras sin ilusión, porque necesitas el anhelo de cambiar (que en nuestro caso es una urgencia), pero también el deseo de colaborar para hacerlo posible, la confianza en los liderazgos, en los partidos de la unidad y en el candidato.
Nadie saca de la ecuación que en “cualquier momento puede pasar algo”, pero la emoción no es la misma y los costos serán más altos. Está pasando algo distinto, la resignación no cuajó. Los venezolanos queremos una transición pacífica a la democracia, y debemos prepararnos para cristalizarla con el chavismo, porque toda instancia de toma de decisiones tiene que incluirlos, y aunque ellos no hayan respetado los derechos de nadie, la transición sí va a respetar sus derechos, porque es un deber demócrata. Queremos cambios aún conscientes de los enormes riesgos que entrevera, a pesar de la incertidumbre, un día a la vez, pero estamos hablando de transición. Salgan a la calle, vean los teléfonos de la gente, oigan de qué hablan: estamos hablando de transición.