Por: Jean Maninat
Quién quita y Jair Bolsonaro termine siendo uno de los mejores guionistas de su propia aventura, el mejor actor de su propia parodia, el más grande Clown en lengua portuguesa, producto tardío e insospechado del Tratado de Tordesillas que estableció el reparto de las zonas de navegación y conquista del entonces Nuevo Mundo entre Portugal y España. El derrotado presidente brasileño no se ha repuesto de la derrota y alarga el baño disfrutando de las mieles del poder acantonado en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, la residencia oficial diseñada por Oscar Niemeyer. Ofrézcase un agrado visual, y haga usted un recorrido virtual, con Google, del Palácio da Alvorada y entenderá la razón por la que el presidente derrotado no quiere ni asomarse a la ventana, no vaya a ser que con un rayo intramolecular sus enemigos lo sustraigan y lo avienten, sozinho, en medio de la Amazonía. ¡Cualquiera pierde el sueño!
Para hacer frente a tan nada desdeñable amenaza y como prueba de una creatividad a toda prueba, grupos de partidarios del presidente derrotado se han reunido en la otrora progresista ciudad de Porto Alegre para exigir, con los flashes de sus móviles apuntando hacia el vasto espacio exterior, la intervención extraterrestre que impida que se cumpla el veredicto truqueado de las urnas en Brasil.
Según el periódico Folha Morta de São Paulo, el bolsonarismo estaría convocando un festival universal denominado Encuentro Cercano del Tercer Tipo, con participación de extraterrestres venidos de todos los confines del universo para apoyar la causa del desconocimiento de las elecciones brasileñas.
La prestigiosa publicación científica especializada en el seguimiento e integración de extraterrestres en la Tierra, Men in Black, asegura (sin pruebas muy sólidas, según expertos consultados) que habría un plan para plantar (to seed) alienígenas en el seno del gobierno interino venezolano, con el objeto de que asuman la toma de decisión y verifiquen la puesta en marcha de la transición hacia un gobierno interino de carácter vitalicio, que garantice la continuidad de la lucha por la emancipación democrática de Venezuela, sin imponer un marco temporal convencional para su ejecución. El tiempo de Dios es infinito, argumentan.
El presidente perdedor, sin salir del Palacio de la Alborada, faltaba más, presentó a principios de esta semana un recurso para anular parte de los votos emitidos por las máquinas de votación más antiguas que datan de hace 25 años, por presuntas inconsistencias. Tendrá que presentar las auditorías que sustentan su recurso y es difícil que si lo logra sean aceptadas. Mientras tanto, con la mirada triste, podrá ver hacia el firmamento y musitar: E.T. phone home…
(N.B. La única noticia que esta columna ha podido corroborar es la de la reunión de partidarios de Jair Bolsonaro en Porto Alegre pidiendo ayuda a los extraterrestres para impedir la asunción del presidente electo Lula da Silva. Lo demás…).