Publicado en: El Nacional
Por: Fernando Rodríguez
Por allí apareció un tal grupo de políticos, autodenominados de izquierda, llamado familiarmente Grupo de Puebla, por el sitio en que se reunió y que no se sabe muy bien cuál es su estatus grupal. No es otra Alba porque aquel esperpento, supongo que fallecido, era una reunión de Estados. Tampoco sustituye a Sao Paulo, que no sé si murió también, lo que sí es seguro es que daba pena, tanta que muchos miembros se hacían los locos para no asistir a sus eventos, pero tampoco se le parece porque este se suponía un grupo de activistas, de hombres de acción y este de “notables” lejanos ya de las trincheras. A lo mejor es una suerte de think tank, un grupo de reflexión y opinión, pero al parecer los argentinos le quieren dar un papel más activo, de cohesionador continental, al menos a futuro.
Por ahora sus objetivos parecen limitados en un documento bautismal a luchar contra el neoliberalismo y el injerencismo, no mucho más, salvo una ristra de buenos propósitos. Son, por ahora, unos treinta tipos de doce países. La verdad que es un grupo bastante insignificante y que recoge los peores desechos de ese largo despeñadero que tuvo su ápice en 1989. Pero sin duda tiene un conjunto de características interesantes para entender lo que pasa hoy en ese ámbito.
Prescinde del mote de socialista, del XX o del XXI, y adopta el muy difuso nombre de progresismo, tan difuso que el documento postula como una virtud la flagrante diversidad de sus miembros, indefinición y confusión ideológica, que es de lo poco cierto de este “renacimiento”.
Lo cual no es gran cosa pero sí son interesantes tres características: venezolanos, cubanos y nicaragüenses no figuran entre los que suscriben su partida de nacimiento, por ahora. Repito, se autodenominan “progresistas”, no socialistas y por supuesto nada de marxistas o comunistas; son simplemente amantes del progreso, lo que en realidad no sugiere casi nada preciso (por supuesto usted, como yo, como nuestros vecinos y los de más allá, somos progresistas). Reconocen el mercado y ni siquiera atacan en su documento constitutivo al imperialismo yanqui, ni al mismísimo Trump.
El motivo de la reagrupación de esa diversidad es el inasible triunfo electoral de López Obrador y ahora el de los Fernández argentinos, justamente estos últimos parecen entusiasmados en utilizar el nuevo grupo para asociarse con fines mayores con AMLO. Pero este, según El País de España, no está muy empeñado en figurar en el mundo exterior, prácticamente no ha viajado, ni siquiera a los grandes eventos, no solo por la tradicional neutralidad mexicana sino porque tiene suficientes rollos internos, hasta con los retoños del Chapo. Y no fue muy entusiasta de esos temas expansivos en la muy significativa visita que le hizo Alberto Fernández victorioso, la primerísima. Y, agreguemos otro límite para estar inventando, los dos parecen muy atentos y solícitos de sus relaciones con Trump, que les coquetea públicamente y eso sí es política en serio, no olvidar el temible FMI. Sobre Venezuela generalidades, que no difieren mucho de algunas circulantes y acreditadas y evidencian miedo al contagio, mejor hablamos después.
Pero volviendo al grupo poblano, todavía gestándose, hay muchos desconocidos para quienes no somos expertos en la área y muchos de los socios o padrinos conocidos o están presos, o fueron acusados y condenados o destituidos o son perseguidos, casi todos por delitos comunes. Lo cual no es muy alentador que se diga. El señor Enríquez Ominami, organizador del conglomerado, perdedor persistente en justas electorales, da explicaciones aquí y allá que son una maravilla de vacuidades, realmente progresistas, como su partido chileno del mismo nombre. Y por último hay que subrayar la presencia del mismísimo Zapatero, ¡el consejero de Maduro!, tipo que ya se sabe, es probadamente pavoso.
No parece que una verdadera izquierda, aggiornata económicamente y democrática a todo dar, es necesaria. Una que hable de igualdad, por ejemplo.
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